Una transici¨®n pol¨ªtica con un alto precio para la sociedad
La inauguraci¨®n del proceso brasile?o hacia la democratizaci¨®n coincidi¨® con el auge de las luchas socia les y con el momento en el cual el mito del milagro econ¨®mico se desvanec¨ªa m¨¢s ampliamente a ojos de las masas. A grandes rasgos puede afirmarse que esta transici¨®n ha tenido el alto precio para la sociedad de una austeridad que todav¨ªa habr¨¢ de durar a?os.
Con los conflictos sociales sofocados por el apartado represivo militar, que controlaba sindicatos y asociaciones profesionales, sectores importantes de la clase media apoyaron entonces al Gobierno militar, beneficiados de las tasas de crecimiento econ¨®mico de m¨¢s del 10% de 1971 a 1974.Cuando tom¨® posesi¨®n como presidente el general Ernesto Geisel, en marzo de 1974, la crisis del petr¨®leo y la deuda externa comenzaron a preocupar al Gobierno, manifest¨¢ndose t¨ªmidamente algunas cr¨ªticas en la Prensa contra las obras fara¨®nicas y la megalomania militar del modelo econ¨®mico impuesto. A pesar de la crisis que ven¨ªa cobrando ya un alto coste social, Geisel quiso hacer un gobierno gaullista. Su objetivo personal era sacar a Brasil de su condici¨®n de pa¨ªs subdesarrollado, sin embargo, y justo con el comienzo de la recesi¨®n mundial en 1976, Geisel mantuvo la pol¨ªtica de grandes obras.
Contradictoriamente, el general Geisel coloc¨® al frente de la pol¨ªtica eterior un nacionalista extremado, el ex ministro Azeredo de Silveira, que acab¨® el alienamiento autom¨¢tico con Estados Unidos y que posibilit¨® el fin de la tradicional alianza entre los militares brasile?os y Washintong desde 1964 sin, ning¨²n tipo de roce. Fue durante ese Gobierno militar que se empieza a hablar abiertamente dentro y fuera del Gobierno del regreso a la democracia. La sociedad brasile?a, harta del milagro econ¨®mico, quiere la redemocratizaci¨®n.
El general Geisel, design¨® al general Joao Figueiredo para sucederle y posibilitar el regreso de elecciones libres y un estado de derecho con poder civil. Figueiredo, al tomar posesi¨®n en marzo de 1979, jur¨® ante las c¨¢maras de televisi¨®n que har¨¢ de Brasil una democracia. Fue un Gobierno que comenz¨® con mucha ilusi¨®n pol¨ªtica y un panorama econ¨®mico siniestro. La econom¨ªa se hallaba aplastada por la deuda externa, una inflaci¨®n descontrolada en el primer a?o del orden del 100%. Vino la amnist¨ªa, se disuelven los dos partidos pol¨ªticos permitidos, el oficial, ARENA, y el frente de oposici¨®n, el Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o y se promulg¨® una ley de partidos pol¨ªticos, todav¨ªa constrictiva para la izquierda.
Se vuelve a respirar, con el Gobierno Figueiredo, libertad en Brasil. Los l¨ªderes exiliados han vuelto, los comunistas no est¨¢n con su partido legal, pero tienen su peri¨®dico semanal y hacen declaraciones p¨²blicas en la prensa. La Prensa no sufre restricciones mayores, si bien siguen vigentes algunas leyes represivas que fueron suavizadas, aunque no abolidas enteramente, como la ley de Huelga y la ley de Seguridad Nacional.
En el Gobierno Figueiredo, la Iglesia cat¨®lica, que se mantuvo en los ¨²ltimo seis a?os en una posici¨®n muy poco amiga del r¨¦gimen militar, hace cada vez m¨¢s violentas sus cr¨ªticas, a trav¨¦s de sus obispos y sacerdotes, contra el cuadro de miseria en que se en cuentra el pa¨ªs despu¨¦s de casi 20 a?os de r¨¦gimen militar. Un buen ejemplo de lo que es hoy la pobreza en Brasil: R¨ªo de Janeiro, la ciudad maravillosa, del carnaval y de las bellas mulatas, tiene cerca de 2,5 millones de personas viviendo en chabolas sin ninguna perspectiva de mejora.
El general Figueiredo, sin duda el gran garante del proceso actual de apertura pol¨ªtica en Brasil, es un hombre que estuvo desde el a?o 1964 vinculado estrechamente a los poderes de la m¨¢quina represiva militar, cuyo ¨®rgano principal es el Servicio Nacional de Informaciones, que inspir¨® y cedi¨® conocimientos t¨¦cnicas a la famosa DINA chilena y a los ¨®rganos de represi¨®n de la Marina argentina en el golpe de 1976, por ejemplo.
Ese militar, para sorpresa de todos, sali¨® a la calle, hablaba con las personas comunes y prometi¨® cumpli¨¦ndolo, que har¨ªa elecciones directas para los gobiernos provinciales, sin problemas. Las elecciones se realizaron en noviembre de 1982 y el Gobierno perdi¨®, pero todos los elegidos tomaron posesi¨®n sin presiones militares declaradas incluso el temido gobernador de R¨ªo, Leonel Brizola.
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