Liberales y nacionalistas
Decir que la "cuesti¨®n catalana" no se entiende en el resto de Espa?a nos hace sonrojar, -dice el autor- pero por desgracia resulta demasiado cierto. Considerarse incomprendido tiene una parte de presunci¨®n y otra de rid¨ªculo que casi no dejan espacio para la raz¨®n que pudiera asistirnos. Y, por a?adidura, frente a las tradicionales posturas cerriles -agrega- , en los ¨²ltimos a?os han prevalecido afortunadamente actitudes de corte liberal, reflejadas en la Constituci¨®n y en el Estatuto de Autonom¨ªa, que representan un giro espectacular.
Que un sector muy importante de la derecha del nacionalismo "estatalista" no quiera saber nada de las "heterodoxias" catalanas, no necesita comentario. Y lo mismo podemos afirmar, a pesar de las apariencias y de algunos esfuerzos de comprensi¨®n, de la izquierda jacobina, presente y actuante cuando la segunda Rep¨²blica y que, para infortunio de todos, va encontrando unos di¨¢fanos sucesores. Pero no es eso. Lo que nos interesa analizar son las posturas liberales, que tratan de captar el problema, que aplican honestamente recetas democr¨¢ticas a la cuesti¨®n, pero que no consiguen penetrarla.Admiten el "hecho diferencial" e intentan obrar en consecuencia, pero viven tan inmersos en el nacionalismo -en su variante espa?ola, "estatalista"- que son incapaces de advertir su total condicionamiento al respecto, pero fieles a su credo respetan las creencias ajenas.
A nuestros liberales mejor intencionados, m¨¢s abiertos y consecuentes con sus principios, les ocurre, pues, lo que supon¨ªan los antiguos respecto a la m¨²sica de las esferas, que por el hecho de resonar en el firmamento y acompafiar a los mortales de la cuna a la sepultura, ¨¦stos no la percib¨ªan. Y esta m¨²sica de las esferas que impregna incluso a los m¨¢s tolerantes es el nacionalismo "estatalista", que fluye a trav¨¦s de la lengua, que les impregn¨® antes de que tuvieran uso de raz¨®n, y que a lo largo de la vida han encontrado incuestionado en todos los niveles de su sociedad. Y ha calado tan hasta el tu¨¦tano, que ese nacionalismo "estatalista" presenta un aspecto sacralizador, exagerado hasta los l¨ªmites en el anterior r¨¦gimen. Y el nacionalismo no deber¨ªa ser jam¨¢s sustitutivo de la transcendencia.
Recuperaci¨®n del Rosell¨®n
El nacional-estatalismo est¨¢ tan asimilado, incluso en preclaras mentes liberales, que les incapacita para el juicio cr¨ªtico o el mero planteamiento objetivo de una cuesti¨®n. Los ejemplos son abundantes y cotidianos. Se insiste naturalmente en la recuperaci¨®n de Gibraltar, perdido en una malhadada guerra, pero no se menciona jam¨¢s al Rosell¨®n, perdido tambi¨¦n en otra guerra malhadada 70 a?os antes y que fue una de las tierras m¨¢s hermosas y feraces de la Monarqu¨ªa espa?ola antes de caer en manos del Estado franc¨¦s. ?Por qu¨¦ aquella demanda y este silencio? Si en lugar de ser un fragmento de Catalu?a, lo hubiera sido de otro pueblo de Espa?a, ?se habr¨ªa puesto sordina al irrenunciable irredentismo que imponen las reglas del nacionalismo "estatalista"? ?O es que ser¨¢ verdad aquella expresi¨®n de un funcionario espa?ol que en 1939 contest¨® al poeta J. V. Foix cuando le reivindicaba el Rosell¨®n: "M¨¢s catalanes en Espa?a, no".
La incongruencia de este nacionalismo es tambi¨¦n evidente cuando lamenta el deterioro de la lengua en las comunidades castellano-parlantes de EE UU, y no acepta ni siquiera una verdadera equiparaci¨®n del catal¨¢n con el castellano en Catalu?a.
O es aquella defensa, tan generosa y democr¨¢tica de los innumerables pueblos sometidos a diversos rodillos uniformadores: letones, lituanos, estonianos, kurdos, armenios, palestinos o zul¨²s, pero que no entrev¨¦, por onnubilaci¨®n, que en la Pen¨ªnsula pueden darse situaciones parejas.
Quienes no tienen problema de lengua y cultura oprimidas, no hace falta que reaccionen como nacionalistas, pero los que desde hace siglos nos enfrentamos a una constante supervivencia pedimos a los lib¨¦rrimos liberales que no confundan los t¨¦rminos y que analicen las razones, tan naturales y justas, que encaman nuestro nacionalismo no agresivo.
es director general de Difusi¨®n Cultural de la Generalitat.
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