Crece la oposici¨®n popular al campo de tiro de Colmenar, despu¨¦s de que resultara herido el coronel responsable de las instalaciones
El accidente ocurrido el pasado d¨ªa 6 de mayo en el campo de tiro militar de Colmenar Viejo, en el que resultaron heridos el coronel Lutgardo, responsable del campo, y el chatarrero Manuel Hern¨¢n Arroyo, este ¨²ltimo de extrema gravedad, ha vuelto a poner de manifiesto estos d¨ªas la oposici¨®n de los vecinos de la localidad a que los militares sigan utilizando la denominada Dehesa de Colmenar para sus pr¨¢cticas. El pueblo quiere recobrar esos terrenos para la ganader¨ªa. El Estado Mayor del Ej¨¦rcito se neg¨® a facilitar cualquier informaci¨®n sobre el caso y soslay¨® todo lo relacionado con el campo de pr¨¢cticas militares.
Los vecinos de Colmenar est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s convencidos de la falta de condiciones de seguridad en el campo de tiro "despu¨¦s de los numerosos accidentes sufridos en los ¨²ltimos a?os, en los que han muerto 10 personas que se recuerde, y tras este ¨²ltimo suceso, en el que ha resultado herido el respon,sable del campo de pr¨¢cticas".Desde el a?o 1950, en que el Ayuntamiento de Colmenar Viejo, tras insistentes presiones, firm¨® el contrato de arrendamiento al Ej¨¦rcito de las 1.100 hect¨¢reas que forman el campo por 12.000 pesetas al a?o, los vecinos han sufrido a?o tras a?o las consecuencias de las pr¨¢cticas militares. El alcalde Antonio Torres Torres, que firm¨® el contrato que ha angustiado a la poblaci¨®n de Colmenar desde hace 33 a?os, tuvo que recurrir al entonces arzobispo de Madrid, Casimiro Mo?cillo, para que interviniera en el asunto, ya que el Ej¨¦rcito, en un principio, pretend¨ªa expropiar los terrenos al Ayuntamiento.
Ese arrendamiento produjo, seg¨²n informe en poder del Ayuntamiento, que numerosas personas perdieran sus fincas de pasto y monte bajo de encinas y enebro, cuyas p¨¦rdidas se valoraron en 5 millones de pesetas en 1930, y, evidentemente, su posterior explotaci¨®n hasta ahora.
Desertizaci¨®n
Los vecinos de Colmenar Viejo han insistido desde la puesta en marcha del campo en las consecuencias negativas que estas pr¨¢cticas suponen para la poblaci¨®n. Ya no s¨®lo se trata del evidente peligro de accidentes mortales que ya han sufrido varios vecinos, sino de la progresiva desertizaci¨®n de la zona debido a la continua presencia de carros de combate y a los peri¨®dicos incendios que originan los proyectiles al estallar en el suelo.Actualmente realizan pr¨¢cticas en esa zona unidades de la Divisi¨®n Acorazada y de la Academia de Artiller¨ªa, y en el t¨¦rmino municipal de Colmenar Viejo se encuentra un Centro de Instrucci¨®n de Reclutas (CIR), el Grupo de Operaciones Especiales, un centro de la Academia de Artiller¨ªa y las Fuerzas Aerom¨®viles del Ej¨¦rcito de Tierra (FAMET).
El pasado a?o result¨® herido de gravedad Gregorio del Valle, que fue alcanzado por una bala cuando trabajaba en una zona situada a m¨¢s de dos kil¨®metros, del campo de tiro. Este accidente conmov i¨® a la Poblaci¨®n, que observa que los proyectiles pueden rebasar el per¨ªmetro del campo y alcanzar a personas que se encuentran completamente alejadas del mismo.
En los ¨²ltimos a?os han fallecido a consecuencia de las pr¨¢cticas de tiro, al menos, 10 personas, que recuerden los vecinos, y que acud¨ªan al lugar para recoger el material b¨¦lico desechado y venderlo como chatarra. Los vecinos no recuerdan los nombres, pero s¨ª los apodos de algunos de ellos, la mayor¨ªa chatarreros, como El Santi, El Brujo, El Cabrita y El Le?o.
El ganado tambi¨¦n sufre estas consecuencias y ya se han dado varios casos en los que reses han sido alcanzadas por disparos y metralla mientras pastaban en los alrededores del campo. Los ganaderos han tenido que llegar a un acuerdo con los militares para que las reses pasten en la zona la primera quincena de cada mes. Durante la segunda se hacen pr¨¢cticas con armas pesadas que podr¨ªan causar graves accidentes.
El alcalde de Colmenar, Armando Jusdado, afirma que "el per¨ªmetro del campo de tiro es muy peque?o y, dada la actual potencia de las armas del Ej¨¦rcito, los proyectiles pueden rebasar los l¨ªmites del campo, con el consiguiente peligro que eso supone". Jusdado cree que el Ej¨¦rcito tendr¨¢ que abandonar este campo "porque es excesivamente peque?o y por tanto no ofrece las condiciones de seguridad m¨ªnimas exigibles".
El alcalde socialista asegura que todos los vecinos "como se ha demostrado en numerosas ocasiones, se oponen a las pr¨¢cticas militares en Colmenar y desean recobrar esos terrenos para el uso ganadero y agr¨ªcola antes de que sea demasiado tarde". El contrato de arrendamiento con el Ej¨¦rcito finaliza en el a?o 2000, y ¨¦ste continua sin pronunciarse sobr¨¦, el futuro de esta zona, que ya ha causado numerosos problemas a los vecinos.
El pasado 6 de mayo, a las 20.30 horas, el coronel Lutgardo, responsable del campo, el chatarrero Manuel Hern¨¢n Arroyo y un soldado buscaban por el campo, como de costumbre, bombas que no han estallado, para explosionarlas bajo control o recogerlas si ya no funcionan. Durante su recorrido, una de ellas estall¨® y alcanz¨® al coronel y al chatarrero. El primero result¨® alcanzado en una pierna y, al parecer, tiene una grave infecci¨®n. El segundo ha permanecido durante 20 d¨ªas en la UVI (Unidad de Vigilancia Intensiva) del hospital militar G¨®mez Ulla, donde ambos fueron ingresados. tras el suceso.
El chatarrero Manuel Hern¨¢n sufri¨® 14 perforaciones en el cuerpo, una de ellas de extrema gravedad, al atravesarle el cr¨¢neo por uno de los ojos. Su est¨®mago result¨® tambi¨¦n seriamente da?ado. El pasado martes sal¨ªa de la UVI, y la familia, hasta ¨¦se momento, no hab¨ªa recibido informaci¨®n clara sobre su estado.
Accidente silenciado
El suceso ha sido completamente silenciado por el Ej¨¦rcito, que ni siquiera, y como viene siendo su costumbre, ha informado del accidente al Ayuntamiento de Colmenar Viejo. El Estado Mayor del Ej¨¦rcito de Tierra se neg¨® a facflitar los datos relativos al suceso y cualquier informaci¨®n relacionada con el campo de tiro.Las medidas de seguridad que el Ej¨¦rcito se encarg¨® de difundir para tranquilizar a la poblaci¨®n sobre el peligro de acidentes han quedado ahora en clara evidencia, cuando el propio responsable del campo de pr¨¢cticas militares ha resultado herido al recoger las bombas que no estallan. En m¨¢s de una ocasi¨®n el Ej¨¦rcito ha explicado que "estas bombas son buscadas y examinadas posteri¨®rmente por artificieros que las hacen estallar controladamente".
La familia Hern¨¢n Arroyo lleva encima la desgracia por estas pr¨¢cticas. Manuel Hern¨¢n ha estado a punto. de perder la vida tras este accidente y su hermano Ignacio perdi¨® las dos piernas en 1972 cuando realizaba el mismo trabajo. El Ej¨¦rcito no le ofreci¨® ninguna indemnizaci¨®n.
Ignacio lleva ahora, junto con su mujer, un peque?o bar instalado junto al instituto de segunda ense?anza de Colmenar. "Quiero que me dejen vivir", dice, "porque es lo ¨²nico que puedo pedir despu¨¦s de mi accidente; s¨®lo quiero olvidar de una vez esta historia, que es muy larga". Ignacio se apoya junto a la barra, se golpea en las dos piernas y a?ade: "Estas no son de carne".
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