Otra Polonia, otro Papa
LA IDENTIFICACI?N entre pol¨ªtica y religi¨®n en Polonia da un significado trascendente a la visita que comienza hoy el papa Wojtyla, antiguo arzobispo de Cracovia. Este tipo de identificaci¨®n no es nueva en el mundo, pero s¨ª existe en la contemporaneidad, y en numerosos pa¨ªses o fragmentos del planeta, una forma de resurgimiento religioso que forma parte de nacionalidades ultrajadas, de sociedades oprimidas y luchas de liberaci¨®n. El ejemplo de Ir¨¢n (con todas las inmensas diferencias que separan los dos pa¨ªses) es bastante esclarecedor de esta corriente. En Polonia no existe hoy una unidad en cuanto a la clase de r¨¦gimen que deber¨ªa sustituir al actual: las diferencias las aglutina el esp¨ªritu del catolicismo, dirigido lo mismo contra la ideolog¨ªa comunista que contra el imperialismo sovi¨¦tico en el ¨¢rea.Wojtyla puso en marcha durante su ¨¦poca de cardenal, y vivific¨® en su primera visita papal a Polonia, una formidable m¨¢quina de resistencia y de asalto al poder. Lleg¨® a un punto m¨¢ximo a partir del cual se vio forzado a descender: la toma de poder por el general Jaruzelski la entendieron los polacos como un ¨²ltimo paso antes de una invasi¨®n de hecho por parte de la URSS. No solo la represi¨®n de Jaruzelski: lo que contuvo la lucha y la redujo a los l¨ªmites de lo posible fue el miedo a la cat¨¢strofe que podr¨ªa sobrevenir, y la seguridad pr¨¢ctica de que ni Estados Unidos ni ning¨²n otro pa¨ªs de Occidente intervendr¨ªan (m¨¢s all¨¢ de las sanciones econ¨®micas y de las exaltaciones verbales) en lo que parece zona acotada de Mosc¨². El sector de los extremistas de Solidaridad qued¨® dominado por el de los moderados, y la Iglesia se puso de parte de estos ¨²ltimos. Luego hasta los moderados mismos perdieron la batalla. El anuncio de la visita del Papa ha renovado la divisi¨®n entre quienes creen que no deb¨ªa hacerla porque supone un tipo de reconocimiento del r¨¦gimen de Jaruzelski y los que, por el contrario, estiman que va a fortalecer el ¨¢nimo de quienes trabajan por la transformaci¨®n polaca. La insistencia del Vaticano y del propio Juan Pablo II en que su viaje no tiene m¨¢s motivaci¨®n que la religiosa, pasa por encima de la identidad religi¨®n-pol¨ªtica en Polonia, y de la evidencia de la Iglesia como un poder temporal de primer orden en aquel pa¨ªs.
La Polonia que va a encontrar Juan Pablo II no es la que vio y estimul¨® cuatro a?os atr¨¢s. Tampoco ¨¦l es el mismo. Desde 1979, el papa Juan Pablo II no se ha dejado encerrar en el Vaticano, como los prisioneros anteriores, y ha tenido conversaciones amplias y francas con los grandes de este mundo, que pueden haberle hecho medir el verdadero alcance de sus gestos y sus decisiones. Por otra parte, una, Polonia donde la resignaci¨®n cristiana ha sustituido en grandes sectores a la militancia se parece poco a la que vio en 1979.
La atenci¨®n principal de esta visita se concentra en la posibilidad de una entrevista con Lech Walesa. Una cuesti¨®n de s¨ªmbolo y significaci¨®n que puede sobre todo reafirmar la confianza de la Iglesia en el hoy discutido jefe de la disidencia. M¨¢s trascendencia tendr¨¢n los contactos con Jaruzelski o sus representantes y la posibilidad de que se establezca una especie de comprensi¨®n o acuerdo mutuo sobre los l¨ªmites de la situaci¨®n polaca y sus perspectivas. Al margen de ello, una difusi¨®n e interpretaci¨®n de anecdotario y fotograf¨ªas pueden ser explotadas como quieran por los distintos sectores mundiales y locales interesados en el tema polaco. Quedar¨¢ sin duda el sentido de solidaridad del Papa con sus fieles polacos en un trance dificil de su historia. Pero quedar¨¢ tambi¨¦n la inc¨®moda impresi¨®n de que la Iglesia atiz¨® el fuego de la protesta contra el r¨¦gimen comunista y por las libertades y luego ha abandonado a quienes la siguieron en la rebeli¨®n y ha pactado con el poder objetivo. Este es sin embargo un an¨¢lisis prematuro: hay que esperar y ver el resultado de la visita. El comienzo de ella es, en principio, un ¨¦xito del poder militar en Polonia.
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