Arrestado el guardia italiano que dispar¨® contra el p¨²blico en el estadio de Cibali, en Sicilia
Ten¨ªa que haber sido un partido apretado de entusiasmo y de esperanza, y por eso el estadio de Cibali de la ciudad siciliana de Catania estaba abarrotado con sus 6.000 espectadores. Un lleno total. Y sin embargo fue una tragedia. A uno de los guardias del campo, ?ngelo Grasso, de 54 a?os de edad, casado y padre de 11 hijos, insultado por un grupo de hinchas, no se le ocurri¨® otra cosa que coger su fusil autom¨¢tico y empezar a disparar contra la gente. El balance del gesto de locura fue de un muerto y diez heridos. El p¨¢nico se encarg¨® de producir otros 15 heridos, pr¨¢cticamente aplastados.
Lorenzo Martino, de 28 a?os, empleado, padre de dos hijos, muri¨® casi instant¨¢neamente por impactos de bala, a pesar de que lo trasladaron a hombros al hospital Garibaldi, que est¨¢ a dos pasos del campo de f¨²tbol. Otro de los heridos, Salvatore Ragusa, de 25 a?os, estaba ayer a¨²n grav¨ªsimo, luchando entre la vida y la muerte. Otro de los heridos, probablemente se quedar¨¢ ciego. Los heridos est¨¢n repartidos en tres hospitales distintos. No se recuerda en la historia moderna de Catania momentos de tanto miedo como los del domingo. Ni siquiera cuando hace unos meses el volc¨¢n Etna empez¨® a amenazar con sus rugidos.Todo empez¨® minutos antes de que el ¨¢rbitro pitase para empezar el juego del partido Catania-Perusa, muy importante para el equipo siciliano porque de aquella tarde depend¨ªa el que pudiera aspirar a subir a Primera Divisi¨®n.
Los disparos del fusil del guardia del estadio se confundieron en un primer momento con los estampidos de los cl¨¢sicos petardos lanzados por los hinchas. Hasta el punto de que el ¨¢rbitro, tras unos segundos de indecisi¨®n, permiti¨® que empezara el juego. Pero enseguida, junto con el humo de los petardos, empez¨® a difundirse en el campo un clima de p¨¢nico.
Aumentaban los gritos, los alaridos, el correr de la gente, las sirenas de las primeras ambulancias, los empujones y la sangre. Y en toda la ciudad, la angustia y el terror cuando las ondas de la radio difundieron las primeras noticias de lo que estaba pasando en el estadio Cibali.
Intento de linchamiento
En realidad, la tragedia podr¨ªa haber sido a¨²n mayor sin la valent¨ªa del carabinero Francesco Greco, que en una lucha cuerpo a cuerpo con el guardia enloquecido consigui¨® arrancarle el fusil cuando a¨²n le quedaban dentro seis balas. Y fueron tambi¨¦n los carabineros quienes impidieron otro muerto seguro, porque la gente se hab¨ªa lanzado ya contra el guardia desarmado con todas las intenciones de lincharle.A¨²n no se sabe en realidad qu¨¦ le ocurri¨® al padre de 11 hijos, que no tiene antecedentes penales, que pose¨ªa un fusil y dos pistolas, pero declaradas oficial mente, y que viv¨ªa all¨ª, a la puerta del estadio, desde hace muchos a?os. Le hab¨ªan dado aquel cargo por haber sido tambi¨¦n ¨¦l un jugador lejano del equipo de la ciudad.
Ante el juez ha afirmado que estaba harto -la expresi¨®n fue mucho m¨¢s cruda y expresiva de todas las fechor¨ªas, los insultos y "Ias bromas de cuartel" que continuamente le hac¨ªan algunos grupos de hinchas desvergonzados. Hab¨ªan llegado incluso a orinarle por debajo de la puerta de su casa. Y quiz¨¢s lo que de verdad colm¨® el vaso, la ¨²ltima gota, fue algo que un siciliano dif¨ªcilmente puede aceptar sin lavar el honor. Dijo al magistrado que hab¨ªan llegado aquellos hinchas a "hacer obscenidades" delante "de su mujer y de una de sus hijas". Y aquello debi¨® ser decisivo para ¨¦l.
Con mucha probabilidad eso fue todo. Un momento de locura de un hombre que con 11 hijos dif¨ªcilmente podr¨¢ llevar una vida muy serena y menos a¨²n sin preocupaciones. Es posible, dicen los psic¨®logos, que el guardia quisiera usar aquel fusil contra algo bien concreto. En definitiva, contra lo que no permite probablemente sacar adelante dignamente a su madriguera de hijos y a quien le aconsej¨® traer tantos al mundo. Ahora se abrir¨¢ una investigaci¨®n judicial. Se har¨¢n hip¨®tesis.
Los tribunales juzgar¨¢n si ?ngelo Grasso se volvi¨® loco o no en aquel momento. Pero, como han empezado ya a indicar algunos observadores, lo que no ser¨ªa justo es que se quedase en la sombra la responsabilidad de aquellos hinchas que hicieron, en definitiva, saltar los nervios al padre de familia; que no debe olvidarse que el deporte se est¨¢ cargando de demasiada violencia; que habr¨¢ que ver cu¨¢ntas veces el guardia protest¨® contra las fechor¨ªas 37 las humillaciones recibidas por los hinchas desaprensivos y violentos y cu¨¢nto caso le hicieron.
En una palabra, que con la c¨¢rcel ahora y la condena ma?ana del guardia del estadio, y con sus hijos en un orfanato no puede acabarse la triste historia de la tr¨¢gica tarde de Catania.
En Italia, es el segundo episodio de violencia mortal acaecido en un estadio. El otro tuvo lugar en 1979 durante un partido Roma-Lazio, cuando un grupo de hinchas lanz¨® un cohete que caus¨® la muerte instant¨¢nea de un joven aficionado del Lazio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.