De Williamsburg a Belgrado
"Ni vencedores ni vencidos". Todos satisfechos. Tal ha sido la s¨ªntesis valorativa que el presidente de Estados Unidos ha deducido de la "declaraci¨®n final sobre la recuperaci¨®n econ¨®mica", emanada de la cumbre celebrada Williamsburg.Los diez puntos y el significativo anexo de tal declaraci¨®n tratan, efectivamente, de traducir el esp¨ªritu de consenso con el que, a toda costa, se ha tratado de revestir este encuentro de m¨¢ximos responsables de las siete naciones capitalistas m¨¢s poderosas. Consenso que, inevitablemente, ha estado estrechamente correlacionado con el grado de ambig¨¹edad y el d¨¦bil potencial vinculante de tal declaraci¨®n.
Al margen de la dimensi¨®n pol¨ªtica de los resultados de la cumbre, ajustados esencialmente a los prop¨®sitos de los anfitriones, el contenido de la declaraci¨®n sobre la recuperaci¨®n econ¨®mica se reviste de toda su ambig¨¹edad si es contemplado en la perspectiva de los temas que habr¨¢n de dominar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), cuyas sesiones se acaban de iniciar en Belgrado.
La presencia, por primera vez, en esa cumbre de poderosos de un presidente socialista no ha sido ¨®bice para que, ante todo, se haya renovado la profesi¨®n de fe en el sistema econ¨®mico e intentado revitalizar la escala de valores comunes que vertebran moralmente el juego econ¨®mico. Para que esta esencia espiritual de la econom¨ªa de mercado se preserve es imprescindible nuestra prosperidad, ha destacado el pre¨¢mbulo de la declaraci¨®n.
La prueba de la recesi¨®n
La recesi¨®n -se deduce del comunicado- ha constituido una dura prueba para demostrar la solidez del sistema, que haciendo gala de extraordinarios reflejos, se presta a poner fin a un decenio de inflaci¨®n acumulativa y a enfrentar el inmediato devenir con un paquete de prop¨®sitos de enmienda que han generado sobrada penitencia en la mayor¨ªa de esos 145 pa¨ªses que acudir¨¢n a Belgrado.
Ese mensaje de esperanza que Williamsburg ha querido transmitir ha empezado a naufragar apenas le¨ªda la declaraci¨®n final. La confianza, el optimismo y la certidumbre de que la hab¨ªan dotado sus progenitores parece no haber sido suficientemente asimilada por los eficientes mercados de cambios.
El barom¨¦trico comportamiento de la moneda norteamericana en esta semana que media entre uno y otro encuentro est¨¢ ilustrando suficientemente en qu¨¦ medida es real la convergencia alcanzada en los objetivos econ¨®micos enunciados, y especialmente hasta qu¨¦ punto se traduce en una convergencia de resultados.
El tipo de cambio del d¨®lar de EE UU frente a las principales monedas europeas experimentaba el pasado 1 de junio un nuevo ascenso, llegando a alcanzar, frente a la moneda francesa, un nuevo r¨¦cord hist¨®rico de 7,62 francos. El diferencial en tipos reales de inter¨¦s entre Estados Unidos y los pa¨ªses europeos no tiene visos de reducirse, de tal forma que el incremento de las entradas de capital en EE UU puede apreciarse ya como uno de los m¨¢s palpables resultados de Williamsburg. Se mantiene, por tanto, la actitud de oposici¨®n de la actual Administraci¨®n norteamericana a intervenir en los mercados de cambios, a pesar del reconocimiento de su necesidad como precondici¨®n para alcanzar la repetida convergencia de resultados econ¨®micos.
En la conferencia de Belgrado volver¨¢n a plantearse algunos de los temas consensuados en Williamsburg, pero es de prever que con un tono bien distinto. Aspectos m¨¢s concretos que los abordados por los siete grandes, tales como el papel del Fondo, Monetario Internacional en el incremento de la liquidez mundial, las condiciones en que las renegociaciones y las reestructuraciones de la deuda externa de algunos pa¨ªses se est¨¢n produciendo y las repercusiones que la estrategia de la gran banca internacional est¨¢ teniendo sobre los pa¨ªses en desarrollo ser¨¢n, junto a otros, dif¨ªcilmente sorteables en un foro como el de la VI Conferencia de la UNCTAD.
No ser¨¢ f¨¢cil, en definitiva, que al t¨¦rmino de las sesiones de la Conferencia de Belgrado se alcance el grado de complacencia y optimismo que Williamsburg ha deparado. Ese "mensaje de esperanza a la poblaci¨®n mundial y a las futuras generaciones" que ha enviado el presidente norteamericano ha sido, por lo pronto, suficientemente modulado por la Reserva Federal y claramente interferido por los principales mercados de divisas. Queda todav¨ªa por ver qu¨¦ acciones habr¨¢n de Justificar esos esp¨ªritus de Williamsburg, del que, sin duda, oiremos hablar en los pr¨®ximos meses. Hasta el momento, mucho nos tememos que sean en otro terreno, distinto al estrictamente econ¨®mico, donde los resultados acompa?en la memoria del registro hist¨®rico que esa ciudad virginiana acaba de presenciar.
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