El secuestro de una joven a la que se pretende canjear por Al¨ª Agca trae en jaque al Vaticano
El caso de la joven Emanuela Orlandi, de 15 a?os, ciudadana vaticana, hija de un empleado de la Santa Sede que trabaja en casa del Papa, secuestrada por un grupo de terroristas an¨®nimos que piden por su rescate la liberaci¨®n del turco Al¨ª Agca, que atent¨® contra la vida de Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981, trae en jaque tanto al Vaticano como a las autoridades judiciales italianas.
En torno al caso existe un gran desconcierto y preocupaci¨®n. Podr¨ªa tratarse tanto de un juego de locos como de una trama internacional que replantear¨ªa toda una serie de interrogantes a¨²n no resueltas sobre el famoso atentado al Papa, la personalidad del terrorista turco, la llamada pista b¨²lgara y la misma pol¨ªtica italiana en un momento delicado en el que se abre el nuevo Parlamento y cuando se intenta formar Gobierno. Y no se podr¨ªa tampoco excluir la voluntad de querer desprestigiar o crear nuevos problemas al papa Wojtyla tras el ¨¦xito pol¨ªtico-religioso de su ¨²ltima visita a Polonia.Por ahora, todos los observadores prefieren ir con pies de plomo. Los secuestradores de la joven no est¨¢n actuando seg¨²n los c¨¢nones cl¨¢sicos de los terroristas italianos, como por ejemplo las Brigadas Rojas o Primera L¨ªnea. Lo confirma la misma polic¨ªa. Por ahora, de hecho, los secuestradores han preferido no definirse pol¨ªticamente. No han enviado tampoco una fotograf¨ªa de Emanuela. Los documentos que han presentado son s¨®lo fotocopias de los originales. No obstante, las frases escritas por la joven y su voz grabada en una cinta magnetof¨®nica dejan pocas dudas sobre el hecho de que ciertamente est¨¢ en manos de alguien que la tiene prisionera.
La polic¨ªa estaba enterada del asunto desde hace d¨ªas. Lo que nunca pens¨® es que se deseara implicar al Vaticano. Ayer, de fuentes oficiales, se confirm¨® que en los ¨²ltimos d¨ªas, la Secretar¨ªa de Estado hab¨ªa recibido una llamada de los secuestradores de la joven. Esto podr¨ªa explicar la intervenci¨®n del Papa ante 40.000 personas el domingo pasado, en la que lanz¨® una llamada a los "sentimientos de humanidad" de los secuestradores.
Evidentemente, todo el caso, si no se demuestra obra de un loco, podr¨ªa crear graves problemas a la Santa Sede. El Papa no puede hacer nada personalmente, ya que Al¨ª Agca est¨¢ condenado por los tribunales italianos a cadena perpetua. Podr¨ªa, eso s¨ª, ser constre?ido a pedir misericordia para el condenado a fin de salvar la vida de la joven Emanuela, pero en este caso acabar¨ªa poniendo en grave aprieto a las autoridades italianas, que no aceptaron negociar con los terroristas ni siquiera para salvar la vida del estadista Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana.
Por el momento, toda la alta diplomacia vaticana est¨¢ movilizada para prepararse a lo que pueda venir. Se espera s¨®lo que no se trate de una operaci¨®n compleja y bien estudiada de algunos servicios secretos internacionales, ya que, por otra parte, el juego parece diab¨®licamente preparado. Podr¨ªa tratarse tambi¨¦n, seg¨²n el comentarista de II Messaggero, de alguien que desea liberar a Al¨ª Agca para acabar con su vida ante el temor de que pueda hablar, ya que desde la c¨¢rcel Ascoli Picena sigue enviando mensajes a medio mundo, m¨¢s o menos cifrados.
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