El resplandor de Hiroshima
Ayer se cumpli¨® el 38? aniversario del acontecimiento que marc¨® el final de la guerra mundial y el inicio de la guerra fr¨ªa
La ma?ana del 6 de agosto de 1945 era tranquila y c¨¢lida. El doctor Michihiko Hachiya hab¨ªa pasado muchas noches sin dormir atendiendo heridos en el hospital y escuchando las alarmas a¨¦reas. Jap¨®n estaba en guerra. Una guerra en la que hab¨ªa embezado arrasando y ahora perd¨ªa. A las 8.16 horas el doctor Hachiya miraba por la ventana los reflejos del sol en su jard¨ªn, cuando a un fuerte resplandor le sigui¨® otro. Por un instante todo brill¨® como el magnesio, y a continuaci¨®n el sol se oscureci¨®.
Cuando tuvo conciencia de lo que empezaba a pasar esa ma?ana de agosto, el doctor Hachiya inici¨® la huida de su casa derrumbada mientras descubr¨ªa que su labio inferior estaba casi totalmente desprendido y que ten¨ªa un cristal clavado en el cuello. La ropa que llevaba puesta se hab¨ªa evaporado y el cuerpo estaba cubierto de heridas. "Nos salvaremos", le dijo a su esposa. 'S¨®lo tenemos que salir de aqu¨ª lo antes posible". Buscaron a calle y en la huida ¨¦l pis¨® un cad¨¢ver al que le pidi¨® disculpas hist¨¦ricamente. llero al llegar a lo que hab¨ªa sido la calle descubrieron que hab¨ªa solamente ruinas y polvo, "No permanec¨ªa nada en pie, excepto unos pocos edificios", recordar¨ªa luego el doctor Hach?ya en su Hiroshima diary.
Lo que el doctor Hachiya y otros supervivientes ve¨ªan desde tierra era confirmado en ese momento por la tripulaci¨®n de un bombardero norteamericano B 29. A las 8.12 horas, el artillero Thomas Farebes le comunic¨® al piloto Paul Tibbets que la ciudad estaba en su objetivo. Llegaba a su fin el Proyecto Manhatann, con un costo de 2.000 millones de d¨®lares. El 16 de julio de 1945 se hab¨ªa ex perimentado la primera bomba at¨®mica en Alamogordo, Nuevo M¨¦xico. Un grupo de cient¨ªficos pidi¨® entonces al Gobierno de Estados Unidos que no la utilizase en contra de los japoneses sin hacerles una demostraci¨®n.
Durante dos meses Tibbets se prepar¨® para la misi¨®n. Bautiz¨® Elona Gay al avi¨®n dado, que era el nombre de su madre, y seleccion¨® a la tripulaci¨®n. Cuando tuvo en la mira el hospital Shima, y Dick Parson, el f¨ªsico que arm¨® la bomba en vuelo, le comunic¨® que todo estaba en orden, Tibbets la dej¨® caer. "Vi el resplandor", dijo a?os despu¨¦s en una entrevista, "y sent¨ª gusto a amalgama en la boca. Fue una sensaci¨®n extra?a y desde entonces qued¨¦ convencido que la bomba at¨®mica tiene gusto a amalgarna". Dos minutos despu¨¦s de la explosi¨®n, mientras el hongo crec¨ªa, Paul Tibbets sobrevol¨® Hiroshima y descubri¨® que hab¨ªa desaparecido.
Las v¨ªctimas
Hiroshirna ten¨ªa 250.000 habitantes. En los primeros dos minutos murieron alrededor de 60.000 hombres, mujeres y ni?os; otros 100.000 resultaron heridos. La mayor parte se desintegraron por la bola de fuego y el resto muri¨® debido a la presi¨®n y a los vientos de fuego, adem¨¢s de los derrumbes. En un segundo la temperatura subi¨® a 3.000 grados cent¨ªgrados. Se calcula que el total de v¨ªctimas fue de 200.000 personas.
En el curso de las semanas siguientes los supervivientes notaron la aparici¨®n de pecas en la piel -en realidad, centenares de peque?as hemorragias-, a las que se sumaron v¨®mitos, fiebre y sed. Los gl¨®bulos blancos se redujeron, mientras comenzaban las hemorragias intestinales, la diarrea y la p¨¦rdida del cabello. Los hombres supervivientes descubrieron que se, volv¨ªan est¨¦riles y a las mujeres se les afect¨® el ciclo menstrual. El c¨¢ncer, la ceguera, la leucemia y las malformaciones en los descendientes fueron mone da com¨²n.
"La gente dice que cuando uno se muere se va al cielo o al infierno", dice Hiroko Harris, una superviviente que hoy vive en Baltimore", "pero yo no creo en eso. El infierno estaba all¨ª aquel d¨ªa". Hiroshima ten¨ªa 298 doctores, pero 270 murieron en la explosi¨®n. De las 1.780 enfermeras s¨®lo quedaron vivas 135. Y de los 45 hospitales permanecieron en pie tres. La se?ora Harris se ha sometido desde 1945 a 36 operaciones para reconstruir su rostro. Otra mujer recuerda que "ten¨ªa la cara tan deformada y cambiada que la gente no sab¨ªa qui¨¦n era".
50.000 cabezas nucleares
La bomba de fisi¨®n arrojada sobre Hiroshima, y la que se lanz¨® sobre Nagasaki el 9 de agosto, causando cerca de 40.000 muertos, ten¨ªan una potencia de 12 kilotones y medio -un kilot¨®n es igual a 1.000 toneladas de TNT-. En la actualidad, a este tipo de bombas se las considera peque?as, t¨¢cticas, y de menor importancia. El mundo cuenta hoy con 50.000 cabezas nucleares, o sea, 1.600.000 veces la capacidad de la bomba de Hiroshima, o el equivalente de 20.000 millones de toneladas de TNT. El discurso de la guerra nuclear ha llegado, sin embargo, a especular con guerras nucleares limitadas y con armas, como los misiles Cruise y Pershing II, de primer golpe, para basarse en la posibilidad de lanzar una guerra nuclear y poder, de todas formas, ganar y sobrevivir. "Hiroshima no debe ocurrir nunca, jam¨¢s, en ninguna parte", dice uno de los supervivientes.
En 1971, el premio Nobel de la Paz, Philip Noel Baker, anunci¨® que las superpotencias ten¨ªan ya una capacidad como para eliminar m¨¢s de cuatro veces a toda la humanidad. Pero hay quienes no temen a la bomba; Eugene Rostow, ex director de la Agencia para el Desarme y Control de Armamentos de Estados Unidos, declar¨®: "Despu¨¦s de todo, Jap¨®n no s¨®lo sobrevivi¨® al ataque nuclear, sino que floreci¨®".
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