OTAN y bases, ?peligro nuclear?
Resulta sugerente la hip¨®tesis que sobre el PSOE en relaci¨®n a la OTAN expon¨ªa hace unos d¨ªas un editorial de este diario: el partido del Gobierno est¨¢ decidido a relacionar la cooperaci¨®n militar con la alianza al ingreso en la CEE. Si para mediados del a?o pr¨®ximo se consigue fijar la fecha del ingreso en la CEE, podr¨ªa llevarse a cabo la integraci¨®n en la OTAN sin grandes resistencias de la opini¨®n p¨²blica. Hip¨®tesis que por mi parte la completar¨ªa con la siguiente interpretaci¨®n: el Gobierno ha apostado ya por la OTAN (pues desea el ingreso en la CEE); ahora de lo que se trata para ¨¦l es de eliminar los obst¨¢culos que se oponen a la cooperaci¨®n integral (pol¨ªtica y militar) con ella. En esta perspectiva, las promesas de refer¨¦ndum del vicepresidente del Gobierno no son la evidencia de contradicciones interministeriales, sino lisa y llanamente un intento chato y pragm¨¢tico de desactivar, el movimiento contrario a la Alianza Atl¨¢ntica.De todas maneras, el Gobierno lo tiene dif¨ªcil. El movimiento de oposici¨®n al ingreso en la OTAN, lejos de aminorarse cuando se le situ¨® ante el hecho consumado de la aprobaci¨®n parlamentaria de la UCD, no ha hecho m¨¢s que crecer. Y yo dir¨ªa que hoy su capacidad de arrastre es todav¨ªa mayor. Lo pone en evidencia las movilizaciones que desde 1982 se han realizado hasta ahora, y se explica. A aquella motivaci¨®n originaria de rechazo a la OTAN, basada en una aversi¨®n instintiva a modificar nuestro statu quo de aparente distanciamiento -pues real no lo era, dada la existencia del tratado bilateral con Estados Unidos- del bloque militar m¨¢s pr¨®ximo, se une hoy la comprobaci¨®n del aut¨¦ntico coste econ¨®mico del ingreso -ah¨ª est¨¢ el desembolso destinado al proyecto FACA, ?qu¨¦ lejos de los 6.000 millones de pesetas que seg¨²n el especialista comandante Lobo iba a costar nuestra vinculaci¨®n a la OTAN!- y, sobre todo, como motivaci¨®n m¨¢s importante, el temor a vernos envueltos en una guerra que suscita nuestra vinculaci¨®n-pol¨ªtica y militar a la alianza. No es casual que Espa?a figurara entre los pa¨ªses mas inquietos ante la amenaza de una guerra en una encuesta patrocinada por 10 medios de comunicaci¨®n, entre ellos EL PAIS, y publicada en este diario hace cuatro semanas.
Desde este punto de vista, tampoco resulta extra?o que las bases norteamericanas se hayan convertido en el principal incentivo de las movilizaciones anti OTAN. Se ven, razonablemente, como blancos nucleares. El propio embajador espa?ol ante la OTAN, Jaime Ojeda, manifestaba hace unos d¨ªas a un semanano que hoy, ya, los "misiles sovi¨¦ticos apuntan a Espa?a", para argumentar a continuaci¨®n que el hecho de ingresar en la OTAN no iba a aumentar el peligro nuclear que se cierne sobre nosotros. Casi al mismo tiempo, el presidente Gonz¨¢lez se interrogaba en M¨¦xico por qu¨¦ "desde el otro bloque hay misiles nucleares apuntando a instalaciones espa?olas" si Espa?a ha decidido no aceptar armas nucleares sobre su territorio. Quiz¨¢ lo hac¨ªa tambi¨¦n con el ¨¢nimo de inducir en la opini¨®n p¨²blica una respuesta semejante a la que daba Jaime Ojeda: no vamos a dejar de ser un blanco nuclear por no ingresar en la OTAN . acoj¨¢monos pues al paraguas otanico. Estamos al parecer ante una nueva l¨ªnea argumental-defensiva del PSOE. Pero ?es v¨¢lida esa conclusi¨®n?
Evidentemente que no. De ser cierta la sospecha de que ya hay misiles del Pacto de Varsovia apunt¨¢ndonos, hay que concluir que este supuesto no es independiente de la credibilidad que ofrece el Gobierno cuando dice que no se van a instalar misiles nucleares en nuestro suelo. La URSS, l¨®gicamente, no puede desconsiderar el hecho de que el Gobierno espa?ol se haya negado a firmar el tratado de no proliferaci¨®n de armas nucleares, el que se haya desdicho de sus promesas de sacarnos de la OTAN "de la misma forma en la que entramos" y, finalmente, el que el Gobierno espa?ol carezca ya de fuerza moral para oponerse a la petici¨®n de la OTAN de instalar en nuestro suelo armas nucleares cuando ¨¦sta lo crea conveniente, despu¨¦s de haber apoyado el despliegue de los misiles de crucero y Pershing 2 en los pa¨ªses vecinos. Saludablemente, en el movimiento en favor de la paz, aqu¨ª y en Europa, se van imponiendo las posiciones unilateralistas. No es s¨®lo una l¨®gica pol¨ªtica; es tambi¨¦n una actitud: la de no condicionar los propios pasos de desarme a lo que diga o haga el hipot¨¦tico adversario. Se trata, pues, de hacer gestos reales en favor de la paz sin pedir nada a cambio, de ganar credibilidad como luchadores por la paz. As¨ª es posible hacer del neutralismo, de la no pertenencia a ninguno de los dos bloques, una garant¨ªa para no ser agredido por nadie.
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