La reforma de la peseta
Una de las cosas factibles para combatir la inflaci¨®n y mejorar nuestra capacidad competitiva en los mercados mundiales ser¨ªa reformar el sistema monetario nacional. ?sta, una de las varias medidas a tomar, porque s¨®la no tiene ning¨²n poder m¨¢gico para reducir la inflaci¨®n, remediar¨ªa el d¨¦ficit estructural de la balanza de pagos, que es la fuente de la debilidad internacional de nuestra moneda, y reducir¨ªa el d¨¦ficit fiscal hasta niveles compatibles con el equilibrio externo, por un lado, y el crecimiento econ¨®mico, por otro.La reforma podr¨ªa consistir en cambiar el nombre y la valoraci¨®n de nuestra unidad monetaria. En concreto, crear una nueva que fuera equivalente a cien pesetas actuales. Eso desmontar¨ªa uno de los mecanismos psicol¨®gicos que perpetuan la inflaci¨®n: la estimaci¨®n de la magnitud de los aumentos futuros de precios. Sabido es que la inflaci¨®n se alimenta de perspectivas: de que los precios van a seguir subiendo, de que los aumentos van a ser de una determinada magnitud, de que las expectativas se transforman en elementos objetivos en el momento que se incorporan a los comportamientos econ¨®micos... Pues bien, las expectativas que la medida propuesta trata de afectar son las que se refieren a la magnitud de los aumentos de precios y salarios. Cuanto mayores se esperan los aumentos, m¨¢s r¨¢pido ser¨¢ el ritmo de la inflaci¨®n. Dado que el primer paso para frenar la inflaci¨®n tiene que ser frenar su ritmo, la estrategia anti-inflacionista debe ocuparse primeramente del mecanismo de estimaci¨®n de los futuros aumentos. La reforma de la unidad monetaria contribuir¨ªa a reducir la magnitud de los aumentos esperados, rompiendo el h¨¢bito actual del c¨¢lculo de los aumentos de las cantidades monetarias. En efecto, hoy los aumentos de los sueldos se computan en cientos de miles y millones al a?o, y los de los precios en cientos y miles.
La gente trata de cubrirse lo m¨¢s posible contra las p¨¦rdidas ocasionadas por la inflaci¨®n, procur¨¢ndose aumentos de salarios y de precios que suponen un ritmo de inflaci¨®n por lo menos igual al del a?o en curso. As¨ª, de una manera m¨¢s o menos consciente el tama?o de los aumentos se calcula en base a las experiencias previas y a los h¨¢bitos de c¨¢lculo generados en tiempo de inflaci¨®n. Estos h¨¢bitos de extrapolaci¨®n y c¨¢lculo son tan importantes que pueden empujar la inflaci¨®n a un ritmo no justificado por las condiciones del mercado, y los factores monetarios, como las disponibilidades l¨ªquidas creadas por el Banco de Espa?a, o por m¨¢s tiempo del estrictamente causado por estos factores.
Aumentos m¨¢s peque?os
La reforma monetaria romper¨ªa estos h¨¢bitos, por lo menos por un cierto tiempo, y propiciar¨ªa la formaci¨®n de otros con menos inercia del pasado. Indudablemente, si no se hiciera nada m¨¢s para frenar el ritmo de la inflaci¨®n, al cabo de poco tiempo se habr¨ªan creado nuevos h¨¢bitos de c¨¢lculo, en decenas o decenas de mil en vez de miles y millones, y la inflaci¨®n continuar¨¢ intacta, a otra escala num¨¦rica pero al mismo ritmo. La medida, que se propone como parte de un paquete entero, espera romper los h¨¢bitos de c¨¢lculo de los aumentos de precios y salarios por un tiempo suficiente para que otras medidas actuen eficazmente. Positivamente, el h¨¢bito de c¨¢lculo que se tratar¨ªa de generar es el de estimar los aumentos en cantidades m¨¢s peque?as, o, si se quiere, generar aumentos m¨¢s peque?os en t¨¦rminos absolutos y tambi¨¦n, naturalmente, en t¨¦rminos relativos.
Accesoriamente, la medida tratar¨ªa de crear una aut¨¦ntica "ilusi¨®n monetaria" de que los precios son m¨¢s bajos. En efecto, tenemos bastante evidencia de que ciertos tics de "ilusiones monetarias" han tenido un impacto significativo en el comportamiento econ¨®mico de las personas.No pretendo decir, claro est¨¢, que considere que la inflaci¨®n sea un fen¨®meno psicol¨®gico. Es un fen¨®meno estructural y monetario en el que lo psicol¨®gico o lo psico-social juegan un papel importante, tanto en la propagaci¨®n inicial como en el mantenimiento de fen¨®meno una vez se ha desatado el proceso inflacionista. Pero la ilusi¨®n de que se gana m¨¢s cuando hay un aumento nominal de los salarios, a¨²n cuando haya una disminuci¨®n real del poder adquisitivo, es un fen¨®meno frecuente en las etapas iniciales del fen¨®meno inflaccionario. Ilusi¨®n que dura poco, claro; pero que, mientras dura, origina un comportamiento determinado cargado de consecuencias. En la coyuntura que ahora tenemos planteada, podr¨ªa motivar una ausencia de reivindicaciones laborales que har¨ªa m¨¢s moderado el avance del proceso inflacionario. La "ilusi¨®n monetaria" de un cambio de la unidad monetaria podr¨ªa suponer, tambi¨¦n, una pausa, aunque fuera de corta duraci¨®n, en la espiral de las expectativas inflacionarias.
Los costes de la reforma
La reforma podr¨ªa tener otros efectos. Podr¨ªa ser una ocasi¨®n para modernizar el sistema monetario nacional, fijar una paridad del "peso espa?ol" que incluyera una moderada devaluaci¨®n -paridad que no estar¨ªa exenta de su correspondiente "ilusi¨®n monetaria" con respecto a las monedas extranjeras- y aumentar la credibilidad en la voluntad y determinaci¨®n del Gobierno para combatir la inflaci¨®n. Una decisi¨®n de este tipo tendr¨ªa, obviamente, tambi¨¦n, unos costos. Sobre todo los ocasionados por la substituci¨®n de monedas, billetes, sellos y p¨®lizas de todo tipo, la adaptaci¨®n de las m¨¢quinas autom¨¢ticas, y otros costes generales. Se tendr¨ªa que realizar un an¨¢lisis en profundidad de ellos y confrontarlos con los posibles beneficios de la reforma. No habiendo hecho un c¨¢lculo de los costos operativos de la reforma, no puedo m¨¢s que proponer te¨®ricamente los beneficios que de ella se podr¨ªan obtener, pues si se hallara que el costo es demasiado elevado, la propuesta tendr¨ªa que ignorarse.
Un peligro sobre el que vale la pena llamar la atenci¨®n es que la reforma, rotos los h¨¢bitos de calcular los aumentos de precios y salarios, generara otros h¨¢bitos que todav¨ªa fuesen inflacionarios. Pero este peligro no es tan real si tenemos en cuenta que el cambio de la unidad monetaria vendr¨ªa envuelta en un paquete general de medidas contra la inflacci¨®n.
Creo, tambi¨¦n que una reforma as¨ª puede ser, adem¨¢s de agente, un signo de cambio, de un cambio monetario o de una adecuaci¨®n profunda del sistema monetario espa?ol al mundo moderno y a un futuro lleno de competencia y transformaciones, que ya tenemos encima. Si pensamos entrar pronto en una etapa nueva de nuestra econom¨ªa, ?por qu¨¦ no empezarla con otra moneda que no arrastre las lacras heredadas del pasado?
es profesor de ESADE, en Barcelona.
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