La vigencia del keynesianismo
Aplicado a la crisis econ¨®mica de los a?os treinta y a las crisis anteriores, esto se traduc¨ªa en la afirmaci¨®n de que era, en esencia, el mal funcionamiento del mercado de trabajo -con la intervenci¨®n de los poderes monopol¨ªsticos de los sindicatos, que fijaban el salario por encima del de equilibrio- el causante de la crisis. La soluci¨®n era, por tanto, simple: disminuir los salarios reales.La postura de Keynes es radicalmente distinta. Su respuesta viene englobada en lo que ¨¦l mismo denomina el principio de la demanda efectiva: la producci¨®n -y con ella, el empleo- se establecer¨¢ a aquel nivel que fije la demanda efectiva de la econom¨ªa. La causa de la crisis, por tanto, no se encuentra en salarios por encima de su nivel de equilibrio, sino simplemente en que la demanda del sistema es menor que la necesaria para el pleno empleo.
Para Keynes, el principio de la demanda efectiva lleva indisolublemente adosada la insuficiencia del mercado para asignar ¨®pticamente todos los recursos en general y el trabajo en particular. El sistema por s¨ª s¨®lo puede ser incap az de generar la demanda efecti,va necesaria para garantizar el pleno empleo durante per¨ªodos de tiempo muy largos; en consecuencia, la consecuci¨®n del pleno empleo hace necesaria la actuaci¨®n del sector p¨²blico estimulando la demanda.
?stos son, muy en sIntesis, los elementos centrales innovadores de la teor¨ªa de Keynes frente a la ortodoxia del momento. Hoy, 100 a?os despu¨¦s de su nacimiento y 47 despu¨¦s de la publicaci¨®n de La teor¨ªa general..., las econom¨ªas occidentales se encuentran inmersas en otra profund¨ªsima crisis. Y, sorprendentemente, los an¨¢lisis y las pol¨ªticas que se est¨¢n aplicando en muchos pa¨ªses, y que recomiendan altos organismos internacionales tras una ¨¦poca en la que todos ¨¦ramos keynesianos, son del tipo de las que Keynes atac¨® fuertemente:
"Los modos habituales de pensamiento y expresi¨®n", que ya se hab¨ªan reestablecido en el campo de la teor¨ªa econ¨®mica con la s¨ªntesis neocl¨¢sica, se reestablecen ahora tambi¨¦n en el campo de la pol¨ªtica econ¨®mica.
Un primer escal¨®n
As¨ª, se oye hablar de salarios demasiado elevados, de la necesi dad de mantener bajo control los niveles de actividad de las econom¨ªas de los diferentes pa¨ªses, de pol¨ªticas monetarias, de eliminaci¨®n de los d¨¦ficit del sector p¨²blico, etc¨¦tera; esto es, de causas y pol¨ªticas que podemos abiertamente calificar como antikeynesianas.
?Es que reafinente la evoluci¨®n de los sistemas econ¨®micos ha sido tal que el keynesianismo ha quedado superado? Si estamos de acuerdo en que el n¨²cleo de la teor¨ªa de Keynes est¨¢ constituido por el principio de la demanda efectiva, no cabe duda de la validez de aqu¨¦l: estamos asistiendo a una situaci¨®n en la que el automatismo del mercado no es capaz de garantizar la plena utilizaci¨®n de los recursos productivos (en particular, del trabajo). La demanda efectiva generada es insuficiente. Esta situaci¨®n requerir¨ªa, seg¨²n Keynes, la aplicaci¨®n a nivel internacional de pol¨ªticas de est¨ªmulo de la demanda efectiva, principalmente de tipo fiscal.
Hasta aqu¨ª, el alcance del keynesianismo en su esencia. Pero la crisis actual presenta unas caracter¨ªsticas y manifestaciones espec¨ªficas: coexistencia de inflaci¨®n, desempleo y grave empeoramiento de la balanza de pagos de los pa¨ªses occidentales. Y es en base a ellas que se pretende negar validez a la vieja y en desuso teor¨ªa keynesiana, que habr¨ªa as¨ª quedado superada.
Pero el hecho de que Keynes no hubiese podido prever las caracter¨ªsticas concretas y espec¨ªficas con que sus pol¨ªticas econ¨®micas habr¨ªan de ser implementadas 50 a?os despu¨¦s no nos dice que Keynes haya quedado superado, sino simplemente que la teor¨ªa y las pol¨ªticas keynesianas necesitan de complementos. No son suficientes, pero son necesarias.
El instrumento fiscal
As¨ª, el principio de la demanda efectiva nos dice que la econom¨ªa mundial necesita ser reactivada, necesita del est¨ªmulo de los diferentes sectores p¨²blicos de los distintos pa¨ªses, a trav¨¦s de acciones fundamentalmente de pol¨ªtica fiscal.
No nos dice nada de c¨®mo debe ser reestructurado el aparato productivo; no nos dice nada de l¨ªneas redistributivas de las pol¨ªticas fiscales y de c¨®mo ¨¦stas y aqu¨¦llas act¨²an sobre la inflaci¨®n; no nos dice nada sobre pol¨ªticas de ahorro energ¨¦tico, sobre l¨ªneas de reindustrializaci¨®n, etc¨¦tera; no nos contesta a m¨²ltiples preguntas que requieren respuesta en la crisis actual.
Pero si que nos dice que el sistema puede permanecer en desempleo durante largos per¨ªodos de tiempo y que, por tanto, es imprescindible que el sector p¨²blico act¨²e reactivando la econom¨ªa a nivel mundial.
Keynes no construy¨® una teor¨ªa omnicompre?siva que pudiera aplicarse para la generaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas que fuesen capaces de resolver cualquier situaci¨®n de crisis; ni siquiera lo intent¨® por su evidente imposibilidad. Se limit¨® a establecer las bases sobre las que deban asentarse las pol¨ªticas anticrisis; su plasmaci¨®n espec¨ªfica debe hacerse en cada caso. Keynes construy¨® un escal¨®n, aunque no el primero; los siguientes los debemos construir nosotros.
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