Fuera de contexto
La Tragicomedia de Don Crist¨®bal y la se?¨¢ Rosita es una obra primitiva de Garc¨ªa Lorca (1931, despu¨¦s del Maleficio de la mariposa y de Mariana Pineda) que tomaba su literatura del gui?ol y su leyenda del inagotable tema hispano-oriental de la doncellita casada a la fuerza con el viejo rico y grosero, y sus picard¨ªas para burlarle. Se representa ahora dentro de la gran barraca de feria en que se ha convertido la plaza Mayor, en un conjunto de espect¨¢culos y atracciones min¨²sculas que se titula Los felices a?os veinte, creaci¨®n de Antonio Guirau. Est¨¢ en un contexto equ¨ªvoco.La teor¨ªa parece indicar que un gui?ol tiene buen lugar en una barraca de feria, pero la realidad es que el texto de Lorca tiene otros valores de finura, de delicadeza y, sobre todo, de distancia en el tiempo. Los espectadores que buscan lo festivo no se encuentran demasiado a gusto entre dos espect¨¢culos musicales (Vuelva usted al cabaret y Sal¨®n Dor¨¦).
Tragicomedia de Don Crist¨®bal y la se?¨¢ Rosita
de Federico Garc¨ªa Lorca. Int¨¦rpretes: Fernando Tejada, Mar¨ªa Luz Olier, Ignacio de Paul, Guillermo Montesinos, Francisco Racionero, Etelvina Amat, Francisco Minondo, Santiago de las Heras, Luis San Narciso, Ignacio Campos, Ignacio Mart¨ªnez, Francisco Ferrer, Francisco Lahoz, Angel Egido, Enrique Ciurana, Juan Antonio G¨¢lvez, Concha Tejada. Director. Antonio Guirau. Estreno, Plaza Mayor. Madrid, 21 de julio.
En la Tragicomedia, que dura una hora, se observan dos niveles que no cuadran: el de la ideaci¨®n y el de la realizaci¨®n. Los figurines, los arreglos escenogr¨¢ficos, la introducci¨®n de m¨²sica y cante, el juego esc¨¦nico, est¨¢n pensados con gracia, con posibilidades; la realizaci¨®n cae en el nivel de la chapuza. Una vez m¨¢s, los actores son v¨ªctimas de una megafon¨ªa asesina que deforma toda la delicadeza verbal lorquiana, en oquedades, acoplamientos de micr¨®fonos, chirridos, defectos de acualizaci¨®n.
No parece que en esta era electr¨®nica sea tan completamente imposible conseguir una megafon¨ªa correcta. Ya el micr¨®fono es un enemigo del teatro: el mal micr¨®fono es un verdugo.
Entre los espectadores del primer d¨ªa estaba el alcalde de Madrid, Tierno Galv¨¢n, que corri¨® con ellos de un espacio a otro, visit¨® los puestecillos y la barraca de cine -con una excelente programaci¨®n de filmoteca, que cambia cada d¨ªa hasta septiembre, pero cuyas proyecciones son simult¨¢neas a los otros espect¨¢culos- y pareci¨® regocijado y satisfecho.
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