Sobre ETA , sus admiradores y un ministro
Vaya por delante, para quienes no me conozcan o no oyeron sonar mi nombre y apellidos, mi fervor por el r¨¦gimen de libertades, por la democracia. Para quienes me conozcan o siguieron a lo largo de los a?os mi peripecia personal, ello no es preciso. Para todos, mi respeto. Pero yo no escribo para hablar de m¨ª, sino de ETA o, m¨¢s bien, de sus admiradores, y de paso, para ejerciendo la parcela de defensor para la que estoy legitimado, hacer de defensor de un hombre, hoy ministro, pero ante todo un hombre bueno, que es titular de la cartera de Interior, injuriado -que es muy distinto a criticado, lo que es perfectamente admisible y hasta necesario- cobardemente - desde las p¨¢ginas de un diario y una revista de Euskadi, que vomitan una mezcla de odio, chuler¨ªa y altaner¨ªa que, combinada con defiencias gramaticales o literarias considerables, no hacen precisamente de sus seud¨®nimos autores unos aspirantes a premios literarios o period¨ªsticos. Pero les leen, algunos les leen. Y para esos algunos escribo hoy.Euskadi es una admirable tierra, como cualquier otra, poblada de vascos y de gentes que, sin serlo, llegaron y se instalaron en ella. Mi solidaridad para con todos. Pero en ella la sangre no deja de
correr y la ruina galopa veloz, y ello, al margen de los fallos pol¨ªticos que no es nunca una justificaci¨®n suficiente-, es culpa de una enloquecida y mercenaria banda terrorista, pero tambi¨¦n de quienes descorchan botellas de champa?a cuando muere asesina do un guardia civil; salen a la calle para pedir amnist¨ªa de presos ya condenados por delitos de sangre o, simplemente, leen con complacencia parecida a la de quien, fuera de s¨ª, sigue una historieta pornogr¨¢fica- esos diarios o re vistas. Y a esas gentes hay que de cirles, desde donde sea y por los medios que sea, que est¨¢n siendo utilizados, que no son dem¨®cratas, aunque ellos crean que lo son m¨¢s que nadie; que van a llevar a Euskadi, primero, y al resto del Estado espa?ol, despu¨¦s, a las tinieblas de una guerra civil que no queremos nadie en este pa¨ªs, como ha quedado sobradamente demostrado en los ¨²ltimos tiempos.
Si a ETA se le niega el apoyo desde todos los sectores de la sociedad vasca, quedar¨¢ sin infraestructura para sus viles acciones, pero, sobre todo, no podr¨¢ atribuirse la representatividad de nadie, con lo que su calidad de organizaci¨®n mercenaria -la de sanguinaria est¨¢ suficientemente probada- quedar¨¢ al descubierto. Reconsideren ustedes, los que celebran el dolor, la ruina y la muerte, sus posicionamiento, y recuerden que rectificar no supone humillaci¨®n ni verg¨¹enza. Luchen, s¨ª, todo lo que quieran por la libertad y la democracia, como tantos otros en este pa¨ªs lo hicimos, sin bombas ni metralletas, ni siquiera con aplausos c¨®mplices.
Dejo para el final la defensa de quien, repito, es un hombre bueno, que sufre como todo bien nacido con el dolor de los dem¨¢s y que, evidentemente, puede haberse equivocado o equivocarse en el futuro. Crit¨ªquenle, pero no le insulten; pidan su destituci¨®n desde el Parlamento -por cierto, el ¨²nico portavoz legal del pueblo en toda democracia-, pero no den rienda a la histeria y al desorden quemando coches o fracturando escaparates; manifiesten su desacuerdo con cualquier medida legal o policial que tome, pero h¨¢ganlo desde la correcci¨®n en el medio que sea. Pero, por favor, no le descalifiquen s¨®lo ni por no haber nacido en Euskadi ni por ser el ministro del Interior, porque con ello demuestran una imaginaci¨®n obtusa, cuando menos.
Quien esto escribe defiende la solidaridad entre los pueblos y los hombres y mujeres de Espa?a, y defendi¨® siempre, incluso en momentos dif¨ªciles, la dignidad de la persona. Yo les invito hoy a que, desde sus ideas y actividades, se alejen de la muerte y se acerquen a la convivencia. Convivencia que el ministro del Interior, sus polic¨ªas y el colectivo social desean con todas sus fuerzas, y cuando haya errores o infracciones a la ley, den¨²nciense. Ese es el aut¨¦ntico Estado de, derecho, en el que todos podremos llegar a gritar sin sonrojo: ?Viva Euskadi!
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