Las autoridades sevillanas, decididas a frenar el fuerte deterioro del parque de Mar¨ªa Luisa
Una declaraci¨®n del Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio de Cultura, ha hecho posible que el popular parque de Mar¨ªa Luisa ingrese en la treintena de jardines hist¨®rico-art¨ªsticos espa?oles, junto a recintos tan conocidos como el Retiro, la Albambra o el propio Alc¨¢zar sevillano. El acuerdo obligar¨¢ a las instituciones p¨²blicas a realizar importantes inversiones para detener el deterioro acumulado tras muchos a?os de incuria y abandono.
Seg¨²n In¨¦s Campos, arquitecta del servicio municipal de parques y jardines, y Jos¨¦ El¨ªas, jefe de jardineros, la protecci¨®n legal que a partir de ahora tendr¨¢ el parque de Mar¨ªa Luisa, es del mismo alcance que la de los monumentos hist¨®rico-art¨ªsticos y correr¨¢ a cargo del Patronato para la Conservaci¨®n y Protecci¨®n de los Jardines Art¨ªsticos de Espa?a, organismo creado en 1941 por un decreto en cuyo pre¨¢mbulo se aleccionaba con la doctrina de la ¨¦poca: "Lo que los dones del suelo y del clima nos proporciona y que el temperamento hist¨®rico de nuestra raza supo mejorar, hay que sustraerlo a la incuria, el abandono y a la destrucci¨®n evitables".Entre las funciones del patronato est¨¢n: velar por la integridad de los jardines protegidos; cuidar de su restauraci¨®n, exigiendo el mayor respeto para sus estilos, tipo y peculiaridades, y encauzar todas las iniciativas en favor del arte de la jardiner¨ªa. La verdad es que la raza espa?ola -?o tal vez la sevillana?- no ha mejorado mucho este parque en las ¨²ltimas d¨¦cadas y su estado actual dista mucho del que la capital andaluza y la misma historia del recinto se merecen.
El parque de Mar¨ªa Luisa tuvo su origen en la cesi¨®n graciosa que hizo a la ciudad, a finales del siglo pasado, la infanta Mar¨ªa Luisa de buena parte de los jardines de su palacio de San Telmo, donde "una dalia cuidaba Sevilla", y se produjo el enamoramiento regio. Despu¨¦s de un per¨ªodo de estropicios, el comit¨¦ de la exposici¨®n latinoamericana encarg¨® las obras de restauraci¨®n y mejora al franc¨¦s Forestier, quien sobre el trazado preexistente, muy al gusto rom¨¢ntico, superpone un sistema de ejes conectados de forma octogonal. La apertura al p¨²blico tuvo lugar en 1914.
Posteriormente se le incorporaron diversas glorietas y se a?adieron dos maravillosas plazas: la de Am¨¦rica, en 1916, y la de Espa?a, en 1929, coincidiendo con la inauguraci¨®n del sue?o ef¨ªmero de la exposici¨®n. De todo ello resultar¨ªa un recinto ecl¨¦ctico: italiano en su fuerte componente arquitect¨®nica y decorativa; ingl¨¦s en las zonas naturales y paisajistas y andaluz en su fragmentaci¨®n en peque?os jardines, la presencia del agua y los motivos cer¨¢micos. A todo ello se unir¨ªan m¨¢s tarde los jardines de San Telmo, anejos al palacio, y los de las Delicias, prolongaci¨®n del antiguo paseo del R¨ªo. En total, 33 hect¨¢reas.
El abandono
Cuando la exposici¨®n se vino a pique, el parque qued¨® sometido a la ley del m¨¢s fuerte y se abandonaron las recomendaciones de Forestier para su conservaci¨®n. Desapareci¨® la iluminaci¨®n artificial y las glorietas se deterioraron por la dejadez y la incultura de muchos a?os. Ahora, el concejal delegado del ¨¢rea de infraestructura y equipamiento urbano, Javier Queralto Dastis, se plantea seriamente la restauraci¨®n de todos sus elementos, aunque es consciente de las dificultades: "Los deterioros acumulados son tantos y de caracteres tan particulares que hace falta una fuerte inversi¨®n y el rescate de procedimientos y t¨¦cnicas no f¨¢ciles de encontrar hoy, como los azulejos de cuerda seca, el ladrillo especial tallado y la forja".
Solamente para arreglar la plaza de Espa?a y su r¨ªa, por ejemplo, har¨ªan falta m¨¢s de 100 millones de pesetas. Sin embargo, s¨ª resulta m¨¢s barata la reposici¨®n de las farolas, el arreglo del pavimento y el enriquecimiento de los viveros. Y en todo caso, la voluntad de Queralto se ha demostrado: en su cuidado al detalle de los anuncios que aparecen en las paradas de autobuses alrededor del parque, o en el dise?o de las papeleras, o en la estructura de los nuevos puestos de helados autorizados, acordes con el recinto hasta en el color. Quienes no est¨¢n contentos son los quiosqueros: los puestos no llaman la atenci¨®n y no hay casa comercial que los subvencione.
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