Espa?a carece de medios de control suficientes para evitar la contaminaci¨®n del mar
Cient¨ªficos y gentes del mar, han dado la voz de alarma ante un proceso que puede ser irreversible. La contaminaci¨®n y deterioro del medio marino avanza a un ritmo galopante. Es el tributo de un progreso que no va acompa?ado de la oportuna legislaci¨®n y de una efectiva prevenci¨®n y control. Aunque son las aguas de los puertos el espejo m¨¢s deplorable de la llamada muerte lenta, el incremento de los ¨ªndices de contaminaci¨®n en las playas, donde millones de nativos y extranjeros disfrutan del ocio estival, da tambi¨¦n una medida real y extensiva de la dimensi¨®n actual del problema.
En los puertos y mares espa?oles no se cumplen las debidas recomendaciones internacionales para evitar, o al menos paliar, la contaminaci¨®n marina. Mientras est¨¢ a punto de expirar el plazo fijado por la Organizaci¨®n Mar¨ªtima Internacional (IMO) del primero de octubre de este a?o para un acoplamiento tecnol¨®gico de todos los buques a la normativa anticontaminante, muchos barcos espa?oles han incorporado ya los filtros y sistemas recomendados, pero sin que un n¨²mero significativo los utilice, salvo para desplazamientos a pa¨ªses que, como EE UU, practican un estricto control. Es s¨®lo uno de los factores en esa suma que d¨ªa a d¨ªa corroe y ensucia los mares.Entre el deslastre de los petroleros que cambian de ruta en Finisterre, a muy pocas millas de la costa, el vertido incontrolado de todo tipo de buques y los residuos urbanos que se arrojan al mar sin adecuado tratamiento, las r¨ªas gallegas, uno de los biosistemas marinos m¨¢s privilegiados del planeta, pueden entrar en una fase ag¨®nica en poco tiempo. Los cient¨ªficos incluso fijan un plazo de seguirse el actual ritmo contaminante: 10 a?os. Las m¨²ltiples plagas que azotan los mares gallegos, con alarmantes indicios de depauperaci¨®n en lo que algunos consideraron inagotable banco de pesca y marisqueo, han puesto sobre aviso a los sectores m¨¢s directamente afectados, urgiendo una efectiva labor de prevenci¨®n y control por parte de la Administraci¨®n.
Aunque el peso espec¨ªfico del mar en los recursos de Galicia a?ade tintes dram¨¢ticos a la situaci¨®n, el problema no es exclusivo de las costas del Noroeste. Ci?¨¦ndose a uno de los factores contaminantes, en los puertos y rutas de navegaci¨®n espa?oles se da un bajo grado de cumplimiento de las recomendaciones para proteger el mar emitidas por organismos internaciones, y en particular por la IMO, en cuyas sesiones de trabajo, desde la Convenci¨®n de Londres, en 1973, se viene trabajando con intensidad en la divulgaci¨®n de normas que eviten el proceso de deterioro de los mares. Estas normas, ratificadas en 1978 y en abril de 1981, con asistencia de Espa?a a las reuniones, junto con otras 46 naciones, han sido llevadas a la pr¨¢ctica con especial rigidez por 15 de los pa¨ªses que representan m¨¢s del 50% del tonelaje mundial. Parad¨®jicamente, muchos nav¨ªos espa?oles utilizan los sistemas anticontaminantes en las aguas donde se intensifica la inspecci¨®n y control, paraliz¨¢ndolos en los propios mares, por razones de econom¨ªa y de menor vigilancia.
Aguas negras e incluso aceites residuales son vertidos con frecuencia en los puertos, al margen de los m¨ªnimos aconsejables. La IMO se?ala, respecto de las aguas negras o fecales, que a menos de las cuatro millas de la costa deber¨ªan estar tratadas integralmente y los vertidos no pueden exceder de los 100 miligramos por litro. Entre las cuatro y las 12 millas, se recomienda la maceraci¨®n y trituraci¨®n de los s¨®lidos, siendo libre el vertido a partir de las 12 millas.
Sistema tradicional
Mientras la IMO recomienda el uso del separador de filtros de sentinas -aceites residuales que se acumulan en el fondo del buque-, el medio utilizado mayoritariamente en las costas espa?olas es la tradicional bomba de achique, que arroja al mar la totalidad de los aceites y Iodos residuales. En la normativa internacional, aparte de recomendarse con prioridad taxativa el uso de separador, se indica que a menos de 12 millas no se deben tirar al mar m¨¢s de 15 partes por mill¨®n (ppm) de residuos, y de las 12 millas en adelante, 100 ppm.Los petroleros no pueden superar las 15 ppm en puerto, y fuera de las 12 millas no pueden arrojar m¨¢s de 60 litros de aceites residuales por milla n¨¢utica recorrida. Existen suficientes avances tecnol¨®gicos que permiten un cumplimiento exacto de tal normativa. Muchos petroleros llevan incorporado un microprocesador que, precintado, registra las proporciones de vertidos seg¨²n distancia y ruta. Los buques de Campsa se est¨¢n reacondicionando para estos efectos, pero la situaci¨®n sigue siendo deficitaria.
Tampoco existen mecanismos de prevenci¨®n suficientes ante la hip¨®tesis, lamentablemente real, de cat¨¢strofes y siniestros, ni est¨¢n suficientemente regulados los mecanismos de indemnizaci¨®n ante las mareas negras, lo que coloca tanto a los afectados como a las administraciones en situaciones comprometidas. Una comisi¨®n especial formada por representantes de municipios europeos, como Brest, Rotterdam, Kiel, Dubl¨ªn, Marsella y La Coru?a, entre otros, viene trabajando desde hace a?os en la elaboraci¨®n de una reglamentaci¨®n internacional que sea asumida por los estados y con la que se supere la actual indefensi¨®n de las zonas m¨¢s afectadas por el tr¨¢fico de hidrocarburos y sustancias qu¨ªmicas. Esta comisi¨®n ha convocado para el pr¨®ximo mes de octubre, en Rotterdam, una conferencia internacional sobre contaminaci¨®n del mar, cuyas conclusiones ser¨¢n elevadas al Parlamento Europeo.
La contaminaci¨®n procedente de los buques no es, de todas formas, seg¨²n los expertos, la determ¨ªnante en la actual situaci¨®n de los puertos y mares. Ser¨ªa tener una imagen distorsionada de un problema producido por la convergencia de muy distintas causas. "Es chocante que se le pida m¨¢s cuidado a los buques", manifestaba un marino mercante coru?¨¦s, "cuando las cloacas de la ciudad vierten directamente a puerto, ante nuestra propias narices". Los vertidos desde tierra, y la falta de tratamiento adecuado para los residuos s¨®lidos urbanos, son uno de los factores m¨¢s graves que coadyuvan al deterioro de las aguas. La creciente urbanizaci¨®n de las costas, con el l¨®gico incremento de las redes de alcantarillado, no va acompa?ada de las necesarias depuradoras y plantas de tratamiento.
Por otra parte, los vertidos incontrolados de talleres y otro tipo de industrias con un alto ¨ªndice contaminante, requieren, para subsanarlos, un sistema de vigilancia especializado.
"Detr¨¢s de la creciente contaminaci¨®n existe tambi¨¦n una falta de conciencia ciudadana", afirma el comandante de Marina de La Coru?a y delegado perif¨¦rico del Ministerio de Transportes, Marcial Fournier. "Muchos de los objetos y residuos que ensucian el puerto son arrojados desde tierra". La disposici¨®n de las autoridades de Marina tropieza con el escollo insalvable de la carencia de medios y personal especializado. Como paso paradigm¨¢tico puede servir la propia ciudad de La Coru?a, donde el comandante de Marina ha recabado de los distintos organismos ciudadanos el apoyo para poder disponer de una embarcaci¨®n adecuada que recorra permanentemente con ojos vigilantes la bah¨ªa.
Entre esta falta de medios y una legislaci¨®n anquilosada, la situaci¨®n de las autoridades llega a ser de impotencia. La sanci¨®n m¨¢xima que se puede aplicar a un buque por vertidos indebidos en puerto es de 50.000 pesetas, y medio mill¨®n el castigo para las irregularidades graves desde tierra. Precisamente est¨¢ en marcha un expediente contra Campsa, por proceder de sus instalaciones en el puerto coru?¨¦s una gran mancha que pint¨® de bet¨²n la bah¨ªa herculina.
Modelo EE UU
Aunque el deterioro de los mares es un mal end¨¦mico a nivel planetario, el cumplimiento de las normas y el desarrollo de sistemas de vigilancia y control se est¨¢n perfeccionando en muchos pa¨ªses costeros, con una dedicaci¨®n intensa a las zonas portuarias. Los expertos citan a EE UU y Canad¨¢, en Am¨¦rica del Norte, a los pa¨ªses del B¨¢ltico, del mar del Norte y a Jap¨®n. El modelo de EE UU es constantemente aludido, quiz¨¢ por el alto n¨²mero de fletes espa?oles con destino a este pa¨ªs, lo que ha exigido una adaptaci¨®n a los buques. Las r¨ªgidas inspecciones de la USCG -sistemas de vigilancia de costas de Estados Unidos- han obligado en ocasiones a cambiar de ruta a varios de estos buques. Las sanciones por incumplimiento de la normativa internacional pueden alcanzar los cinco millones de pesetas, siguiendo la m¨¢xima de que el que contamina, paga. La vigilancia en los vertidos desde tierra es igualmente estricta.Mientras los expertos citan con desasosiego los modelos for¨¢neos, la propia realidad aporta penosas an¨¦cdotas que sugieren un futuro apocal¨ªptico para nuestros mares de no mediar un compromiso decidido de toda la sociedad.
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