Una cura de simpat¨ªa

Con acoplamiento ejemplar y rec¨ªproca simpat¨ªa, el d¨²o de pianos Garc¨ªa-Chornet y P¨¦rez-Blanquer ha servido a la filarmon¨ªa valenciana, de bote en bote, un programa de c¨¢mara enjundioso: tras lo serial y lo postserial, tras la electroac¨²stica y lo aleatorio, el desenfado de Les Six -Poulenc y Milhaud fueron, sin duda, los m¨¢s dotados del grupo, constituido en los veinte a la sombra de Satie- propicia una cura de reposo que la m¨²sica agradece,en los tiempos que corren.La aludida simpat¨ªa no es una mera cuesti¨®n de protocolo: en un modo de hacer antifonal como ¨¦ste y cuyo l¨ªmite se halla en el canon -Estudios, de Schumann-, la reciprocidad de las partes -el pathos com¨²n que es la sympathia- est¨¢ en la base de una interpretaci¨®n viva y activa: en ese sentido, acaso Poulenc, pese a ciertas irresoluciones en algunas quebradas de la partitura, obtuvo el pulso ¨®ptimo de la velada.

No menos encomiable, el retorno al origen del Andante, opus 46 de Schumann para el ins¨®lito conjunto de dos pianos, dos violonchelos y una trompa, tropez¨®, sin embargo, con la intemperancia de los instrumentos de arco, particularmente el primero, m¨¢s desgarrado que desgarrador. Por fortuna, las variaciones son de suyo variadas y los pianos encarrilaron a trechos, cuando la partitura lo consent¨ªa, el descarrilo de sus colegas: con un opus 46 menos primigenio -la versi¨®n corriente contempla s¨®lo dos pianos-, la fortuna del concierto pudo ser redonda. En todo caso, hubo m¨²sica y gozo compartidos.