Miles de saguntinos, abocados a replantear su vida
El cierre de la cabecera de Altos Hornos del Mediterr¨¢neo deja sin futuro a Puerto de Sagunto
Entre los miles de saguntinos que formaron parte de la larga expedici¨®n a Madrid el pasado d¨ªa 5, no exist¨ªa esperanza sobre un hipot¨¦tico cambio de decisi¨®n en el Consejo de Ministros que resolvi¨® las inversiones de la reconversi¨®n sider¨²rgica. Pero era un ¨²ltimo intento por hacerse o¨ªr y mostrar la airada reacci¨®n del pueblo saguntino, sobre el que recae el alto coste social de ser el primer colectivo sacrificado en aras del saneamiento de la industria sider¨²rgica espa?ola.
Los 5.000 expedicionarios regresaron a Puerto de Sagunto con los rostros cansados y los bolsillos vac¨ªos, porque si los meses anteriores ya se apretaron el cintur¨®n por lo que pudiera pasar, ahora la p¨¦rdida de 2.200 puestos de trabajo es una medida irreversible que s¨®lo la prometida creaci¨®n de empleos alternativos paliar¨¢, de aplicarse esta iniciativa coordinada con el cierre de la cabecera de Altos Hornos del Mediterr¨¢neo (AHM). Regresaron proyectando un nuevo futuro, replanteando su vida y sus econom¨ªas, irritados por la aparente inutilidad de la lucha emprendida desde febrero para defender la supervivencia de su pueblo. Y decididos a no callar ni cesar en su empe?o.De hecho, cuando la larga columna de autocares emprendi¨® la marcha sobre Madrid la tarde del mi¨¦rcoles bajo un sol de justicia, animada por los signos de victoria de los que quedaban en el pueblo, se escrib¨ªa una p¨¢gina m¨¢s de una cr¨®nica que quiere evitar el aislamiento de Sagunto sensibilizando a la opini¨®n p¨²blica de todo el pa¨ªs. Era la quinta vez -en dos ocasiones fueron s¨®lo las mujeres- que sal¨ªa una expedici¨®n a la capital de Espa?a.
Bajan las ventas en comercios
La amenaza del paro se ha colado en los hogares saguntinos, habituados a vivir con una estabilidad econ¨®mica durante el tiempo que AHM, desde la d¨¦cada de los a?os 20, extendi¨® sus tent¨¢culos desarrollistas por la comarca del Camp de Morvedre. En aquellos tiempos se viv¨ªa a toque de sirena de la factor¨ªa, que configuraba la vida del trabajador de AHM y de su familia. La existencia de la planta sider¨²rgica mediatiz¨® el asentamiento de emigrantes que, adem¨¢s de trabajo, encontraron posibilidades de instrucci¨®n escolar y de ocio. AHM vertebr¨® una comarca, todo un pueblo.
Luisa Molina forma parte del grupo de mujeres que con su camisa negra de reclamo de un tren de bandas en caliente (TBC) para Sagunto, se manifest¨® en las calles de Madrid. En su casa se vive la angustia de un futuro sin horizontes. "En las tiendas", dice, "ha empezado a bajar la venta de danones, de donuts, de los art¨ªculos que no son de primera necesidad. Yo iba a arreglar la habitaci¨®n de mi hijo y no la arreglo. Una lavadora que ten¨ªa que comprar tampoco me la compro, porque no s¨¦ lo que puede pasar. En Altos Hornos todav¨ªa no han dejado de pagar, pero los comercios, las panader¨ªas, ¨¦sos ya est¨¢n pasando la crisis porque compramos menos".
Con 44 a?os, dos hijos, y el apoyo de su marido, veterano dirigente sindical de la factor¨ªa, Luisa pertenece a la asociaci¨®n de padres de un colegio de Puerto que ha constatado, al final del curso, un descenso considerable del rendimiento escolar de los estudiantes por la inquietud y la movilizaci¨®n permanente con que Sagunto est¨¢ respondiendo a la reducci¨®n de su producci¨®n sider¨²rgica. "En el pueblo, entre nuestros hijos, hay una psicosis de no saber qu¨¦ pasar¨¢". En casa, su hijo de ocho a?os pregunta "?d¨®nde iremos cuando nos cierren?". Le pide dinero para comprar en el quiosco y no se lo da. "?Ya estamos, mam¨¢?. ?Es que no nos pagan?". Los j¨®venes quieren participar en la defensa del pueblo y organizan sus propias manifestaciones y acciones. Los mayores, curtidos en la lucha sindical y pol¨ªtica del antifranquismo, comprueban, sin embargo, como est¨¢n alterados e inquietos por un estado psicol¨®gico diferente a los a?os de combate clandestino. "Nos nos vamos a dar por vencidas", afirma. "Porque pienso que a¨²n tenemos mucho que luchar, aunque el Gobierno nos ponga la soga al cuello. He sido una persona que, con mi marido, he luchado en los tiempos dif¨ªciles, y ahora no me resigno a que un Gobierno por el que hemos luchado haga esto. ?Qu¨¦ m¨¢s quieres que te diga?. Hoy no es el ¨²ltimo d¨ªa. De eso nada. El miedo lo pas¨¦ anteriormente, en los a?os de c¨¢rcel. Ahora tengo coraje".
Una lucha radicalizada
Cuando los saguntinos desembarcaron en Madrid, hab¨ªa el temor de que la columna de coches fuera desviada. La presencia de coches de la Guardia Civil de carretera, en los ¨²ltimos kil¨®metros del trayecto, era recibida con un "ya nos est¨¢n esperando". Sin embargo, la entrada se produjo con total normalidad y con el ofrecimiento de la Polic¨ªa Municipal de actuar de gu¨ªa por las calles de la capital. El servicio de radio interior que conectaba entre s¨ª los autocares, difund¨ªa este mensaje tranquilizador a los conductores desconocedores del plano de la capital. La lucha airada de los saguntinos, que han cortado el tr¨¢fico en carreteras valencianas, retenido durante nueve horas al presidente de AHM, Jos¨¦ Mar¨ªa de Luc¨ªa, o boicoteado un mitin del presidente de la Generalitat, Joan Lerma -aunque luego el voto mayoritario de los saguntinos en las eleccciones municipales fue para el partido que representa Lerma, el PSOE-, ha determinado en la autoridad gubernativa una respuesta controlada. Una respuesta que no emplea las fuerzas de orden p¨²blico para callar a un pueblo.
Seg¨²n explicaba un delegado del comit¨¦ de empresa, la manifestaci¨®n que los expedicionarios realizaron en Valencia, la misma tarde que salieron hacia Madrid, fue origen de una negociaci¨®n previa entre el Gobierno Civil y los sindicatos. "El gobernador nos llam¨® diciendo que qu¨¦ ¨ªbamos a hacer", expresaba Jes¨²s Fern¨¢ndez. "Dijimos que ¨ªbamos a Valencia a hacer una manifestaci¨®n, hubiera o no autorizaci¨®n, porque estamos dispuestos a todo. Nos volvi¨® a llamar a ver si pod¨ªamos darle un recorrido. Dijo que no quer¨ªa sacar a la fuerza p¨²blica y quer¨ªa llegar a un entendimiento. Despu¨¦s, se reunieron las centrales sindicales, tomaron una decisi¨®n sobre el recorrido y se lo dimos".
A lo largo de esta lucha radicalizada, el comit¨¦ de empresa, los sindicatos, las mujeres, el pueblo en asamblea, todos tienen su espacio. Las iniciativas se someten a discusi¨®n en la asamblea y se hace la voluntad de la mayor¨ªa. Hay momentos en que el comit¨¦ y los sindicatos se ven superados por la din¨¢mica de la base. En este punto de fricci¨®n, estuvo el intento de dimisi¨®n de parte de los delegados de Comisiones Obreras del comit¨¦ de empresa, al discrepar de las valoraciones efectuadas en el seno de la asamblea del pueblo sobre su gesti¨®n. Y tambi¨¦n la decepci¨®n de numerosos saguntinos que se resistieron a concluir la manifestaci¨®n ante la sede del Congreso de los Diputados, despu¨¦s de que un dirigente sindical saludara al pueblo de Madrid y diera por concluida la manifestaci¨®n para mantener la consigna de no provocar incidentes. "El pueblo desborda la organizaci¨®n", comenta en este sentido un portavoz del comit¨¦. "A la hora de replegarse, es m¨¢s dura la gente del pueblo, tiene m¨¢s acci¨®n. Cuando pides su ayuda, act¨²a. Luego no puedes discriminarla, imponiendo lo que piensa el comit¨¦ de empresa y los sindicatos"
La decisi¨®n del Consejo de Ministros, que los saguntinos siguieron por transistores pegados a la oreja en su jornada madrile?a, crea la incertidumbre de saber a cu¨¢ntos trabajadores va a afectar. "?Quien ir¨¢ a la calle?", es la pre-
Miles de saguntinos, abocados a replantear su vida
gunta que se formulan. La incertidumbre sobre los criterios que se aplicar¨¢n para eliminar puestos de trabajo, hace que la preocupaci¨®n no s¨®lo golpee a los trabajadores de los altos hornos que ser¨¢n clausurados, sino tambi¨¦n al conjunto de la plantilla y del pueblo. "Posiblemente me tocar¨¢ o no me tocar¨¢ en la reestructuraci¨®n. No lo s¨¦", afirma Jes¨²s Fern¨¢ndez, conductor de gr¨²a en el puerto de la factor¨ªa. "El trabajo en el puerto no est¨¢ en peligro porque, aunque quiten la llegada de materia prima para los hornos, las salidas de chapa se mantendr¨¢n.Jes¨²s, de 43 a?os, entr¨® como pinche "el que llevaba el botijo de agua en el alto horno", a la edad de 14. No conoce otro trabajo que no sea en AHM. "A los 18 a?os me dijeron si me quer¨ªa quedar en el alto horno", describe, "y dije que no, porque me hab¨ªa cogido miedo. Mi t¨ªo se mat¨® all¨ª, por eso me ofrecieron a m¨ª trabajo, y mi padre perdi¨® una clav¨ªcula al caerle un ¨¦mbolo de freno de un puente, en la cabeza. Por eso ped¨ª descargar en el puerto y ahora estoy en una gr¨²a". "Desear¨ªa llegar en el futuro a ser contramaestre del puerto, el puesto m¨¢ximo al que se puede aspirar en este departamento". Aunque, tal vez esa aspiraci¨®n, despu¨¦s de invertir toda su vida en una planta sider¨²rgica, no se ver¨¢ cumplida, porque la reconversi¨®n del sector le llevar¨¢ a cobrar un subsidio digno de desempleo, o a aprender un nuevo empleo para cubrir los puestos de trabajo alternativos que la Administraci¨®n promete crear. Aunque no se sabe c¨®mo ni cu¨¢ndo.
Este clima que se vive en Sagunto explica el que ayer mismo unos trescientos ni?os se sumaran a las acciones de protesta de los mayores, cortando el tr¨¢fico en la carretera Valencia-Barcelona durante algo m¨¢s de una hora. La asamblea de trabajadores de Altos Hornos, por otra parte, ha acordado una nueva huelga general para el d¨ªa 14.
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