Viajar en tercera

Para su noveno largometraje como director, Clint Eastwood ha elegido un tono l¨ªrico, presuntamente po¨¦tico, bien alejado del de la aventura y la acci¨®n en que se ha caracterizado generalmente hasta ahora, es decir, precisamente de esas emociones que la publicidad anuncia.No las tiene. El liberador viaje que de nuevo relata siguiendo la tradici¨®n de tantas novelas y pel¨ªculas, est¨¢ protagonizado esta vez por dos personajes sin inter¨¦s. El adulto, un cantante tuberculoso que sue?a con el triunfo, y el menor, su sobrino, que a su lado comienza a descubrir algunos aspectos de la vida, repiten sin pasi¨®n los esquemas habituales de este tipo de historias, quiz¨¢ porque las aventuras que corren no son m¨¢s sorprendentes que las que pueda vivir un agente de comercio de nuestros d¨ªas.

Visi¨®n mitificadora

Es probable que la novela en que se inspira narrara esas peripecias desde la visi¨®n del chico, mitificadora del hombre que irrumpe en su vida mostr¨¢ndole una perspectiva m¨¢s agradable de la que le ofrecen sus padres, y que ello aportara mayor complejidad a la aventura. La pel¨ªcula, sin embargo, se limita a lo obvio, sin rebuscar en el punto de vista del muchacho, desperdiciando incluso la referencia hist¨®rica de los a?os de la Depresi¨®n en que la minihistoria se sit¨²a, y reduci¨¦ndola al folklore.A Eastwood le han faltado coraje e inventiva. Su trabajo es s¨®lo correcto, sin que la inspiraci¨®n aparezca. Los breves sucesos que circulan por la pantalla son grises, conocidos, incapaces de evitar el aburrimiento. La factura del filme, es, no obstante, impecable, como lo es la interpretaci¨®n que el propio Eastwood asume acompa?ado de su hijo y de excelentes secundarios. Incluso canta bien, pero su labor de direcci¨®n es la de un artesano sin talento.