El crecimiento de una econom¨ªa internacionalizada
Hong Kong se ha convertido en un caso cl¨¢sico para el estudio del proceso de crecimiento econ¨®mico acelerado en las nuevas condiciones de internacionalizaci¨®n de la econom¨ªa. Durante los ¨²ltimos 20 a?os, su producto interior bruto ha aumentado, en promedio, a un ritmo del 10% anual en t¨¦rminos reales y la renta per c¨¢pita a casi un 7% anual, pese al fuerte aumento de la poblaci¨®n, pasando de 2 millones en 1951 a 5,2 millones en 1983.
Ese desarrollo econ¨®mico se ha operado sobre la base de una econom¨ªa enteramente orientada hacia la exportaci¨®n, pues tal es el destino del 90% de sus manufacturas. El valor total de sus exportaciones a precios corrientes se ha multiplicado por 25 entre 1960 y 1980, situando a este diminuto territorio entre los 10 primeros exportadores del mundo, con un valor de sus exportaciones en 1980 de casi 3.000 d¨®lares por cabeza y a?o, o sea, cuatro veces m¨¢s que EE UU y tres m¨¢s que Jap¨®n.La poblaci¨®n ha aumentado considerablemente su nivel de vida, hoy d¨ªa el tercero de Asia, tras Jap¨®n y Singapur, tanto en servicios sociales (que incluyen escuela p¨²blica gratuita, cuidado hospitalario a muy bajo costo y viviendas sociales de alquiler inferior al 10% del salario para el 45% de la poblaci¨®n) como en salarios reales, que en la manufactura aumentaron en un 6,8% anual entre 1959 y 1973 y en un 5% anual desde entonces. Al mismo tiempo, los beneficios del capital aumentaron a¨²n m¨¢s r¨¢pidamente, pues la tasa de ganancia bruta pas¨® del 19,5% en 1960 al 47,4% en 1970.
En suma, en base a un aumento vertiginoso de productividad (1) y a la conquista de mercados mundiales, sobre todo en el textil, vestido, pl¨¢sticos y componentes electr¨®nicos, los trabajadores mejoraron su nivel de vida, el paro fue casi inexistente hasta hace poco (en 1983 ha aumentado y se sit¨²a en un 4,3%) y las empresas incrementaron sus ganancias en una proporci¨®n a¨²n mayor.
El PIB (producto interior bruto) per c¨¢pita en 1977 era a¨²n inferior al de Espa?a en un tercio y tres veces inferior al de Jap¨®n. Pero la comparaci¨®n debe establecerse tanto en su propio punto de partida como con la evoluci¨®n de otros pa¨ªses semiindustrializados (casi dobla el PIB per c¨¢pita de Brasil). Para traducir este proceso en t¨¦rminos de mejora de las condiciones materiales basta se?alar que la tasa de mortalidad infantil pas¨® del 71 por 1.000 en 1952-1955 al 14 por 1.000 en 1976-1979.
Un modelo monetarista
Pero lo m¨¢s significativo de este nuevo tipo de milagro econ¨®mico, desde una perspectiva m¨¢s general, es que ha sido erigido en modelo y casi en prueba emp¨ªrica en apoyo de sus tesis por la escuela monetarista ultraliberal de Milton Friedman, inspiradora de las recetas econ¨®micas conservadoras defendidas por gobernantes como Reagan o Thatcher o por pol¨ªticos como Chirac en Francia o Fraga en Espa?a.
El lector tal vez recuerde la serie televisiva del propio Friedinan que inicia sus im¨¢genes con un comentario del conocido ide¨®logo econ¨®mico en el impresionante marco del puerto de Hong Kong, simb¨®licamente asumido como apoteosis pl¨¢stica del resurgimiento de la prosperidad capitalista sobre la base del libre juego de mercado.
En efecto, como es sabido, seg¨²n las tesis monetaristas, basta que el Gobierno no interfiera en el riaercado ni en las relaciones capital-trabajo para que la oferta y la demanda encuentren su propio punto de equilibrio y, mediante la creaci¨®n de condiciones favorables de inversi¨®n para el capital privado, se genere una din¨¢mica de crecimiento. La disminuci¨®n del gasto p¨²blico y la restricci¨®n de la masa monetaria aseguran, seg¨²n esta tesis, una baja tasa de inflaci¨®n, y una d¨¦bil presi¨®n fiscal permite generar suficiente demanda solvente para alimentar el mercado. La econom¨ªa de Hong Kong (la de m¨¢s alto crecimiento sostenido del mundo, junto con la de Singapur, en los ¨²ltimos 20 a?os) presenta algunas de las caracter¨ªsticas del modelo monetarista, en particular una carga fiscal muy moderada, en la que el m¨¢ximo del impuesto sobre la renta personal es de un 15% una legislaci¨®n laboral primitiva en la que no se estipula salario m¨ªnimo, no hay seguro de desempleo, no hay l¨ªmite de horas de trabajo para los hombres, no hay cotizaci¨®n a la seguridad social y se puede despedir sin l¨ªmite y sin indemnizaci¨®n; Hong Kong carece de banco central, no dispone de mecanismo alguno de control de cambio o de flujos de capitales y su masa monetaria es enteramente determinada por el juego del mercado financiero internacional; en fin, el Gobierno declara enf¨¢ticamente su ideolog¨ªa de no intervencionismo positivo y, por consiguiente, establece como norma presupuestos equilibrados (que suelen terminar con super¨¢vit, salvo en 1983) y no emite ning¨²n tipo de deuda p¨²blica.
La realidad de la econom¨ªa
Sin embargo, pese a este conjunto de mecanismos institucionales, la econom¨ªa de Hong Kong no corresponde en absoluto al modelo propuesto por el monetarismo ni a la imagen de laissez-faire presentada por el propio Gobierno.
M¨¢s bien al contrario, el modelo Hong Kong ha basado su desarrollo en una expansi¨®n ininterrumpida del sector p¨²blico en los ¨²ltimos 30 a?os, que ha sabido articularse a un sector privado exportador fundado en el funcionamiento de peque?as y medianas empresas altamente productivas, todo ello subvencionado artificialmente (o sea, pol¨ªticamente) por la provisi¨®n de alimentos, materias primas y agua por parte de China.
En este sentido, Milton Friedman parece ignorar la realidad econ¨®mica de Hong Kong. Por la importancia general de las implicaciones de este debate conviene recordar algunos datos. El cuadro n¨²mero 1 eval¨²a la evoluci¨®n del tama?o del sector p¨²blico en proporci¨®n al producto interior bruto. El gasto p¨²blico por cuenta consolidada, en precios corrientes, ha pasado del 8,2% del PIB en 1949-1950 al 22,9% del PIB en 1981-1982. M¨¢s a¨²n, en el momento decisivo del despegue, hacia el final de la d¨¦cada de los cincuenta, fue cuando la proporci¨®n de gasto p¨²blico aument¨® m¨¢s significativamente (2).
El gr¨¢fico 1, construido sobre una base de datos diferente a la del cuadro n¨²mero 1, eval¨²a la evoluci¨®n paralela del gasto y de los ingresos p¨²blicos con respecto al producto interior bruto. La tendencia se confirma; es decir, que mientras el PIB se multiplic¨® por 13, el gasto p¨²blico se multiplic¨® por 26 entre 1949 y 1980. Fue particularmente importante en servicios sociales (educaci¨®n, salud, vivienda, seguros sociales), en donde la inversi¨®n p¨²blica se multiplic¨® por 72 en t¨¦rminos reales en el mismo per¨ªodo, seguido de inversiones en infraestructura (transporte, agua, acondicionamiento de terreno), mientras que los gastos propiamente econ¨®micos (ayuda a la agricultura, comercio e industria) s¨®lo aumentaron catorce veces.
Por las caracter¨ªsticas de este trabajo, hemos reducido al m¨ªnimo las referencias bibliogr¨¢ficas y documentales que apoyan los distintos datos. Remitimos al lector interesado a la consulta del Anuario documental publicado por el Gobierno de Hong Kong, as¨ª como a los dos trabajos m¨¢s recientes sobre la econom¨ªa de Hong Kong: A: J. Youngson, Hong Kong. Economic growth and policy; Hong Kong, Oxford University Press, 1982; y Joseph Y. S. Cheng (editor), Hong Kong in the 1980s; Hong Kong, Summerson, 1982.
(1) ?ndice de productividad del trabajo: (1971 = 100); 1961 = 58,1966 = 82, 1971 = 100, 1976 = 128. Fuente: Edward K. Y. Chen, "The economic setting", en David Letlibridge (editor), The business environment in Hong Kong. Hong Kong, Oxford University Press, 1980, p¨¢gina 14.
(2) Ver, en particular, los an¨¢lisis y datos de: H. C. Y. Ho, The fiscal system of Hong Kong. Londres, Croom Helm, 1979; y de Y. W. Sung, "Public: finance and economic policies in Hong Kong", en Joseph Y. S. Cheng (editor), Hong Kong in the 1980s. Hong Kong, Summerson, 1982, p¨¢ginas 45-59.
es catedr¨¢tico de Planificaci¨®n de la universidad de California-Berkeley. Recientemente ha pasado un per¨ªodo como profesor-visitante en la universidad de Hong Kong.
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