'Informaciones', un peri¨®dico en 'alerta roja'
Me hab¨ªa propuesto guardar silencio; porque as¨ª me lo exige mi timidez natural y porque realmente no interesa a nadie la aventura privada de un director de peri¨®dico que deja de serlo, digamos que por motivos biol¨®gicos. Pero resulta que ese peri¨®dico, Informaciones, ha sido privado de libertad, aunque se dice que temporal, porque el agua del botijo que apagaba cada d¨ªa la resaca del duro enfrentamiento con la adversidad se termin¨® y no hay nueva fuente que lo rellene. Hasta este peri¨®dico lleg¨® la desoladora alerta roja.
El viejo-nuevo Informaciones estaba vivo; hab¨ªa sobrevivido a una terrible depredaci¨®n y ocupaba otra vez un modesto lugar en el rinc¨®n de un quiosco, sin pretensiones de suplantar a nadie, sin empujar a codazos. Como un jubilado redivivo tras grave enfermedad, que tiene derecho a su pedazo de espacio y de sol. Buscaba, eso s¨ª, su identidad, su compenetraci¨®n amistosa con los dem¨¢s contertulios del quiosco e, incluso, pretend¨ªa hacer valer sus vivencias en tan heterog¨¦nea y espl¨¦ndida oferta de reclamos. Pero necesitaba tiempo para reponerse, y comprensi¨®n, sobre todo comprensi¨®n.
Ambas cosas le han sido sistem¨¢ticamente negadas. S¨®lo un a?o m¨¢s tarde de su recuperaci¨®n ha bastado para sentenciarlo de nuevo al hospital o a la c¨¢rcel del olvido. En tan corto espacio de tiempo, aquellos que le ofrecieron su apoyo formal -apoyo voluntario, que nadie les exigi¨® en principio- trocaron su palabra de compromiso en conveniencia y, encubiertos los mecenas y compromisarios en la telara?a de la sociedad an¨®nima, se fueron con sus caridades y promesas a consolar a otros necesitados presuntamente de m¨¢s fuste. Y el desamparado Informaciones se qued¨® al sol, inmisericorde, apoyado en un fr¨¢gil bast¨®n que se ha partido con el peso de la desilusi¨®n y del abandono. Y aunque el cuerpo aguant¨® las inclemencias con la dignidad que supera en el hombre orgulloso su propia debilidad, el soporte ha terminado por ceder, quiebra su fr¨¢gil apoyo y obliga a volver al hospital al an¨¦mico peri¨®dico. Ojal¨¢ no sea ¨¦ste el paso previo del cementerio.
En un quiosco tan repleto de reclamos, quiz¨¢ su ausencia no se note. Pero alguien tiene que hacer la cr¨®nica de este suceso vulgar, de esta muerte anunciada, y nadie mejor que un pariente tan pr¨®ximo como yo y en un medio que tiene en sus ancestros sangre de este desahuciado.
Aqu¨ª termina la met¨¢fora. Los 333 d¨ªas de libertad condicionada que ha disfrutado Informaciones han merecido, pese a todo, vivirlos.
Trescientos millones de razones formales, de algo m¨¢s que promesas, de ayudas cantantes y sonantes, estaban sobre la mesa redonda donde se cocinaba el proyecto y obraron el milagro de romper dudas y reticencias. Dif¨ªcil era la empresa, pero esas dificultades pesaban menos de 300 kilos... Y se decidi¨® dar el paso al frente, y ?pronto! Hab¨ªa que aprovechar el optimismo y la buena disposici¨®n de los presuntos mecenas; era oportuno iniciar el trabajo en las v¨ªsperas del verano para, en estos meses, ensayar en vivo el peri¨®dico y poder estar para el oto?o en la l¨ªnea de salida..., por si las moscas.
Frente a lo que puede argumentarse como precipitaci¨®n, hay que decir que la decisi¨®n, m¨¢s que apresurada, era oportuna. En efecto: final del proces¨® del 23-F, Copa del Mundo de F¨²tbol (que luego result¨® un fracaso para los peri¨®dicos), la sangrienta guerra de L¨ªbano, la muerte s¨²bita de UCI) y el primer cisma grave dentro del PCE... y las elecciones generales anticipadas. Estos ingredientes resultaron ser especialmente atractivos para un peri¨®dico de rodaje en vivo. Eran los tiempos de la gran euforia. El aplastante triunfo socialista en las elecciones del 28 de octubre tendr¨ªa que haber servido de acicate para romper, definitivamente, las reticencias de nuestros presuntos benefactores. Pero produjo el efecto contrario. Entre miedosos y los que quer¨ªan homologarse hubo una desbandada general. Y empezaron los renuncios.
Ilustrar¨¦ la situaci¨®n de aquel digo... diego con un simulacro de peque?os chantajes: "Sois partidistas en la guerra de los j¨ªbaros y eso ha molestado a alguien de cabeza muy gorda...". "Esa foto de fulano sonriente ha irritado a don X ... ".El crucigrama no le gusta a mengano y nos retiene la publicidad prometida...". Y aquel rosario de tan tremendas acusaciones terminaban indefectiblemente con el estacazo de rigor: "?As¨ª no hay posibilidad de conseguir ayudas!".
Pesaba como una losa en la conciencia de uno que semejantes cr¨ªmenes pudieran llevarnos a la ruina.
Las promesas se iban diluyendo en pretextos... Hab¨ªa terminado la luna de miel y aparec¨ªa el fantasma de la cruda realidad. Aquellos 300 millones de razones tambi¨¦n prefer¨ªan el cambio: un cambio hacia la guerra santa. El pretexto, hay que reconocerlo con toda humildad, era v¨¢lido; la moderaci¨®n no vende; el equilibrio, menos. Al enemigo hay que combatirlo a bofetadas, con editoriales con metralla y no con poes¨ªa...
Aquello no era, no era. Y si bien aparec¨ªan de cuando en cuando alentadores ben¨¦ficos, comprensivos y bien dispuestos para el consuelo y la ayuda -m¨¢s, por supuesto, para lo primero-, nuestras hojas, t¨ªmidas y cortas, se llenaban de cosas m¨¢s o menos acertadas o brillantes y hasta con honrosos suced¨¢neos, porque aquella redacci¨®n ha sido un milagro de eficacia. Y esas hojas se llenaban de la mejor buena voluntad y el mejor oficio posibles, pero faltaba ese gran colaborador de la publicidad prometida...
En un acto de pilater¨ªa (s¨ª, pilater¨ªa, con ele... de Pilatos), algunos de los m¨¢s relevantes compromisarios se lavan las manos y aqu¨ª quedamos otros cuantos con las nuestras sucias y crispadas, pero con el decidido prop¨®sito de huir hacia adelante. El resto de la historia es demasiado reciente y no afecta al argumento de este suceso vulgar de quiosco. S¨®lo hay que decir, en honor a la verdad, que cuando se produce el lavatorio cesan las presiones. Pero ya se ha creado un clima de desconfianza irreversible.
Mi cese como director de Informaciones es totalmente ajeno al cierre del peri¨®dico. Esta circunstancia se produce cuando, precisamente, se alumbran nuevas ofertas de ayuda que hacen alimentar la esperanza. Estas buenas perspectivas aconsejan, digamos que por razones del gui¨®n, mi dimisi¨®n como entrenador del equipo. Puente de plata -es un decir- y adi¨®s con nostalgia, pero sin trauma. Un adi¨®s amistoso y en silencio, en un clima de paz interior y hasta de liberaci¨®n confortables. Mi adi¨®s significa, tambi¨¦n, el preludio de tiempos mejores para el peri¨®dico, y me siento orgulloso de que as¨ª sea.
March¨¦ con la fe viva, pero 15 d¨ªas m¨¢s tarde, cuando se anuncia el cierre del peri¨®dico, mi fe se hace pedazos y mi silencio prudente se transforma en protesta.
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