La visita de Obiang
EL EPISODIO del sargento Mic¨® parec¨ªa la ¨²ltima an¨¦cdota pol¨ªtica del proceso de deterioro de las relaciones entre Espa?a y Guinea Ecuatorial. Los problemas protocolarios provocados por el s¨¦quito del presidente Obiang durante su actual estancia en Espa?a acaban de tomar el relevo. Conocidos algunos de los acompa?antes del presidente quineano, no son de extra?ar las truculentas escenas de las que han sido protagonistas algunos de los hombres encargados de la seguridad de Obiang. Lo que resulta m¨¢s dif¨ªcil de explicar es c¨®mo tales actitudes resultan compatibles con el desarrollo aparentemente normal de la visita. Que el presidente espa?ol se haya visto obligado a intervenir personalmente para poner fin a la disputa provocada en el palacio de la Moncloa por los guardaespaldas guineanos coloca al borde del rid¨ªculo a quienes, desde los servicios de protocolo o de seguridad, tendr¨ªan que haber evitado que se produjeran tan graves incidentes.Desde el derrocamiento de Mac¨ªas, el Gobierno del presidente Obiang y los sucesivos Gobiernos democr¨¢ticos espa?oles no han encontrado un acomodo satisfactorio. Ninguno de los ejecutivos espa?oles que se han sucedido desde el golpe de 1979 han cre¨ªdo seriamente que nuestro pa¨ªs se jugase una baza estrat¨¦gica o econ¨®mica prioritaria en Guinea, al tiempo que el nuevo r¨¦gimen ecuatoguineano ha buscado apoyos en otras latitudes, Francia y sus vecinos africanos concretamente. Esta sustituci¨®n de Espa?a ten¨ªa miras muy interesadas: alguien que pagara la factura de una econom¨ªa desatendida, patrimonializada por unos pocos funcionarios y en plena bancarrota.
El episodio Mic¨®, que ha colocado al Gobierno espa?ol en una delicada situaci¨®n no deseada, tampoco ha resultado favorable para Obiang. Su error proviene de la ejecuci¨®n de la sentencia de muerte contra dos de los inculpados en el compl¨® para acabar con su vida. La aplicaci¨®n de la sentencia de muerte en los casos citados y el aplazamiento de la ejecuci¨®n del sargento Mic¨® ha colocado a ¨¦ste, tambi¨¦n declarado culpable, como protegido especial de la antigua potencia colonial. Para la facci¨®n antiespa?ola y antimodernizadora de los colaboradores de Obiang es un argumento inapreciable para intentar probar la debilidad del r¨¦gimen y una coartada poderosa para obligar a endurecer su actitud frente a Espa?a. Este camino convierte a Obiang en reh¨¦n de un grupo, el llamado clan de Mongomo, cuyos deseos de volver a un r¨¦gimen m¨¢s autoritario impiden la apertura de un di¨¢logo cada vez m¨¢s necesario con la oposici¨®n guineana, donde se encuentran los mejores cuadros para una eventual recuperaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs, y probablemente a¨ªslan al presidente de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n ecuatoguineana.
La recuperaci¨®n de la confianza mutua exige, en principio, conocer los prop¨®sitos del presidente Obiang. Si el r¨¦gimen pol¨ªtico ecuatoguineano no ofrece se?ales claras de apertura y las oportunas salvaguardias de que la democracia ser¨¢ respetada, cualquier cooperaci¨®n espa?ola con dicho pa¨ªs estar¨¢ condenada al fracaso. En ese caso, lo ¨²nico razonable ser¨ªa solucionar del modo m¨¢s apacible los problemas pendientes y mantener unas relaciones internacionales neutras, como con cualquier otro Estado tercermundista, aunque sea preciso continuar una ayuda humanitaria -sobre todo en materia de sanidad y educaci¨®n- a un pa¨ªs que continuar¨¢ en la miseria todav¨ªa por varios a?os.
Por el contrario, si el presidente Teodoro Obiang est¨¢ en favor de la modernidad de su pa¨ªs y se llega a una soluci¨®n satisfactoria en las promesas sobre la vida de Mic¨® hechas al ministro Mor¨¢n, la cooperaci¨®n podr¨ªa continuar. Esto no significa mantener la pol¨ªtica de ayuda deslavazada y sin control seguida hasta ahora, que ha conducido a la dilapidaci¨®n de recursos espa?oles para el mayor enriquecimiento de unos cuantos funcionarios corruptos. Se tratar¨ªa de contribuir, de una manera inteligente y firme, a la v¨ªabilidad de un pa¨ªs pobre, poco poblado y con posibilidades de recuperaci¨®n. Quiz¨¢ convendr¨ªa asociar los futuros programas de ayuda espa?oles a un proyecto de cooperaci¨®n multilateral. Se podr¨ªan as¨ª contraponer cr¨¦ditos y donaciones a medidas internas de saneamiento econ¨®mico y financiero. Los ecuatoguineanos no podr¨ªan utilizar sus estratagemas de enfrentar a unos donantes con otros; nuestros presupuestos se ver¨ªan aliviados, y Espa?a se ver¨ªa libre de cualquier acusaci¨®n de neocolonialismo.
Aunque todav¨ªa se desconoce el resultado de las conversaciones entre los dos gobiernos, cualquier posibilidad de entendimiento razonable parece dificultosa a la vista de c¨®mo se est¨¢ desarrollando la visita a Madrid de la delegaci¨®n guineana. Los incidentes provocados por los guardaespaldas de Obiang y, sobre todo, la propia composici¨®n de la delegaci¨®n guineana, con los componentes del clan de Mongomo en pleno, son indicios de que tampoco esta vez ser¨¢ f¨¢cil un entendimiento. La parte espa?ola ha vuelto a caer en la improvisaci¨®n. Nuestras autoridades no han conocido con antelaci¨®n los prop¨®sitos ecuatoguineanos a trav¨¦s de una previa y paciente negociaci¨®n en la que se hubiesen desgranado con cuidado los puntos discutibles y las personas presentes en cada reuni¨®n.
El presidente Obiang y sus astutos y decididos acompa?antes han preparado mejor las cosas. Primero lanzaron el rumor de que el arzobispo de Guinea Ecuatorial acompa?ar¨ªa al presidente Obiang; luego, han aprovechado cualquier pretexto protocolario para provocar un incidente. Si las negociaciones fracasan, se habr¨¢ demostrado que tampoco la presencia de Obiang facilita el entendimiento con el Gobierno espa?ol. Los culpables de los fracasos negociadores con Espa?a no ser¨¢n as¨ª exclusivamente los miembros del clan de Mongomo, quienes tendr¨¢n ahora las manos todav¨ªa m¨¢s libres para perpetuar un poder que conduce al cierre pol¨ªtico y econ¨®mico de Guinea Ecuatorial y al empobrecimiento de sus habitantes. Una vez m¨¢s, los maquiav¨¦licos paisanos de Mac¨ªas habr¨¢n conseguido detener el progreso de su pueblo, aunque qui¨¦n sabe si a la larga no est¨¢n provocando la desaparici¨®n de su pa¨ªs como estado independiente. Los gobernantes espa?oles, entre humillados y ofendidos, han vuelto a ser v¨ªctimas de su candidez y de una cierta falta de profesionalismo. Quiz¨¢ este viaje del presidente Teodoro Obiang Nguema debi¨® haberse preparado con m¨¢s cuidado y sagacidad por parte de los colaboradores del presidente Felipe Gonz¨¢lez.
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