Dire Straits, m¨²sica de pel¨ªcula
Resulta dif¨ªcil explicarse por qu¨¦ los aficionados a la m¨²sica pop han de soportar un maltrato y unas condiciones inhumanas de hacinamiento impropias de un espect¨¢culo m¨ªnimamente civilizado. Varios miles de personas que han pagado 1.200 pesetas tienen que entrar a un recinto inadecuado por un acceso a¨²n m¨¢s inadecuado. Una sola puerta para todos.Las consecuencias son la extrema incomodidad y un trato similar al que reciben los reba?os de ganado. A esto se a?aden pintorescos imprevistos. Como el sucedido en la noche del martes a la entrada del concierto de Dire Straits, donde una veintena de furgonetas de la Polic¨ªa Nacional tuvo a bien desfilar entre los espectadores. Exactamente entre el min¨²sculo espacio que media entre el se?or que corta las entradas y los miles de espectadores que esperan acceder a un espect¨¢culo por el que han pagado cifras muy respetables.
Dire Straits
Recital de m¨²sica popEstadio Rom¨¢n Valero. Madrid. 28 de junio de 1983.
El resultado de estos desprop¨®sitos fue que el cantautor irland¨¦s que oficiaba de telonero fue sustituido para los que intentaban acceder al Campo del Moscard¨® por una caravana color maderer¨ªa-makoki.
?rase una vez en el Oeste
Los Dire Straits comenzaron con un tema cari?osamente suave: Once upon a time in the West. Las canciones de Dire Straits son mayoritariamente baladas de ambiente intimista muy apropiadas para ser escuchadas en cualquier pub ingl¨¦s. Fuera de contexto y con montaje de grupo dinosaurio se corren varios peligros. El m¨¢s grave es precisamente el de escuchar a unos Dire Straits enrarecidos y con dificultades para expresarse en el tono ¨ªntimo que les identifica. Uno no sabe si ser¨ªa por el car¨¢cter mastod¨®ntico del show o por el estado de ¨¢nimo del lider Mark Knopfler pero lo cierto es que el intimismo quedaba bastante forzado.Haciendo un poco de historia, la llegada de Dire Straits al panorama musical de los setenta supuso una saludable corriente de aire fresco a un pop dominado por planteamientos industriales que hab¨ªan introducido el virus de la esclerosis en la creatividad de la m¨²sica joven de los setenta. Lo m¨¢s impactante de Dire Straits fue su espontaneidad. El hecho de producir una m¨²sica directa sin alteraciones ajenas. Ellos eran as¨ª y de ah¨ª brotaba el manantial de su belleza. Sus hallazgos sonoros, espontaneidad aparte, no fueron nada nuevo.
Knopfler rescata la voz de Dylan
Mark Knopfler rescat¨® la perdida voz del Dylan de los principios y una forma peculiar de tocar la guitarra que combinaba el gotear guitarrero de Robbie Robertson, l¨ªder de la desaparecida banda, con las maravillas de un monstruo llamado B. B. King. Esta mezcla, convenientemente dirigida por toda la ternura que Mark Knopfler lleva dentro, realiz¨® el milagro del ¨¦xito de Dire Straits.En el concierto de anteayer tambi¨¦n hubo mezclas. Se ofreci¨® un muy discutible combinado de rhythm and blues con una tapa de queso sinf¨®nico. Y hay que recordar que fue precisamente la introducci¨®n indiscriminada del sinfonismo lo que mut¨® el pop de los setenta en un producto cel¨¦ricamente desechable. Los Dire Straits realizaron en 1980 un ¨¢lbum al que titularon Haciendo pel¨ªculas. Anteanoche, esto fue llevado a sus ¨²ltimas consecuencias algo mermadas porque de las pel¨ªculas s¨®lo se nos mostraron las bandas sonoras. M¨²sica ambiental con momentos inspirados, como la interpretaci¨®n de Investigador Privado, Twisting by the pool o Portobello Bello. Por cierto que durante este ¨²ltimo tema, que comenz¨® en tiempo de reggae, hizo aparici¨®n en escena un legendario y excelente m¨²sico, el saxo Mel Collins. Sus intervenciones fueron correctas.
Las canciones que m¨¢s gustaron entre el numeros¨ªsimo p¨²blico fueron las m¨¢s movidas y por supuesto su himno Sultans of Swing, adulterado por unos coros y unos arreglos a la americana resultones pero absolutamente improcedentes. A destacar entre lo improcedente se lleva la palma todos los finales de canciones que acaban con traca wagneriana y a veces hasta con coheter¨ªa valenciana.
El final de la actuaci¨®n fue lo m¨¢s acorde con el tono del espect¨¢culo. Sin m¨¢s problemas, el se?or Knopfler la emprendi¨® con un tema de una pel¨ªcula de la que ¨¦l es autor de la banda sonora: Local Hero. Y eso fue todo. Hubi¨¦ramos querido acceder a la belleza de Dire Straits, pero s¨®lo participamos de un espect¨¢culo pulcro y bonito. Demasiado pulcro para ser joven, moderno, aut¨¦ntico o simplemente pop.
Babelia
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