Aire acondicionado

A veces una imagina que incluso siendo mujer trabajadora hubiera sido m¨¢s feliz en la Edad Media, siempre me quedar¨ªa el consuelo de poder pasear por aquellos edificios s¨®lidos o aquellas catedrales altivas tan frescas en verano y acogedoras en invierno.Hoy, que tanto se habla de ecolog¨ªa sin saber (parece que ello no compromete), incluso los empresarios, que adem¨¢s quieren que volvamos atr¨¢s apret¨¢ndonos el cintur¨®n y restringiendo el poder adquisitivo cada vez m¨¢s, intentan inculcarnos una austeridad perdida por el falso desarrollismo. Convendr¨ªa que al menos tomasen ejemplo economizando gastos y suprimiendo los aparatos de aire acondicionado, colocando plantas en su lugar, abriendo ventanas y haciendo paredes m¨¢s s¨®lidas con aislamientos t¨¦rmicos en estos templos laborales que nos construyen hoy, donde la disciplina es m¨¢s dura que el ayuno voluntario, s¨®lo por cuesti¨®n de orgullo. Quiz¨¢ el rendimiento personal tuviese oscilaciones, pero se recuperar¨ªa en beneficios, disminuir¨ªan las bajas y la Seguridad Social no tendr¨ªa que atender a inv¨¢lidos prematuros.

Trabajar con el invento consumista, inm¨®vil toda la jornada laboral, con el zumbido alienante que deja a cualquiera m¨¢s zumbado que un boxeador en un combate de, boxeo, supone un mont¨®n de trastornos musculares, sequedad en la garganta, reuma y un mont¨®n de enfermedades cada vez m¨¢s corrientes a medida que se populariza el invento. Intentan saber m¨¢s que la sabia naturaleza, trastoc¨¢ndonos las estaciones, oblig¨¢ndonos a rendir en invierno o en verano cual granja de explotaci¨®n. /