La protesta chilena
Despu¨¦s de 10 a?os de r¨¦gimen militar, cuando ya todo el mundo parec¨ªa que lo condenaba al olvido y lo archivaba en el ba¨²l del anecdotario de la violencia irracional, Chile vuelve a sorprender a propios y extra?os. Y sorprende -dice el autor de este art¨ªculo- por partida doble: de un lado, porque la dictadura del general Augusto Pinochet se encarga de recordamos sus estadios llenos de prisioneros y torturados, y de otro, porque su pueblo, pac¨ªfico y civilizado, da muestras vigorosas de rebeld¨ªa y comienza a ensayar el final de la tragicomedia que ha debido soportar por tan largo y excesivo tiempo.
Diversos hechos apuntan a creer en la debilidad del r¨¦gimen de fuerza del extremo sur de Am¨¦rica. Unos surgen del r¨¦gimen mismo imperante; otros, de la crisis mundial, y los m¨¢s, de lo que parec¨ªa dormido, la fuerza y organizaci¨®n del pueblo chileno. Pero unos y otros se entrelazan y activan rec¨ªprocamente. ?Estar¨¢ cerca el final?El descalabro total y sin retorno de la econom¨ªa se agudiza con la crisis mundial, pero es claramente el producto del fracaso de la pol¨ªtica de los militares pinochetistas. M¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n sin trabajo; ca¨ªda del producto en cerca de un 15%; endeudamiento externo, proporcionalmente el m¨¢s alto del mundo; destrucci¨®n total de la industria nacional; agricultura arruinada; tasas de inter¨¦s real que llegan a superar el 40%; p¨¦rdida de la asistencia sanitaria, que otrora hiciera famoso a Chile; deserci¨®n escolar, donde se carec¨ªa pr¨¢cticamente de analfabetos; universidades regidas por militares de infanter¨ªa para poner en marcha una ciencia empeque?ecida y ahogar el discurso y la poes¨ªa, que antes hicieran destacar al peque?o pa¨ªs m¨¢s all¨¢ de sus fronteras.
Hambra, opresi¨®n y tortura
El hambre, la desesperanza, la opresi¨®n llevada a extremos inconcebibles; la tortura como sistema de imponer la raz¨®n de la fuerza; la degradaci¨®n del disidente, su humillaci¨®n; la sa?a contra los humildes, reflejada en los allanamientos y detenciones masivas en estadios de f¨²tbol de las poblaciones modestas de todos "los ni?os mayores de catorce a?os"; el exilio de miles de ciudadanos impedidos de regresar a su patria, son la exteriorizaci¨®n de un sistema perverso, de un r¨¦gimen que abomina del ser humano. Hoy existen hechos y circunstancias que permiten abrigar una cierta esperanza de que Chile volver¨¢ a ser naci¨®n democr¨¢tica y civilizada y a rencontrarse con su historia de 160 a?os de democracia.
A la tragedia econ¨®mica y social comienza a sumarse la inseguridad de los propios militares chilenos ante el fracaso de su gesti¨®n, y no les queda m¨¢s remedio que asumirla plenamente. Ahora ya no tienen grandes grupos econ¨®micos de sustento a los cuales echarles la culpa en caso de apuro. Estos ya no dirigen la econom¨ªa; fueron aventados pol¨ªticamente por el propio Pinochet porque "s¨®lo crearon empresas de papel" que causaron la ruina del pa¨ªs. Tard¨® 10 a?os en darse cuenta.
Los grandes latifundistas y empresarios que fueron su apoyo hoy le vuelven la espalda; ni aun los fat¨ªdicos camioneros de Vilar¨ªn, esos que cobraban en d¨®lares diariamente por hacerle paros al Gobierno de Allende, est¨¢n con Pinochet. La encuesta Gallup de hace un par de meses dice que apenas (contaba) con un 17% de apoyo. .
Pero hay m¨¢s que sumar a las esperanzas: los grupos dispersos de oposici¨®n comienzan a unificarse. El partido de Allende, que otrora fuera el partido socialista m¨¢s fuerte de Am¨¦rica y eje de su Gobierno, escindido, corro¨ªdo por una profunda crisis incluso de identidad durante estos a?os de dictadura, se unifica y vuelve a ser un marco de referencia en la lucha por la libertad y la democracia. Decantado, purgando con sangre su parte de culpa en el fracaso, toma fuerza en los or¨ªgenes mismos de su historia de 50 a?os.
La Democracia Cristiana, un tercio del electorado chileno antes del golpe, no es apoyo directo ni indirecto de Pinochet. Por el contrario, tambi¨¦n paga con la c¨¢rcel, la persecuci¨®n y el exilio lo que pudieron ser sus debilidades, y se juega a fondo en el rescate de la libertad y la defensa de los derechos humanos.
Asco de la derecha republicana
Incluso la derecha republicana siente asco de la dictadura y se suma. El Partido Radical, aun los sectores que de ¨¦l se escindieron y de alguna forma hicieron de comparsa a los golpistas militares, renueva su tradici¨®n m¨¢s que centenaria de lucha por la libertad.
Todos estos sectores, que sumados antes de 1973 representaban el 80%, de la sociedad chilena, inician p¨²blicamente un creador di¨¢logo y llaman al consenso democr¨¢tico para poner t¨¦rmino al r¨¦gimen autoritario que impera en Chile.
Pareciera estar form¨¢ndose el germen de una nueva pol¨ªtica de mayor¨ªas cuyo objetivo central es la democracia y la participaci¨®n de todos, sin exclusiones de ning¨²n tipo.
Viejos rencores y antagonismos se superan en la demanda democr¨¢tica, y el af¨¢n de protagonismo es sustituido por la urgencia del cambio.
La Iglesia cat¨®lica, baluarte de los derechos humanos, descapitaliza ¨¦ticamente a los militares. Los comunistas, tradicionalmente moderados en el pa¨ªs, regresan, al parecer, de su repentino devaneo ultrista y est¨¢n por una pol¨ªtica de masas y una salida viable.
Peligroso aislacionismo
Al mismo tiempo que esto ocurre, los militares captan claramente que el aislacionismo en que Chile se sit¨²a internacionalmente, agregado al deterioro interno, es. francamente peligroso para la seguridad del pa¨ªs y lo coloca en una situaci¨®n de vulnerabilidad cada d¨ªa mayor.
Las duras palabras del ministro franc¨¦s de Asuntos Exteriores, Claude Cheysson, suenan a misil Exocet, las reticencias de vastos sectores americanos disminuyen las posibilidades de apoyo, mientras otras naciones que se abren al camino de la democracia lo ganan en el mundo entero.
Por l¨®gica, la confianza de los militares chilenos tiene que disminuir. Hasta en la m¨¢s modesta academia militar se lo dir¨ªan.
Una nueva actitud psicol¨®gica se engendra en Chile desde ese hist¨®rico 11 de mayo, refrendado la semana pasada con m¨¢s fuerza. Es la gente que pierde el temor y reclama el cambio. Ya aparecer¨¢n carteles diciendo: Se?or Pinochet, ?v¨¢yase!
es ex senador socialista chileno.
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