Ti¨¦ntenme, por favor
As¨ª no vamos a ninguna parte. Porque se ha llenado la ciudad de vallas publicitarias, y la televisi¨®n, de anuncios incitantes que, una vez m¨¢s, ignoran miserablemente a las mujeres. (Nota: Detente, oh, lector, que en este momento planeas abandonar la p¨¢gina, aterrado por la paliza feminista que pueda avecin¨¢rsete.)A m¨ª me encantar¨ªa trasegarme un ricard con cinco partes de inocencia y una de malicia, y que un martini me invitara a vivir, y que me sirvieran un cointreau on the rocks cada vez que me diera el vah¨ªdo. Quisiera yo que me tentaran desde los cartelones callejeros, desde la peque?a pantalla, en los descansos de los cines y en las p¨¢ginas satinadas de las revistas. Mas los anuncios, ay de m¨ª, s¨®lo piensan en ellos, y por eso exhiben bell¨ªsimas muchachas de carne de sand¨ªa tumbadas sobre arenas, hamacas, rocas, pilones y otros complementos m¨¢s o menos naturales. Los anuncios s¨®lo les presumen el alcoholismo y el poder adquisitivo a ellos, los mancebos, y estamos las mujeres condenadas al secano o a la copa sin est¨ªmulo.
Lo nuestro, por otra parte, va de mal en peor. Ya era triste que se nos tentara con la se?ora Companys, especialista en paellas, que quita la grasa con un poquirrit¨ªn de Coral. Ya era desconsolador en demas¨ªa que nos pregonaran las excelencias de la lavadora que no obliga al desri?one. Ya era lamentable de por s¨ª que nos incitaran a cambiar de detergente y dar el brazo a torcer. Sin embargo, en ese desalentador panorama, lo m¨¢s dram¨¢tico a¨²n estaba por llegar: desde hace muy poco, caen sobre nosotras obsequi¨¢ndonos con una casete de Luis del Olmo cada vez que nos entra la ventolera de adquirir dos aparentemente inofensivas prendas Belcor.
?Hasta d¨®nde vamos a llegar? En mi nombre y en el de mis amigos gay (nota: observa, oh, lector, c¨®mo la paciencia tiene siempre su premio), pido, exijo, clamo por una tentaci¨®n decente y saludable, una cosa m¨ªnima de surfista en tanga dispuesto a modo de lubina sobre un lecho de hinojo, o bien un negrazo incombustible apoyado como al desgaire contra el quicio de una palmera.
Con menos no me conformar¨¦.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.