El d¨®lar y la peseta
LAS DECLARACIONES de Williamsburg sobre la reducci¨®n del d¨¦ficit presupuestario de Estados Unidos mediante una contenci¨®n del gasto p¨²blico no han convencido a los mercados de una posible disminuci¨®n de los tipos de inter¨¦s del d¨®lar. La consecuencia ha sido una nueva y espectacular alza en la cotizaci¨®n de la moneda americana. El d¨®lar cerr¨® ayer en Madrid a 142,350 pesetas. Los s¨ªntomas a?adidos son preocupantes: el crecimiento de la cantidad de dinero en EE UU supera las previsiones del Banco de la Reserva Federal y debe descartarse una relajaci¨®n de las riendas monetarias. Adem¨¢s, las necesidades de financiaci¨®n del Tesoro de EE UU en el mes de junio se elevan a unos 100.000 millones de d¨®lares. A corto plazo s¨®lo cabe esperar una elevaci¨®n, por ligera que sea, en los tipos de inter¨¦s del d¨®lar.La fortaleza del d¨®lar tiene, adem¨¢s, otras causas que no son f¨¢ciles de corregir por los Gobiernos. La pol¨ªtica de desintervenci¨®n de la nueva Administraci¨®n americana ha liberado una gran cantidad de recursos energ¨¦ticos que han permitido reducir casi a la mitad las importaciones de crudos de petr¨®leo. La capacidad de inventiva de una econom¨ªa tan vers¨¢til. como la americana la ha ido convirtiendo en el primer exportador de grandes servicios, cuyos ingresos no se reflejan con claridad en los registros contables de los elaboradores de las balanzas de pagos.
La importancia de estos errores y omisiones puede ser tan grande que la balanza de pagos por cuenta corriente de EE UU, que arroj¨® un d¨¦ficit oficial de 8.000 millones de d¨®lares en, 1982, podr¨ªa haber tenido en realidad un super¨¢vit de an¨¢loga cuant¨ªa, seg¨²n pone de manifiesto la revista World Financial Markets. Mientras tanto, ha aumentado el proteccionismo, la econom¨ªa se recupera y aumenta la demanda interior. Por ¨²ltimo, las buenas perspectivas de la Bolsa de Valores y los altos tipos de inter¨¦s han ejercido un efecto de absorci¨®n de capitales del resto del mundo que est¨¢ permitiendo financiar el d¨¦ficit presupuestario con m¨¢s desahogo de lo que el ahorro interno hubiera permitido.
Toda esta gama de motivos hace pr¨¢cticamente inimaginable un descenso en la cotizaci¨®n del d¨®lar durante el presente a?o. Quiz¨¢ en 1984, si la inflaci¨®n contin¨²a controlada y la reactivaci¨®n languidece, la proximidad de las elecciones presidenciales obligue a forzar la m¨¢quina: los tipos de inter¨¦s bajar¨ªan y lo mismo le suceder¨ªa al d¨®lar.
La peseta no puede sustraerse al remolino de los mercados de cambios y seguir¨¢ la evoluci¨®n que marquen las cotizaciones de las restantes divisas. Pero la situaci¨®n del sector exterior espa?ol, pese al reciente optimismo demostrado por el ministro Boyer, sigue siendo extremadamente vulnerable, y un d¨®lar sobrevalorado impone una carga suplementaria en nuestras importaciones de petr¨®leo, materias primas y productos agr¨ªcolas. El ministro de Econom¨ªa, como decimos, ha querido tranquilizar a la opini¨®n, afirmando que la salida de divisas se ha detenido en los meses de abril y mayo. Lo que el ministro no ha dicho es que esto ha sido posible gracias a los altos tipos de inter¨¦s de la peseta en el mercado interior y a las entradas de capital de los ¨²ltimos empr¨¦stitos. Sin embargo, la evoluci¨®n de las exportaciones sigue siendo negativa y las importaciones no energ¨¦ticas contin¨²an creciendo. Las perspectivas de la peseta, s¨ª tenemos en cuenta adem¨¢s la aventura escandalosa del d¨®lar, no son, por desgracia, tranquilizadoras.
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