Terrorismo y democracia
Todo eso puede cambiar si el terrorismo maoista es r¨¢pidamente debelado. Mientras persista la violencia extremista, el horizonte institucional se mostrar¨¢ nublado. Felizmente, el reciente asalto -a sangre y fuego- al local del partido oficialista Acci¨®n Popular ha generado un movimiento de unidad pol¨ªtica que seguramente no sospecharon sus autores.Personeros de los principales movimientos partidarios del pa¨ªs, incluidos los sectores marxistas, presentaron personalmente sus condolencias a la dirigencia acciopopulista.
De profundizarse esta tendencia a la unificaci¨®n entre quienes se adhieren a los principios democr¨¢ticos, se abre una etapa de solidificaci¨®n institucional que permitir¨¢ que en 1985 el presidente, Fernando Bela¨²nde Terry, le entregue la banda bicolor a un gobernante designado por el pueblo peruano y no nacido de alguna deliberaci¨®n de cuartel, como sucedi¨® en 1968, cuando la anterior administraci¨®n del actual presidente fue bruscamente interrumpida por un pronunciamiento castrense, faltando s¨®lo nueve meses para las elecciones generales.
Desde 1979 Per¨² cuenta con una Constituci¨®n que incorpora la experiencia acumulada desde 1933, cuando fue promulgada la anterior Carta Magna. Adem¨¢s, su vida partidaria se ha consolidado, no obstante haber estado en suspenso cerca de 12 a?os la vida pol¨ªtica durante la dictadura militar.
Sindicalistas y empresarios, m¨¢s all¨¢ de previsibles diferencias, coinciden en la necesidad de mantener vigente el ordenamiento, constitucional. Otro tanto piensan periodistas y pol¨ªticos. La Iglesia, de su lado, pregon¨¢ la conveniencia de no apartarnos del sendero constitucional.
Las condiciones est¨¢n dadas, en otras palabras, para iniciar el camino de la fundaci¨®n de una nueva etapa republicana. La inestabilidad de d¨¦cadas puede tornarse en estabilidad fecunda, como lo demuestra la experiencia de Venezuela.
S¨®lo un pu?ado de fan¨¢ticos, cuya ideolog¨ªa mezcla los conceptos de Mao con las pr¨¢cticas de Pol Pot, se opone a este prop¨®sito. Liquidar este movimiento, dentro de la ley y con cabal respeto de los derechos humanos, es, pues, una meta insoslayable. En lograrla est¨¢ empe?ado Per¨².
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.