El plan cuatrienal
Las l¨ªneas maestras del plan cuatrienal, expuestas por los m¨¢s calificados portavoces del Gobierno, son la reducci¨®n del d¨¦ficit en la balanza de pagos -a base de reducir los costes de producci¨®n y optimizando la capacidad instalada de las empresas, eliminando, entre otras cosas, mano de obra y flexibilizando a¨²n m¨¢s el mercado de trabajo-, reducci¨®n de la inflaci¨®n -a costa de reducir salarios y gasto p¨²blico-, ajustes en una serie de sectores de la estructura productiva (Libro blanco) -a base de seguir desmantelando la industria, echar trabajadores a la calle en la siderurgia y otra docena y media de sectores, sin ning¨²n programa claro de reindustrializaci¨®n-, reducir la Seguridad Social p¨²blica -a costa de reducir gastos de asistencia sanitaria, disminuir el poder adquisitivo de las pensiones-, etc¨¦tera.Todo ello en correspondencia con la idea de adecuarnos al modelo que representa la Comunidad Econ¨®mica Europea, excluyendo expresamente el ejemplo franc¨¦s de la primera etapa de gobierno de la izquierda.
Impulso a la privatizaci¨®n
Junto a todo esto aparece una decidida voluntad de no potenciar el sector p¨²blico, sino todo lo contrario: privatizar ¨¢reas rentables de la Seguridad Social, reprivatizar Rumasa, sanear con dinero p¨²blico y entregar al sector financiero privado bancos con problemas (Catalana, Urquijo... ). A su vez, dentro de la concepci¨®n global a que nos referimos, se considera necesario incrementar los beneficios de las empresas sin actuar sobre los costes del cr¨¦dito.Los grandes trazos acabados de describir, unidos a algunos de los muchos argumentos que se utilizan para justificar su necesidad, esbozan otro tipo de reflexiones.
Por ejemplo, se habla de que ¨¦sta es la herencia recibida de UCD; que es preciso ganar el tiempo perdido por aquellos malhadados Gobiernos. Incluso se afirma que, siendo el objetivo la lucha contra el paro, lo prioritario hoy es el ajuste de la econom¨ªa.
- Quienes desde el mundo sindical analizamos la conducta del PSOE en relaci¨®n con los Acuerdos de la Moncloa -que, dicho sea de paso, juzgados por su contenido y por el marco de debilidad de la democracia en que se dieron, aparecen hoy, con gran diferencia, como lo m¨¢s progresista que en materia econ¨®mica, social y pol¨ªtica se ha conocido en toda la transici¨®n-; acuerdos que no tuvieron toda la virtualidad que encerraban porque, adem¨¢s de las presiones de la derecha y su efecto sobre el Gobierno de Su¨¢rez, s¨®lo el PCE y CC OO los defendieron.
- Quienes vivimos las llamadas jornadas de reflexi¨®n y conocimos los argumentos y los objetivos expuestos por Abril Martorell.
- Quienes nos estudiamos el plan econ¨®mico del Gobierno (PEG) hecho p¨²blico en agosto de 1979.
- Quienes combatimos el Estatuto de los Trabajadores y la mal llamada ley B¨¢sica de Empleo, cuya virtualidad mayor era y es reducir el n¨²mero y cuant¨ªa de protecci¨®n a los parados (por cierto, d¨ªas atr¨¢s, el INEM ha estudiado el proyecto de presupuestos de este instituto para 1984 y resulta que, seg¨²n nuestros c¨¢lculos, la protecci¨®n a los parados que se prev¨¦ queda aproximadamente igual que ahora; donde, seg¨²n se sabe, s¨®lo entre un 25% y un 27% recibe ayuda econ¨®mica).
- Quienes vivimos los avatares de la comisi¨®n tripartita para la mejora y racionalizaci¨®n de la Seguridad Social prevista en el ANE y conocimos el modelo y las pretensiones de la CEOE.
- Quienes seguimos desde el principio la negociaci¨®n y conclusi¨®n del ANE y supimos de primera mano por d¨®nde iban los tiros de la patronal en lo de la flexibilizaci¨®n del mercado de trabajo, especialmente en lo que a contrataci¨®n temporal se refiere.
- Quienes, en suma, no padecemos amnesia pensamos, con un ligero esbozo de escepticismo ante las conductas pol¨ªticas y un mucho de preocupaci¨®n por lo que a los trabajadores se nos viene encima, que el 'invento' del actual Gobierno estaba ya patentado y que su desigual aplicaci¨®n en el pasado tuvo como causa la resistencia que CC OO, PCE y tambi¨¦n, parcialmente, el propio PSOE y UGT hicirnos en su momento ante tales pretensiones.
Aplicaci¨®n eficaz
A veces, resumiendo todo esto, solemos decir en CC OO que las propuestas del actual Gobierno van en la l¨ªnea de las apuntadas tiempo atr¨¢s por UCD. Esa es la verdad. Pero yo a?adir¨ªa otra cosa. Mientras la debilidad pol¨ªtica de UCD produjo resultados chapuceros y la presi¨®n de la izquierda impidi¨® parte de los objetivos que, de haberse llevado a la pr¨¢ctica, seguramente habr¨ªan hecho menos virulentos los ataques a UCD, tanto por la CEOE como por la derecha pol¨ªtica m¨¢s reaccionaria, en la actualidad nos encontramos con que el Gobierno del PSOE, al menos de momento, tiene a¨²n capital pol¨ªtico suficiente para intentar -?oh paradoja!- aplicar m¨¢s eficazmente aquella pol¨ªtica econ¨®mica que criticamos severamente entonces por lesiva para los trabajadores.Hay quien dice que el silencio de la CEOE en estos meses es producto del encogimiento propio de los resultados del 28-O. Lo mismo se dice de los llamados poderes f¨¢cticos y hasta de Fraga. Mi impresi¨®n es otra. Cuando se les toca algo que les duele, no se callan.
Ocurre que en este pa¨ªs se viene produciendo hace ya tiempo una batalla ideol¨®gica donde los postulados de la burgues¨ªa encuentran d¨¦bil resistencia y el marco de los an¨¢lisis se hace cada vez m¨¢s desde posiciones tecnocr¨¢ticas. De ah¨ª que cuando un partido de la izquierda promueve un Gobierno que trata la crisis econ¨®mica se nos crean grandes dificultades para decir que si des, le el punto de vista electoral ha ganado la izquierda, desde el punto de vista de clase quien puede salir reforzado es el gran capital.
En resumen, y retomando el hilo de este comentario, los contenidos del plan cuatrienal podr¨ªan convertirse en la m¨¢s dura carga soportada por los trabajadores en todo lo que llevamos transcurrido de democracia.
No obstante, el movimiento obrero tiene en su seno reservas suficientes para intentar desviar el curso de los acontecimientos. Y voces que dentro de ¨¦l repetir¨¢n que la flexibilizaci¨®n del mercado de trabajo, avalada por el t¨ªtulo I del Estatuto de los Trabajadores y practicada con creciente profusi¨®n, no ha surtido efecto contra el paro. Habr¨¢ que recordar al Gobierno que la frase del entonces ministro de Trabajo ante el Parlamento, seg¨²n la cual el estatuto crear¨ªa 1.000 puestos de trabajo diarios, ha sido casi exacta, s¨®lo que en sentido diametralmente opuesto: 1.000 puestos menos cada d¨ªa.
Habr¨¢ que repetir que la p¨¦rdida de poder adquisitivo de los salarios, persistente los tres ¨²ltimos a?os, ha contra¨ªdo la demanda interna y demostrado que la mejora del excedente empresarial tampoco ha evitado ese crecimiento espectacular del paro.
Habr¨¢ que reiterar que las pensiones son demasiado m¨ªnimas; que la asistencia sanitaria p¨²blica puede mejorarse mucho sin mucho m¨¢s gasto, aunque racionaliz¨¢ndola, y que, en definitiva, la Seguridad Social no puede ni debe convertirse en presa para negocios lucrativos.
Habr¨¢ que insistir en que el tratamiento de la crisis industrial con la receta del Libro Blanco tiene poco que ver con la pol¨ªtica de reindustrializaci¨®n que se necesita.
Habr¨¢, en suma, que denunciar una peculiar concepci¨®n de la solidaridad, consistente en que la mayor¨ªa -incluyendo no s¨®lo a los trabajadores de dentro y de fuera del sistema productivo, sino a las capas peor situadas de la peque?a y mediana burgues¨ªa agraria, industrial y de servicios- reforzar¨¢ con su sacrificio al n¨²cleo central de poder econ¨®mico y financiero sobre el que descansa la misi¨®n de perpetuar el capitalismo.
Otras salidas
Soy consciente de que la alternativa inmediata, lamentablemente, no es la transformaci¨®n social. De cualquier forma, es imprescindible que el movimiento obrero la tenga siempre como perspectiva.Pero estoy convencido de que es posible hoy otro tratamiento a nuestros problemas, otra dimensi¨®n en la lucha contra el paro y la crisis. Una dimensi¨®n que no s¨®lo tenga en cuenta los retrasos de UCD, sino los retrasos hist¨®ricos de nuestra estructura econ¨®mica. Que aborde la reforma agraria integral; que potencie el sector p¨²blico y deje de reducirlo a la subsidiariedad respecto al privado; que profundice de forma mucho m¨¢s progresista la reforma fiscal; que act¨²e sobre el sistema financiero, canalizando los recursos a la utilidad social y el inter¨¦s nacional, que pasan en primer¨ªsimo lugar por la inversi¨®n generadora de empleo; que abarate el precio del dinero de forma selectiva en relaci¨®n a la lucha contra el paro; que de forma resuelta acabe con el fraude y evasi¨®n fiscales, que superan actualmente el bill¨®n de pesetas anuales; que desv¨ªe, al menos en parte, recursos hacia lo productivo, ahora utilizados en gastos militares; que haga algo parecido con determinadas partidas de subvenci¨®n a la ense?anza privada; que dentro de ciertos m¨¢rgenes, active la demanda interna; que aplique eficazmente medidas penales para la fuga de capitales; que resit¨²e las prioridades y subordine a la lucha contra el paro los ritmos de reducci¨®n de la inflaci¨®n y el d¨¦ficit; que democratice las empresas, ampliando la participaci¨®n de los trabajadores; que potencie el sindicalismo de clase, etc¨¦tera.
Claro est¨¢ que esta l¨ªnea colisiona con intereses de sectores reducidos en n¨²mero, aunque influyentes y hasta agresivos. Incluso obligar¨¢ a resituar la orientaci¨®n de la pol¨ªtica exterior y exigir¨¢ un tratamiento m¨¢s ligado a los intereses generales del pa¨ªs en el tema del ingreso en la CEE. Exigir¨¢ apostar por sacudirse la presi¨®n yanqui y por la independencia tanto nacional como de la propia Europa.
Ir por el otro camino podr¨¢ resultar m¨¢s sencillo. Pero no tendr¨¢ nada de progresista ni resolver¨¢ la crisis: simplemente nos instalaremos en ella. Hacer girar el rumbo de las cosas no va a ser f¨¢cil. Pero habr¨¢ que luchar para intentarlo, convencidos de que, al menos en parte, puede conseguirse.
Los sectores m¨¢s conscientes y combativos del movimiento obrero deben, a mi entender, sustraerse a cualquier implicaci¨®n en esa pol¨ªtica de corte estabilizador y luchar por una solidaria y progresista. Deben tener las manos libres para actuar en todo momento en defensa de los intereses de los trabajadores. Con responsabilidad, tratando de no despegarse de las masas, pero coloc¨¢ndose siempre por delante para no alimentar ni el conformismo ni la decepci¨®n.
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