Pol¨ªtica monetarista, m¨¢s privatizaciones y pena de muerte, programa del nuevo Gabinete brit¨¢nico de Margaret Thatcher
Margaret Thatcher encara su segundo mandato de cinco a?os al frente del Gobierno brit¨¢nico con un Gabinete hecho a su imagen y semejanza, al menos en todas las carteras significativas. Thatcher no ha barrido completamente de su nuevo Gobierno a los wets (moderados), pero ha eliminado a sus cabecillas y confiado los puestos clave a hombres que no s¨®lo comparten fervientemente su propia l¨ªnea pol¨ªtica, sino que le deben, pr¨¢cticamente, su carrera personal.
Todo hace prever que la pol¨ªtica monetarista proseguir¨¢ inflexiblemente, as¨ª como las privatizaciones, y que se lanzar¨¢ inmediatamente, desde el Ministerio del Interior, una ofensiva de ley y orden que la primera ministra no logr¨® poner en pr¨¢ctica en su primer mandato. Por lo pronto, ya se ha anunciado que en las pr¨®ximas semanas se reabrir¨¢ en la C¨¢mara de los Comunes el debate sobre la reinstauraci¨®n de la pena de muerte.La destituci¨®n de Francis Pym como ministro de Asuntos Exteriores y su alejamiento del Gabinete trasciende la mera an¨¦cdota del enfrentamiento personal -y p¨²blico- entre Margaret Thatcher y un miembro de su Gobierno. Pym representa, como William Whitelaw, una manera distinta de entender el papel del Partido Conservador en la sociedad brit¨¢nica, una manera tal vez m¨¢s cl¨¢sica y tradicional que la que supone Margaret Thatcher. El thatcherismo como fen¨®meno pol¨ªtico, con todas sus implicaciones de exaltaci¨®n del individualismo, inflexibilidad y mantenimiento de una l¨ªnea que lleva al enfrentamiento directo con los sindicatos y a la desaparici¨®n del papel protector, o superprotector, del Estado, no tiene ra¨ªces profundas en el partido tory. Es un experimento nuevo, contemplado con recelo por personas como Pym y Whitelaw -que por su edad conocieron la ¨¦poca anterior a la segunda guerra mundial- y que recuerdan duras etapas de enfrentamientos sociales y a otros primeros ministros conservadores m¨¢s partidarios del compromiso y de la negociaci¨®n.
No es un secreto para nadie en el Reino Unido que ambos pol¨ªticos -que tuvieron un d¨ªa ambiciones de primer ministro- encabezaban la cr¨ªtica interna a la primera ministra.
Duro golpe para Pym
Tal vez otros miembros del anterior Gobierno abrigaban tambi¨¦n dudas; pero, posiblemente porque Pym y Whitelaw tienen, o ten¨ªan, un gran peso espec¨ªfico como pol¨ªticos, o porque ven a Margaret Thatcher como una intrusa, una l¨ªder al estilo populista, poco acorde con su propia formaci¨®n, casi aristocr¨¢tica, fueron ellos los ¨²nicos que no agacharon la cabeza y cerraron la boca.La victoria arrolladora de Margaret Thatcher en las elecciones del pasado d¨ªa 9 supuso un duro golpe para Pym, cuya actitud despectiva ante la primera ministra era demasiado notoria, y casi insalvable para Whitelaw, que, utilizando todo su peso, s¨®lo ha conseguido la recompensa de la despedida: ser¨¢ el speaker (presidente) de la C¨¢mara de los Lores y recibir¨¢ para ello el nombramiento hereditario de lord, el primero que se otorga desde 1964.
Para sustituirlos en puestos tan relevantes como los que ocupaban, Margaret Thatcher ha elegido dos hombres muy diferentes.
El nuevo ministro de Asuntos Exteriores es sir Geoffrey Howe, que ocup¨® en el Gabinete anterior la dificil y agotadora cartera de Hacienda. Su nuevo trabajo, que colma todas sus esperanzas, ser¨¢ un valioso apoyo para Thatcher.
A partir de la guerra de las Malvinas, la primera ministra ha adquirido un creciente inter¨¦s personal en temas de pol¨ªtica exterior, hasta el extremo de inmiscuirse directamente en el trabajo del titular, algo que Francis Pyrn, celoso de la tradicional autonom¨ªa del secretario del Foreign Office, contemplaba con horror. Con Howe no tiene por qu¨¦ existir este problema, a menos qu¨¦ el cargo termine por moldearle, y no al contrario.
Un 'joven' en Interior
El nombramiento de Leon Brittan como ministro del Interior ha causado sorpresa. Es el miembro m¨¢s joven del Gabinete, 43 a?os, y fue un protegido de Whitelaw, y en cuanto tal podr¨ªa ser una garant¨ªa para aquellos conservadores tradicionales que guardan la llama de las libertades civiles y que podr¨ªan haberse alarmado ante el nombramiento -que se rumore¨®- del halc¨®n entre los halcones, Norman Tebbit. La clave del nombramiento de Brittan podr¨ªa ser esa, sumada al hecho de que el joven pol¨ªtico tory es, en lo econ¨®mico, un ferviente admirador de la pol¨ªtica thatcheriana.Tebbit, de 52 a?os, esperaba una promoci¨®n, pero ha tenido que sacrificarse, al menos por el momento. Su ascenso inmediato hubiera supuesto la confirmaci¨®n de todos los temores. Adem¨¢s, Margaret Thatcher le necesita en el Ministerio de Empleo durante algunos meses m¨¢s, para llevar a cabo la pol¨ªtica de: acoso y derribo de los sindicatos, (que ya inici¨® en el mandato anterior y que espera culminar inmediatamente. Tebbit no flaquear¨¢ ni un minuto en esa tarea.
M¨¢s f¨¢cil era sobre el papel la promoci¨®n de otro de los hombres de Maggi, el presidente del partido, Cecil Parkinson, que ocupar¨¢ una cartera revalorizada, Industria y Comercio. Parkinson le ha ganado la batalla a Pym, porque se afirma que durante los ¨²ltimos d¨ªas el ex ministro de Asuntos Exteriores intent¨® hacerse con ese nombramiento. La ¨²nica oferta que recibi¨® de la primera ministra fue la presidencia de la C¨¢mara de los Comunes, y Pym la rechaz¨®, indignado.
Para sustituir a Howe, Margaret Thatcher ha elegido tambi¨¦n a un hombre que le debe personalmente todo. Nigel Lawson, de 51 a?os, ex ministro de Energ¨ªa, ha hecho una carrera espectacular bajo la protecci¨®n de la primera ministra, con la que comparte, sin el menor asomo de duda, los planteamientos econ¨®micos.
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