Calanda quiere las cenizas de su 'hijo predilecto'
Las campanas de la iglesia del Pilar de Calanda, pueblo donde naci¨® hace 83 a?os el hijo de Leonardo y Mar¨ªa, tocaron a muerte por Luis Bu?uel el pasado s¨¢bado. El ta?ir del metal sorprendi¨® a los calandinos cuando regresaban del campo para la comida y la siesta: "es don Luis Bu?uel, ha muerto". El Ayuntamiento de Calanda, localidad famosa por la Semana Santa y los tambores, los melocotones, el milagro y Luis Bu?uel, dio la noticia de la muerte, en M¨¦xico, del m¨¢s universal de los aragoneses, a trav¨¦s de los altavoces. Ahora quiere que sus cenizas reposen all¨ª donde naci¨®, la tierra que tanto influy¨® en la vida y obra del cineasta internacional.La Consejer¨ªa de Cultura del Gobierno aut¨®nomo aragon¨¦s y el Ayuntamiento de Zaragoza insertaron ayer domingo, en los medios de comunicaci¨®n, esquelas dedicadas "al excelent¨ªsimo se?or Luis Bu?uel Portol¨¦s", en las que expresaban "su m¨¢s profundo sentimiento por la p¨¦rdida de tan ilustre aragon¨¦s para la vida cultural de la regi¨®n".
Los cr¨ªticos, Manuel Rotellar entre ellos, y expertos en Bu?uel como el profiesor Agust¨ªn S¨¢nchez Vidal, han glosado la obra y la vida del cineasta y han llegado a la conclusi¨®n de que es dif¨ªcil entender plenamente a Bu?uel y su cine si no se es aragon¨¦s, turolense, zaragozano o de Calanda.
Arag¨®n llora a su artista universal y los homenajes se suceder¨¢n en los d¨ªas pr¨®ximos, pero siempre ha dado la impresi¨®n de que Bu?uel -s¨®lo aparentemente, pues seg¨²n los que le trataron era una persona cordial y exquisita- haya estado distante de Arag¨®n, de la tierra donde naci¨®.
La obra de Bu?uel recuerda a su Calanda natal, la Semana Santa y los tambores. All¨ª iba a su casa, la m¨¢s antigua de la plaza, la que construy¨® su padre cuando vino de Am¨¦rica, o a la torre, la casa de campo junto al r¨ªo, donde ten¨ªa lugar uno de los pasatiempos favoritos de Bu?uel: sestear despu¨¦s de comer. Las temporadas que Bu?uel pasaba en Calanda, su casa se llenaba de gente, siempre amigos suyos, directores de cine y artistas de sus pel¨ªculas.
Siendo muy ni?o, la familia de los Bu?uel se traslad¨® a Zaragoza, donde Luis curs¨® sus primeros estudios en los corazonistas y luego el bachillerato en los jesuitas. La ciudad de Zaragoza, escenario de algunas de sus pel¨ªculas, le ha concedido la medalla de oro, lo ha hecho hijo ilustre, le ha dedicado una calle, un instituto, aqu¨ª viven algunos de sus familiares, entre ellos su hermana Conchita y su sobrino Pedro Crist¨¢n, representante legal de Bu?uel en Espa?a y que conserva numeroso material gr¨¢fico de algunos de sus guiones regalados por su t¨ªo. Su hijo Juan Luis va a rodar una pel¨ªcula sobre el galacho de La Alfranca, una reserva natural junto a la capital. Por todo esto, Zaragoza reivindica, no sin pocos motivos, a Luis Bu?uel.
El profesor Agust¨ªn S¨¢nchez Vidal, autor de un libro sobre la obra literaria de Luis Bu?uel en el que se incluyen varios escritos del cineasta, recuerda que una de las ¨²ltimas veces que vio a Bu?uel fue en la Semana Santa de 1980, en Zaragoza: "ocasi¨®n muy emotiva porque resultaba claro que se estaba despidiendo de su Arag¨®n y de sus seres queridos". En junio de ese mismo a?o, este profesor, junto con Joaqu¨ªn Aranda, pas¨¦ dos semanas en la casa de Bu?uel en M¨¦xico, para ordenar sus papeles literarios: "Bu?uel se tom¨® nuestra visita con toda la cordialidad y hospitalidad hispanas".
Para S¨¢nchez Vidal parece ya irremediable que el patrimonio cultural de Bu?uel se quede en M¨¦xico. "El intento de haberlo tra¨ªdo se ten¨ªa que haber pensado antes". A trav¨¦s de una emisora de radio local, manifestaba ayer que s¨ª se plantea trasladar a Espa?a, a Arag¨®n, este patrimonio cultural, "debe hacerse con seriedad".
En este sentido, Calanda en particular y Arag¨®n en general quieren las cenizas de Bu?uel. As¨ª se conf¨ªa y espera en su pueblo natal. Los restos del c¨¦lebre sordo de Calanda ir¨ªan a parar a su casa natal, que se convertir¨ªa en un centro de recuerdo permanente de la obra bu?uelesca. De esta manera, Arag¨®n, que no supo, no pudo o no quiso tenerle en vida, tendr¨ªa, al menos, sus cenizas.
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