?Tiene sexo el cerebro?
El art¨ªculo de Antonio Guillam¨®n El sexo del cerebro (EL PA?S , domingo 3 dejulio de 1983) se justifica, seg¨²n su autor, en la necesidad de introducir los elementos biol¨®gicos del sexo en el an¨¢lisis del comportamiento social y sexual humano, que el profesor Guillam¨®n considera hegemonizado por los elementos educacionales 3, ambientales. Nada que objetar a esta empresa, salvo en lo que respecta a su desfasada apreciaci¨®n acerca del peso relativo de los componentes de la dicotom¨ªa naturalezacrianza, cuyo equilibrio est¨¢ roto desde hace bastantes a?os ror el abuso reduccionista de la sociobiolog¨ªa. Precisamente, este reduccionismo biologista es el que ha popularizado la idea de que el cerebro tiene sexo. Idea, por otra parte, de larga tradici¨®n en nuestra cultura cient¨ªfica, desde los medidores decimon¨®nicos de la capacidad craneal a las panfletarias demostraciones contempor¨¢neas de la inevitabilidad del patriarcado (Goldberg), pasando por tratados cient¨ªficos de la enjundia de las Consideraciones acerca de la estupidez innata de la mujer (Moebbius).Estudios experimentales con roedores de laboratorio han demostrado que las hormonas sexuales juegan un importante papel en la maduraci¨®n perinat¨¢l de las funciones cerebrales relacionadas con la reproducci¨®n. Esto es, en los circuitos neuronales responsables de la secreci¨®n hormonal sexual (ciclo estral de las hembras) y de los comportamientos estereotipados de significado reproductor (maniobras de cortejo, canto de las aves), actitudes posturales de las hembras receptivas (lordosis lumbar de ratas y gatas), as¨ª como erecci¨®n de pene y movimientos
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