Reagan autoriza "conversaciones exploratorias" de Richard Stone con la guerrilla salvadore?a
Richard Stone podr¨¢ reunirse pr¨®ximamente con la guerrilla salvadore?a. La iniciativa cuenta con la autorizaci¨®n de Ronald Reagan y el visto bueno de San Salvador, condici¨®n exigida por el presidente norteamericano. Funcionarios de la Casa Blanca han puntualizado que no se trata de abrir una negociaci¨®n, sino de entablar "conversaciones exploratorias".
Dos exigencias han sido impuestas al embajador especial de Reagan en Centroam¨¦rica para este encuentro: su papel en el di¨¢logo con la guerrilla es el de un mediador entre ¨¦sta y el Gobierno salvadore?o, sin capacidad para negociar en nombre de la Administraci¨®n estadounidense; tampoco est¨¢ en juego un reparto del poder, sino la concesi¨®n de garant¨ªas a la izquierda para que pueda participar en las elecciones.Detr¨¢s de esta decisi¨®n se adivina un cambio por parte de Washington en la forma de encarar el conflicto salvadore?o, pero no en el fondo. La autorizaci¨®n de esta entrevista ha ido acompa?ada, por parte de Ronald Reagan, de declaraciones combativas contra el eje Mosc¨²-La Habana-Managua, que estar¨ªa tratando de apoderarse por las armas de toda Centroam¨¦rica.
Para aclarar dudas de hasta d¨®nde pueden llegar las conversaciones con la izquierda, ?lvaro Maga?a declar¨® al t¨¦rmino de su visita oficial a Washington que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por lograr la paz en su pa¨ªs, excepto negociar con la guerrilla. A?adi¨® que si esto formaba parte de las condiciones norteamericanas para mantener la ayuda militar, prefer¨ªa rechazarla. "Tenemos nuestro propio esquema para la paz. No creo que sea positivo negociar el reparto del poder", enfatiz¨®. En esta misma l¨ªnea, Reagan ha asegurado que su Gobierno no escuchar¨¢ a quienes est¨¢n dispuestos a desarmar a sus amigos y permitir que Am¨¦rica Central se vuelva un conglomerado de dictaduras antinorteamericanas.
La eventual entrevista entre Stone y la izquierda salvadore?a no pasa de ser as¨ª una an¨¦cdota de escasa trascendencia ante la voluntad estadounidense de mantener su pol¨ªtica de guerra sin cuartel a los grupos insurgentes, a los que no se ofrece otra salida que la de deponer las armas y entrar en la carrera electoral.
Con esta iniciativa, Reagan cumple, por otra parte, con una exigencia del Congreso, que condicion¨® el libramiento de nuevos fondos militares al Gobierno de ?lvaro Maga?a a la apertura de conversaciones con la guerrilla.
La entrada en combate de nuevos batallones entrenados por los asesores norteamericanos y la aplicaci¨®n de nuevas t¨¢cticas de guerra, que pasan por el hostigamiento sistem¨¢tico de los santuarios guerrilleros, no ha impedido un avance cualitativo de los insurgentes, que aumentan cada d¨ªa su arsenal militar por la rendici¨®n de guarniciones enteras de soldados. La oposici¨®n cree en la posibilidad de su victoria militar, seg¨²n declar¨® en M¨¦xico el moderado Rub¨¦n Zamora, representante permanente del Frente Democr¨¢tico Revolucionario (FDR) en Washington.
Algunos presos pol¨ªticos liberados en virtud de la amnist¨ªa han sido la prueba m¨¢s evidente de que en El Salvador no existen condiciones para que la izquierda pueda participar libremente en una confrontaci¨®n electoral.
Rub¨¦n Zamora ha dicho con claridad que el FDR est¨¢ dispuesto a medirse electoralmente y que entiende incluso que ¨¦sta debe ser la soluci¨®n pol¨ªtica final a la actual crisis; pero antes deben crearse las condiciones en un di¨¢logo directo con el Gobierno sin condiciones previas.
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