Ya hay que hablar de maestro
Tarde memorable de Espl¨¢, sin necesidad de pegar derechazos. Espl¨¢ resucit¨® ayer en Las Ventas el toreo total, el cl¨¢sico, que cre¨ªamos desaparecido. Lo resucit¨® con torer¨ªa, lo cual se dice tanto de este diestro que parece t¨®pico, pero hay que empezar a hablar tambi¨¦n de maestr¨ªa, pues todo cuanto hizo en la plaza fue de maestro. Hubo pasajes en que nos tuvo pendientes de sus intervenciones, con una atenci¨®n como no recordamos haya suscitado ning¨²n otro torero en muchos a?os.Transcurri¨® la corrida en plano de gran inter¨¦s, ¨²nicamente empa?ado por el sobrasalto de la espeluznante cogida de El Millonario, que cay¨® ante la cara del toro y ¨¦ste le corne¨® ferozmente, y por la presentaci¨®n de las reses, algunas de las cuales eran de festival. El p¨²blico las protest¨®, con toda la raz¨®n, e intuy¨® que no hab¨ªan sido preparadas para los toreros que hab¨ªa en el ruedo, sino para el otro, el fen¨®meno; el que no quiso afrontar la responsabilidad de repetir en Las Ventas, donde su condici¨®n de figura ha quedado en entredicho.
Plaza de Las Ventas
9 de junio. Corrida de Beneficencia.Cinco toros de Dairo Chic¨¢, escasos de trap¨ªo, mansurrones. Cuarto, sobrero de Carmen Ordo?ez, serio Y manso. Luis Francisco Espl¨¢. Estocada recibiendo en la que pierde la muleta y descabello (oreja). Estocada atravesada y descabello (ovaci¨®n y, saludos). Pinchazo recibiendo y estocada corta (oreja con algunas protestas). Sali¨® a hombros por la puerta grande. Yiyo. Estocada baja (oreja con algunas protestas). Estocada (ovaci¨®n y salida al tercio). Dos pinchazos, estocada perpendicular y descabello (palmas). Parte facultativo. El Millonario, cogido en el tercer toro, sufre herida en regi¨®n temporal, contusi¨®n en hemit¨®rax con probable fractura de costilla, puntazo en regi¨®n il¨ªaca, erosiones y, contusiones m¨²ltiples y choque traum¨¢tico. Pron¨®stico grave. Asisti¨® a la corrida el Rey, acompa?ado por su madre, la condesa de Barcelona.
Nadie ech¨® de menos al otro. Los espadas del mano a mano eran las figuras, las que deb¨ªan estar y estaban, por derecho propio, en la corrida de Beneficencia. A los toros f¨¢ciles les hicieron el toreo f¨¢cil que les dictaba la inspiraci¨®n, y en los dif¨ªciles aportaron valor y recursos. Ni Espl¨¢ ni Yiyo eludieron sus responsabilidades. Cuando hubo que estilizar lances y pases se esforzaron en depurar su estilo, y cuando hubo que encarar el albur de la cornada afrontaron con valor sereno el peligro. Ambos rompieron la rutina de los dos pases consabidos, pues aunque los ejecutaban -ya que la ortodoxia los cataloga fundamentales-, completaron las faenas con otras suertes, en perfecta ligaz¨®n.
La gran lidia, sin embargo, estuvo a cargo de Espl¨¢ en todos los toros y principalmente en el quinto. Aquello constituy¨® una lecci¨®n de toreo que deber¨ªa impartirse en todas las escuelas de tauromaquia. Espl¨¢ lo lidi¨® de tal manera que midi¨® perfectamente sus niveles de bravura. Qued¨® claro que el producto de Chic¨¢ -la llamaremos chicano- era bravuc¨®n, de los que se arrancan de largo e incluso apabullan con violenta agresividad, pero que claudican ante un enemigo superior. Ese enemigo superior fue el maestro. En un par comprometid¨ªsimo por los terrenos de dentro prendi¨® s¨®lo un palo, pero repiti¨® la suerte, y del encuentro sali¨® triunfante el torero y humillado el toro. Mientras el p¨²blico aclamaba a Espl¨¢, en un verdadero delirio, el chicano se refugiaba en toriles.
En los primeros muletazos repiti¨® el bravuc¨®n su violenta agresividad, y pues el diestro le ganaba terreno, pas¨¢ndose de cerca los pitones con pinturera impavidez, volvi¨® a claudicar. Derrotado por el valor y la maestr¨ªa, de cada pase escapaba a tablas y Espl¨¢ ten¨ªa que provocarle para que volviera a tomar el enga?o. Tir¨® el diestro los trastos, anud¨® la pa?oleta al asta en un alarde final de dominio, cit¨® a recibir. La lecci¨®n magistral concluy¨® al rodar el toro sin puntilla y la oreja, que fue concedida, era premio irrelevante para la importancia de la lidia que se acababa de producir. Hubo aficionados que protestaron el trofeo, seguramente porque consideraban que la faenano hab¨ªa sido brillante -lo cual es cierto: tampoco pod¨ªa serlo, con aqu¨¦l manso- pero est¨¢bamos en otra concepci¨®n del toreo; nada menos que en el toreo total que llamamos lidia, el cual se produce con vocaci¨®n de dominio y de gran espect¨¢culo desde el preciso, instante en que el toro salta a la arena.
La teor¨ªa de los dos pases, de que el toreo debe circunscribirse a la muleta, fue pulverizada ayer por Espl¨¢, cuya actuaci¨®n ya hab¨ªa alcanzado la categor¨ªa de memorable cuando brind¨® al p¨²blico la muerte de ese quinto toro. Taurinos profesionales ironizan ahora -ironizaban ya durante la feria- sobre la torer¨ªa de Espl¨¢ y los detalles que la conforman, y hacen delaci¨®n de ella en el sentido de que la tiene estudiada. "Se pasa y enga?a al p¨²blico", es su veredicto. Como siempre, para los taurinos profesionales la fiesta oscila entre el derechazo y el fraude y nunca entender¨¢n su grandeza, que ni siquiera intuyen. La fortuna es que, en plena decadencia del arte de torear, fruto de la vulgaridad y la incompetencia, ha aparecido un torero que "se pasa" precisamente en espectacularidad, en temperamento, en repertorio, en t¨¦cnica de lidiador, en torer¨ªa, y adem¨¢s posee los conocimientos propios de un maestro en tauromaquia. Nada podr¨ªa ser m¨¢s despreciable para los taurinos profesionales, ni m¨¢s beneficioso para la fiesta.
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