El Brahms de una tarde de verano

Una experiencia previa similar pudo hacer pensar en que estos conciertos iban a tener escaso respaldo popular. No ha sido as¨ª. Fuera de temporada, con muchos madrile?os de vacaciones, los dos conciertos de la Orquesta Nacional y L¨®pez Cobos interpretando las cuatro Sinfon¨ªas de Bralims, han tenido suficiente gancho como para atraer al p¨²blico y animarle -con la baratura de los preciosa agotar el taquillaje. Esta f¨®rmula de radar los conciertos que la Orquesta Nacional dar¨¢ en el Festival de Granada, se ha revelado positiva y conveniente.Todo redondo, a excepci¨®n de la escasa preparaci¨®n del Teatro Real para los conciertos veraniegos. El calor. lleg¨® a ser sofocante y motiv¨® que los m¨²sicos salieran atocar la segunda parte en mangas de camisa y cuello abierto. No as¨ª el maestro L¨®pez Cobos quien, adem¨¢s, pidi¨® disculpas a los espectadores en nombre de los profesores de la orquesta.

L¨®pez Cobos hab¨ªa adoptado la que quiz¨¢ sea ¨²nica posibilidad de ofrecer una m¨ªnima originalidad en la presentaci¨®n de las cuatro Sinfon¨ªas bralinisianas, a saber, alterar el orden cronol¨®gico y dirigir la Tercera cerrando este primer concierto. La Tercera sinfon¨ªa de Brahms ha sido siempre entre nosotros y en otras latitudes, la cenicienta del grupo. Seguramente ofrece mayores problemas de montaje que sus hermanas, su mensaje no es tan directo y -?ay!- concluye en un clima de l¨ªrica paz que no asegura, tanto como los brillant¨ªsimos finales de las otras tres, el aplauso arrebatado.

Pero L¨®pez Cobos consigui¨® que la abierta simpat¨ªa con que fue recibido, se tomara ¨¦xito grande al concluir las dos obras. En mi opini¨®n, fue adem¨¢s la versi¨®n de la Tercera lo m¨¢s interesante y logrado de esta primera sesi¨®n.