La renta
Una vez acabado el plazo, una vez consumado el sobresalto, hora es ya de decir sin m¨¢s ambages que la declaraci¨®n de la renta es un espanto, una par¨¢bola, una f¨¢bula moral sobre la condici¨®n humana: miseria, ay, miseria y contingencia, puro crujir de dientes, polvo somos (cosa que, por otra parte, me tem¨ªa).Y no me refiero a eso que dicen los expertos, a saber, que somos los asalariados, las clases medias bien atadas, quienes m¨¢s soportamos el aguij¨®n de Hacienda, mientras que los ricos tienen la cosa m¨¢s f¨¢cil, m¨¢s clemente.
Tampoco me refiero al hecho, en s¨ª inquietante, de que no controlamos a d¨®nde van a parar nuestros dineros, de que no sabemos qu¨¦ FACA, qu¨¦ bomba, qu¨¦ subflusil alimentamos renta a renta, o qu¨¦ parte estoy pagando del futuro campo de tiro de Caba?eros, por ejemplo, proyecto que me parece horrible y del que, sin embargo, oh paradoja rentista, soy una infinitesimal socia capitalista.
Lo que m¨¢s melanc¨®lica me deja es esa sensaci¨®n de indefensi¨®n. T¨² estas ah¨ª, peque?a y d¨¦bil, con tus cuentas y tus recibos al aire, destripada, confesando toda tu intimidad num¨¦rica, aterrada de haber olvidado algo, de haber equivocado un cero, una deducci¨®n, un a?adido, estragada de papeles, pecadora.
Triste situaci¨®n la del asalariado, al albur de abusos y de traumas. Nuestra condici¨®n de v¨ªctima inerme se manifiesta en todo su esplendor ante los m¨¦dicos. Qu¨¦ desolaci¨®n estar en cueros ante alguno de esos hechiceros y saber que no te dar¨¢n ning¨²n recibo.
-"Es que si me pide recibo tengo que cobrarle mucho m¨¢s", te dicen, si te atreves a exigirlo.
Pero no te atreves, porque a ti no te asusta pagar m¨¢s, sino que se enfade, que no te cuide bien, que no te sane, que no te quite el miedo al dolorcillo que de pronto te muerde los ri?ones. Y as¨ª, con la despojada humildad del que est¨¢ enfermo, terminas por agradecerle incluso el fraude. Porque nunca me he sentido m¨¢s desvalida que en la consulta de un dentista, la boca abierta, los hierros metidos en las caries, con tu salud y tu renta en manos de ese hombre que te cura y te tortura.
Es un desamparo de fresa y torno que te hace comprender que no eres nadie.
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