La microelectr¨®nica militar, objetivo del espionaje de la URSS
La fuga de avanzada tecnolog¨ªa occidental aplicable a usos militares hacia los pa¨ªses del Este, a pesar de la cuarentena a que est¨¢ sometido este tipo de material por parte de las autoridades norteamericanas y de los pa¨ªses de la OTAN, supone una elevada c¨¢ntidad de millones de d¨®lares al a?o. Intrincadas redes de firmas ficticias y oscuros agentes comerciales operan a trav¨¦s de pa¨ªses libres de toda sospecha para conseguir un material que, seg¨²n el Gobierno norteamericano, ha permitido satisfacer, por ejemplo, el 100% de las necesidades sovi¨¦ticas de microelectr¨®nica para usos militares o el 50% de todas sus necesidades microelectr¨®nicas.
Todos los a?os desaparecen millones de d¨®lares en alta tecnolog¨ªa occidental para usos Miilitares tras las fronteras de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y sus aliados. En algunos casos, los m¨¦todos del Pacto de Varsovia para obtener tal material son tan efectivos que estos equipos son incluso devueltos a Occidente para ser reparados en secreto.Las leyes norteamericanas y los acuerdos de la OTAN prohiben el tr¨¢fico de tales sofisticados equipos microelectr¨®nicos y ordenadores, pero la cantidad que llega al Este es sorprendente, seg¨²n los expertos occidentales en espionaje.
Una gran parte se consigue, seg¨²n estos especialistas, mediante firmas ficticias y agentes comerciales que participan en la obtenci¨®n de esta tecnolog¨ªa. Esta actividad es considerada como la labor principal del Comit¨¦ para la Seguridad del Estado Sovi¨¦tico (KGB), de la Agencia de Espionaje y Seguridad Interior de la URSS, y de la GRU, su equivalente militar.
Su forma de operar queda bien ilustrada por el caso de Jean Didat, un transportista del aeropuerto de Orly, en Par¨ªs. Didat realiz¨® varios viajes enormemente complicados, el m¨¢s osado de los cuales fue viajar a Arristerdarr¨ª para entregar un avanzad¨ªsimo equipo microelectr¨®nico de fabricaci¨®n norteamericana, mercanc¨ªa estrat¨¦gica con un peso superior a la tonelada que los rusos hab¨ªan enviado secretamente de vuelta a Occidente por avi¨®n, desde Mosc¨², para su mantenimiento.
Ida y vuelta
Seg¨²n los expertos occidentales, la mayor¨ªa de las mercanc¨ªas corresponden a listas de compra precisas suministradas por las agencias de espionaje sovi¨¦ticas.
La intensidad del programa del KGB es tal que se dice que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ha formado una organizaci¨®n interna especial para tratar de las transferencias tecnol¨®gicas.
El informe dec¨ªa que la adquisici¨®n de cientos de unidades de equipos microelectr¨®nicos occidentales, por valor de cientos de millones de d¨®lares, ha permitido a la Uni¨®n Sovi¨¦tica construir la industria b¨¢sica para el desarrollo de sistemas sofisticados de armamento en las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Didat, estim¨® que su peque?a oficina de Orly hab¨ªa traficado con mercanc¨ªas por un valor entre los 20 y los 25 millones de d¨®lares anuales durante varios a?os de comercio con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Checoslovaquia. En su mayor parte se trataba de material norteamericano de alta tecnolog¨ªa, conseguido mediante una complicada serie de firmas postales de Liechtenstein y Suiza, documentos falsificados, comprados y sustra¨ªdos, y enormes sumas de dinero.
En su particular interpretaci¨®n de las leyes francesas, Didat dijo que sus transportes, el env¨ªo de embalajes marcados como equipos el¨¦ctricos de un lado a otro, eran legales.
Grupos paralelos
La firma para la cual trabajaba Didat, Cotricom, en la cual, seg¨²n el registro mercantil de Par¨ªs, era accionista mayoritario un tal Armori, serv¨ªa como transportista a dos grupos paralelos en Francia y Suiza.
Tanto la rama francesa como la suiza trabajaban sobre el principio de que la alta tecnolog¨ªa norteamericana puede comprarse legalmente y con relativa facilidad en el mercado libre de Estados Unidos y transportarse a comerciantes aparentemente honrados de Europa occidental sin demasiadas dificultades.
Desde finales de los a?os setenta, dijo Didat, Almori "recibi¨® pedidos de los rusos y de los checos". Los rusos, o quien quiera que fuese, le pagaban por medio de cuentas en Suiza y en la Rep¨²blica Federal de Alemania. Pero ¨¦l no es ning¨²n caso especial. Hay cientos de suministradores como Almori".
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