Alberto Mu?agorri
Hace un a?o, una bomba estuvo a punto de acabar con la vida de este ni?o de Renter¨ªa
A veces, una noticia hiere brutalmente la sensibilidad de una opini¨®n p¨²blica resignada ante una actualidad cargada de violencia y de tragedias cotidianas. Esas noticias permanecen mucho m¨¢s tiempo en la memoria colectiva. La explosi¨®n, hace ahora un a?o, de la bomba que hiri¨® gravemente en Renter¨ªa al ni?o de diez a?os Alberto Mu?agorri conmovi¨® a los espa?oles m¨¢s all¨¢ de la indignaci¨®n. Para muchas personas, el caso de Alberto Mu?agorri se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la tragedia que padece la sociedad vasca actual. Un a?o despu¨¦s, "el ni?o herido por la bomba" ha recuperado su alegr¨ªa y parece encarar el futuro con un cierto optimismo
La opini¨®n p¨²blica se volc¨® sobre el caso de este ni?o que se debat¨ªa entre la vida y la muerte, v¨ªctima de un juego macabro inventado por otros, un juego que desconoc¨ªa la ma?ana del 26 de junio de 1982, cuando propin¨® una patada a un bulto abandonado en plena calle, una mochila que conten¨ªa una bomba. Si la noticia estremeci¨® a todos, la recuperaci¨®n del peque?o acapar¨¦ la expectaci¨®n solidaria de muchos ciudadanos.Cuando, d¨ªas despu¨¦s, Alberto Mu?agorri abri¨® los ojos en el hospital de la Cruz Roja de San Sebasti¨¢n y pregunt¨® por el resultado del partido jugado por la selecci¨®n espa?ola en el Campeonato del Mundo, algo as¨ª como un suspiro de alivio recorri¨® muchos hogares.
El ni?o quer¨ªa vivir; a veces, cuando se derrumbaba ante el dolor, ped¨ªa los guantes de Arconada y se los colocaba sobre el pecho. Eso parec¨ªa calmarle. El portero de la Real Sociedad y de la selecci¨®n espa?ola no hab¨ªa sospechado hasta entonces que sus guantes tuvieran el efecto de un talism¨¢n.
La indignaci¨®n, palpable en algunos ambientes de la ciudad, no lleg¨® a exteriorizarse en movilizaciones, y dirigentes de partidos pol¨ªticos sacaron la conclusi¨®n de que Renter¨ªa era un pueblo donde el miedo hab¨ªa sentado plaza. Los autores de la colocaci¨®n del explosivo no se molestaron siquiera en avisar a las organizaciones sanitarias o a la polic¨ªa de la existencia en plena calle de una carga que no hab¨ªa estallado a la hora prevista. La bomba hab¨ªa sido colocada junto a la puerta de un almac¨¦n de la empresa Iberduero la noche del d¨ªa 25.
Alberto Mu?agorri acababa de salir de casa de su abuela y llevaba en el bolsillo los cinco duros de la paga. El curso hab¨ªa finalizado pr¨¢cticamente y le esperaba el verano, la playa y los Mundiales de f¨²tbol. La explosi¨®n le alcanz¨® de lleno, salt¨® por los aires y cay¨® en la calzada. Su hermana, que le vio minutos despu¨¦s retorci¨¦ndose de dolor, corri¨® a casa gritando, aterrorizada: "Am¨¢, am¨¢, Alberto est¨¢ en la calle lleno de sangre, como destrozado, una bomba".
La recuperaci¨®n f¨ªsica de Alberto Mu?agorri ha sorprendido a los m¨¦dicos. Ya ha dejado las muletas y ahora puede andar en bicicleta y jugar al f¨²tbol gracias a su pie ortop¨¦dico. Los m¨¦dicos de la cl¨ªnica Barraquer, de Barcelona, creen que la p¨¦rdida de la visi¨®n de su ojo izquierdo es irreversible. Todav¨ªa conserva en el rostro, bajo los p¨¢rpados, las se?ales de la metralla, y una herida en el muslo que no termina de cicatrizarse. La Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa le costea todos los gastos m¨¦dicos y escolares, cumpliendo el acuerdo adoptado en Pleno poco despu¨¦s del suceso.
Aunque no le han entregado las notas, Alberto asegura que ha aprobado todas las asignaturas, "incluidas las dichosas matem¨¢ticas", que siempre le han causado problemas. Dice que en ciencias naturales va a sacar muy buena nota "porque es lo que m¨¢s me gusta", y se muestra ilusionado con ir el pr¨®ximo a?o al colegio de Mund¨¢iz, en San Sebasti¨¢n, para hacer sexto de EGB.
Pone cara risue?a ante la c¨¢mara, tiene pinta de chaval espabilado, cari?oso y juguet¨®n. Su padre no cree que sea un chico t¨ªmido, sino m¨¢s bien reservado. Alberto se sonr¨ªe cuando le plantean preguntas que le parecen comprometidas y, despu¨¦s de pens¨¢rselo un rato, contesta con el lenguaje t¨ªpico del baserritarra (campesino): .puede", "a veces", "quiz¨¢ s¨ª", "bueno", "claro".
Adora a Arconada, eso est¨¢ fuera de toda duda, y tambi¨¦n a Zamora, renteriano como ¨¦l. "S¨ª, son muy majos, son los que m¨¢s me gustan". Y ah¨ª termina su discurso, mientras se encoge de hombros dando a entender que tendr¨ªa m¨¢s cosas que decir, pero que no las juzga importantes. La Real le mima con cari?o, le invita a los partidos y le pide que se fotografie con toda la plantilla. A Alberto le gusta la fama porque durante este a?o ha conseguido muchos amigos y no todos los chavales guipuzcoanos pueden decir eso de: "Yo soy amigo de Arconada, ayer estuve con ¨¦l".
Sus vacaciones en Mallorca son su mejor recuerdo, y la bicicleta, el mejor regalo. Este verano pasar¨¢ unas semanas en Tenerife. La fama no le ha hecho perder los amigos que no le abandonaron durante su estancia en el hospital y que ahora tampoco le abandonan. Al igual que antes, juega con ellos al f¨²tbol en las calles de Renter¨ªa. Ahora, Alberto ocupa el puesto de portero y les dice: "Tiradme m¨¢s alto, tiradme m¨¢s alto".
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