El dolor de pagar los impuestos
HOY CONCLUYE el plazo para presentar las declaraciones positivas del impuesto sobre la renta y sobre el patrimonio. El incremento durante los ¨²ltimos a?os del n¨²mero de declaraciones, todav¨ªa compatible con bolsas de fraude fiscal cuya magnitud resulta dif¨ªcil de calcular, es s¨ªntoma de un mayor esp¨ªritu c¨ªvico de los contribuyentes y de un trabajo m¨¢s eficaz de control y vigilancia por parte de la Administraci¨®n. La afirmaci¨®n de que Espa?a es una especie de para¨ªso fiscal resulta as¨ª cada vez menos exacta. El Gobierno calcula los ingresos fiscales totales para 1983 en 6,3 billones de pesetas. Considerando esta cifra respecto al valor de la producci¨®n de bienes y servicios (PIB), la presi¨®n fiscal en nuestro pa¨ªs, en 1983, ser¨¢ del 28%. Este porcentaje es inferior a la media del 36% de los pa¨ªses de la OCDE, pero supera al 26% de Jap¨®n y se asemeja a los ¨ªndices de Estados Unidos. El crecimiento de la presi¨®n fiscal ha sido en Espa?a mucho m¨¢s r¨¢pido que la media de la OCDE en el per¨ªodo 1976-1980 (cinco puntos frente a 1,3 puntos). Tan es as¨ª que desde que comenz¨® la transici¨®n pol¨ªtica en Espa?a -1976- hasta hoy la presi¨®n fiscal ha crecido en nueve puntos.La estructura de la imposici¨®n en Espa?a, entre impuestos directos (los que gravan la renta) e indirectos (que inciden sobre el gasto) se asemeja bastante a la de los pa¨ªses desarrollados. La principal originalidad, y un importante motivo de desincentivaci¨®n de inversiones, corresponde al alto porcentaje de las cotizaciones de la Seguridad Social: casi un 49% de los ingresos totales, frente a un 23% en la media de la OCDE. S¨®lo Francia, con un 43% de cotizaciones sociales dentro del total de los ingresos fiscales, si aproxima a Espa?a. En Estados Unidos, ese rengl¨®n s¨®lo representa el 26%. Los impuestos sobre la renta de las personas y sociedades ascienden en Espa?a al 26% de nuestros ingresos fiscales totales, mientras que representan el 18% en Francia, el 40% en la media de los pa¨ªses de la OCDE y el 47% en Estados Unidos. Los impuestos indirectos sobre el consumo significan en Espa?a el 20% de la recaudaci¨®n fiscal, frente al 29% en la media de los pa¨ªses de la OCDE, el 40% en Francia y -el 16,6% en Estados Unidos.
Hay que reconocer que la declaraci¨®n del impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas y el pago de la diferencia entre las retenciones realizadas a lo largo del a?o y la cantidad a liquidar cada mes de junio sigue siendo la principal tragedia fiscal de muchos espa?oles. Las gentes con mayor esp¨ªritu c¨ªvico se consuelan con el argumento de que en otros pa¨ªses se paga todav¨ªa m¨¢s. Pero la queja generalizada es que las contrapartidas. por el lado del gasto (colegios, transportes, hospitales, seguridad ciudadana, etc¨¦tera) son todav¨ªa escasas y que el Estado dilapida el dinero que recauda. No pocas esperanzas del cambio pol¨ªtico est¨¢n todav¨ªa depositadas en una mejor administraci¨®n de ese dinero por parte de los socialistas.
Una objeci¨®n mayor es la obstrucci¨®n tecnicista, y un poco m¨¢gica, que la Administraci¨®n hace al propio pago del impuesto. Si doloroso, para cualquiera, es pagar, encima hacerlo es de una complicaci¨®n insoportable. La propia Administraci¨®n empieza as¨ª por maltratar al contribuyente honesto. La concepci¨®n del impuesto sobre la renta es todav¨ªa demasiado jur¨ªdica, encierra una enorme desconfianza hacia el ciudadano, al que trata primordialmente como un defraudador en potencia, y discrimina entre los contribuyentes fiscalmente transparentes, (trabajadores por cuenta ajena y funcionarios, a quienes se retiene autom¨¢ticamente un porcentaje mensual de sus salarios) y los opacos (profesionales liberales, empresarios especuladores ... ). Los contribuyentes di¨¢fanos tributan por todas las rentas declaradas, que son las efectivamente percibidas, pero los gastos deducibles son fijados con absoluta discrecionalidad -arbitrariedad, para ser claros- por el Estado. No se entiende, por ejemplo, la raz¨®n de que no sean deducibles la totalidad de los gastos de una enfermedad si se aportan las correspondientes facturas de m¨¦dicos y hospitales; este procedimiento facilitar¨ªa, de paso, pistas para llegar con facilidad la zonas de menor transparencia fiscal. Tampoco se comprende por qu¨¦ un matrimonio de trabajadores no puede deducir en su totalidad los gastos de una empleada de hogar que, si prestase sus servicios en una empresa, tendr¨ªa un coste deducible de los ingresos brutos de la entidad. Ni queda claro el motivo de que, en una ¨¦poca de crisis, los est¨ªmulos a la inversi¨®n sean tan parcos. En el cuadro de deducciones, es escandalosa la ausencia de hijos mayores de edad en situaci¨®n de paro. Esta laguna supone una desconexi¨®n del recaudador de la realidad econ¨®mica y social del pa¨ªs.
En este peque?o cat¨¢logo de agravios, que no aspira a ser exhaustivo, ocupa tambi¨¦n un lugar de honor la inflaci¨®n, silencioso colaborador del recaudador que, casi de puntillas, aumenta la presi¨®n fiscal y disminuye nuestra capacidad adquisitiva en t¨¦rminos reales. Aunque los prop¨®sitos del Gobierno socialista apuntan a desgravar a las clases menos favorecidas y a aumentar la presi¨®n sobre los contribuyentes m¨¢s agraciados por la fortuna, no estar¨ªa de m¨¢s que esa estrategia incorporase medidas orientadas a ajustar el impuesto sobre la renta a la realidad econ¨®mica de cada ciudadano. El est¨ªmulo a la inversi¨®n y la disuasi¨®n del consumo ostentoso son re medios fiscales adecuados a una coyuntura caracteriza da por la escasez de empleo y debilidad de las inversiones.
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