S¨¢bado, sabadete
DEL MISMO modo que el s¨¢bado pasado Espa?a vibraba con Humphrey Bogart pregunt¨¢ndose, en Casablanca, si los estruendos que o¨ªa eran ca?onazos o los latidos de su propio coraz¨®n, este fin de semana la peque?a pantalla unir¨¢ a la mayor¨ªa de los ciudadanos de este pa¨ªs alrededor de dos acontecinfientos del deporte-espect¨¢culo. En este caso, sin embargo, la ¨²nica duda que puede existir sobre los estruendos de fondo estriba en s¨ª son los ecos de la mala educaci¨®n que predominaen nuestro f¨²tbol o si es el tintiiieo de las monedas que se embolsan los jugadores. En cualquier caso, la pasi¨®n de este s¨¢bado, sabadete, va a ser m¨¢s que nada deportiva.Ninguna final de la Copa del Rey de f¨²tbol ha tenido nunca unos proleg¨®menos tan lamentables como la insubordinaci¨®n que ha vivido el Barcelona o como las disputas internas entre jugadores del Real Madrid. Ninguna final del Campeonato de Europa de selecciones nacionales de baloncesto ha puesto sobre la pista a dos equipos que, supuestamente amateurs, como es el caso de Espa?a e Italia, tuvieran jugadores con los niveles de ingresos de Sibilio o Corbal¨¢n.
Los dos partidos de esta tarde se salvan por la expectaci¨®n, el bullicio de los aficionados y la incertidumbre de los resultados. La final de Zaragoza resulta ¨²nicamente positiva por la alegr¨ªa de las mult¨ªtudinarias caravanas de seguidores que se toman el f¨²tbol como una fiesta y los colores de los equipos como bandera de sus deseos de ganar. El f¨²tbol esp¨¢?ol es, al margen de eso, deudas, dinero descontrolado, person¨¢fismos, una gesti¨®n federativa corta de miras, inflaci¨®n y ruina. El pasado Mundial fue su espejo, y esti final de temporada, con clubes modestos que desaparecen por la mala gesti¨®n de los directivos y jugadores que se tienen que encerrar para que se les abonen sus salarios, el retrato. Esta misma final de Copa entre los dos grandes en crisis, que se juegan entre s¨ª y a una carta el consuelo a una temporada en la que no han conseguido ninguno de sus objetivos serios mientras el Bilbao, apoyado en su cantera, les superaba en la Liga, refleja la situaci¨®n.
Por lo que respecta al baloncesto, en Espa?a se han sabido hacer las cosas con cuidado y dedicaci¨®n. El simple dato de que al seleccionador Antonio D¨ªez Miguel se le han dado los a?os y los medios suficientes para que fuera realizando poco a poco una tarea s¨®lida de cara al futuro establece la diferencia respecto a los dem¨¢s deportes. El partido de esta tarde, la posibilidad de conseguir una medalla de oto en los Campeonatos de Europa, resulta un justo premio. El tejado de vidrio que supone el falso amateurismo, de nuestros jugadores no resulta una mancha deshonrosa si tenemos en cuenta que su situaci¨®n es id¨¦ntica a la de los rivales de esta tarde, los jugadores de Italia, y muy parecida, en el fondo, a la de los dem¨¢s jugadores del baloncesto de elite del mundo, pero pone de manifiesto una de las realidades m¨¢s decepcionantes de nuestro deporte: con contadas excepciones, ¨²nicamente destacamos en las modalidades profesionafizadas, en aquellas donde el deporte se confunde con el espect¨¢culo de masas. Frente a.eso, la penuria de nuestro deporte de base y como pr¨¢ctica habitual de los ciudadanos es monumental.
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