Argentina, el intento nacionalsindicalista
Es posible que en Argentina este a?o de 1983 marque el fin de una negra etapa de eternas y agudas frustraciones populares, hasta ahora sin soluci¨®n de continuidad, por la pol¨ªtica de golpe a golpe, iniciada en 1930 con el derrocamiento militar del presidente Hip¨®lito Yrigoyen.Sin embargo, hoy existe otra acechanza, que, de concretarse, echar¨ªa por tierra otra vez los anhelos m¨¢s caros: la instauraci¨®n de un r¨¦gimen democr¨¢tico profundo y real, en un marco de econom¨ªa mixta en la que el capital cumpla una funci¨®n social y no meramente especulativa y de lucro. Esa amenaza no es otra que el continuismo, a trav¨¦s del pacto corporativista militar-sindical. Es decir, el nacional sindicalismo.
El neoliberalismo econ¨®mico a ultranza, inspirado en la Escuela de Chicago, y la doctrina de la seguridad nacional, impulsada por Estados Unidos y aplicada especialmente al Cono Sur latinoamericano, son los pilares de tanta tragedia. En lugar de econom¨ªas industrialmente desarrolladas, las alternativas han convertido a nuestros pa¨ªses en vulgares factor¨ªas cuasi coloniales. En lugar de ej¨¦rcitos preparados para la defensa nacional, unidades de ocupaci¨®n interior, que ante la agresi¨®n externa -como en el caso de las Malvinas- resultan absolutamente vulnerables.
Las autodenominadas revoluciones argentinas (golpes castrenses), y sobre todo la ¨²ltima dictadura surgida de una de ellas, no han sido m¨¢s que secuencias de una misma pel¨ªcula de terror pol¨ªtico, social y econ¨®mico, a trav¨¦s de la brutal represi¨®n, el paro y el desmantelamiento de la industria, con consecuencias graves como el desmedido endeudamiento externo hambreamiento popular hasta l¨ªmites denigrantes y un estado generalizado de quiebra moral insostenibles.
Tal vez como nunca, esta sea para los argentinos -y latinoamericanos- una hora hist¨®rica y crucial. Las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas y sus dirigentes deber¨¢n volver a ocupar el lugar que la prepotencia y la soberbia les quitaron. De lo contrario, los sectores militares y civiles golpistas y la engre¨ªda burocracia sindical, que se arroga el derecho pol¨ªtico de conducir los destinos nacionales, habr¨¢n consumado una nueva frustraci¨®n. Si as¨ª fuera, se podr¨ªa provocar la partici¨®n en dos de una sociedad tremendamente golpeada por la humillante derrota sufrida en las Malvinas a manos del colonial-imperialismo, la terrible realidad de los no menos de 30.000 detenidos-desaparecidos y una econom¨ªa pr¨®xima a la bancarrota.
En Argentina, si no existe normalizaci¨®n sindical en base a la pr¨¢ctica de la democracia, no habr¨¢ libertad ni democracia institucional, y menos paz en la herida sociedad conosure?a. Es decir, si esa normalizaci¨®n no se opera en libertad y de "abajo hacia arriba", como no quieren determinados jerarcas castrenses y la burocracia sindical, se estar¨¢ gestando es el pr¨®ximo golpe de Estado, s¨®lo que en esta ocasi¨®n la sangr¨ªa, el vaciamiento y la quiebra moral han puesto al pa¨ªs en alerta roja.
Esta es la oportunidad hist¨®rica para que los hombres y mujeres de paz construyan una barrera infranqueable contra el golpismo y por el establecimiento definitivo de la democracia. La resignaci¨®n catastrofista es de borregos o c¨®mplices de la dial¨¦ctica olig¨¢rquica que nos ha acostumbrado al "inexorable golpe que viene".
Las dictaduras de aquella regi¨®n no han sido derrotadas, por sus acciones internas y externas est¨¢n en el peor momento de su cotizaci¨®n en los indicadores pol¨ªticos, morales y humanos. Es el tiempo de la democracia con sentido y arraigo popular. Es la hora de la civilidad, pero hay que saberla aprovechar y conducir a buen puerto el proyecto. Esta coyuntura, por s¨ª sola, no har¨¢ lo que los hombres no sean capaces de forjar.
Las subsidiariedades hay que dejarlas de lado en estos momentos, para poder tener todas las fuerzas necesarias que posibiliten que la justicia democr¨¢tica funcione contra los que han masacrado a sus pueblos y vendido hasta el patrimonio nacional en nombre de la patria, Dios y la familia.
Es la primera vez en la historia golpista argentina que una dictadura no s¨®lo ha sufrido una terrible derrota pol¨ªtica, sino que, adem¨¢s, ella ha llegado al campo puramente militar. Esta dura realidad hace que el golpismo busque y trate de valerse de cualquier situaci¨®n, como, por ejemplo, la revitalizaci¨®n ahora de la pol¨ªtica belicista contra Chile. Precisamente ese pueblo hermano vive tambi¨¦n una de las dictaduras m¨¢s feroces de su historia. Tampoco es casual; los dictadores de ambas naciones deben soportar en estos momentos situaciones de movilizaci¨®n generalizada que les preocupan sobremanera.
Los Gobiernos democr¨¢ticos del mundo entero, aunque especialmente los del viejo continente, tienen la obligaci¨®n pol¨ªtica, moral y ¨¦tica de acentuar su peso espec¨ªfico para la reconquista de la paz. Las dictaduras, como queda demostrado en el caso de las centroamericanas, ponen en serio riesgo la paz en el mundo.
es periodista argentino y coordinador de Prensa del l¨ªder radical argentino Ra¨²l Alfons¨ªn.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.