Del acuario a la piscifator¨ªa
Los chinos fueron los primeros en iniciar la cr¨ªa de peces
La afici¨®n a cuidar peces tiene unos or¨ªgenes muy remotos y, en contra de lo que podr¨ªa pensarse, su procedencia no corresponde a un pa¨ªs ¨²nico. No obstante, fueron los chinos quienes, al parecer, se ocuparon de esta tarea, haciendo una diferenciaci¨®n entre la cr¨ªa y cuidado de los peces como motivo ornamental y la m¨¢s prosaica y funcional de crear piscifactor¨ªas para el consumo gastron¨®mico. Pero inmediatamente surgieron los seguidores de esta afici¨®n, y as¨ª, los egipcios, los griegos y, posteriormente, los romanos se dieron pronto cuenta de que los peces embellec¨ªan los estanques.Curiosamente, tambi¨¦n en Am¨¦rica, y casi en la misma ¨¦poca, se descubri¨® el importante papel de estos animales acu¨¢ticos en el embellecimiento de las aguas m¨¢s cercanas al hombre, y ya los aztecas pusieron en sus estanques algunas especies tropicales muy bellas. Si a?adimos que en los a?os del reinado de Moctezuma aparecieron los primeros jardines bot¨¢nicos americanos, nos ser¨¢ quiz¨¢ m¨¢s sencillo comprender la presencia de los peces para ser objeto de estudio en sus ciclos de vida o, simplemente, el inter¨¦s que pudieron despertar como objeto de sedante contemplaci¨®n.
Lo que sigui¨® fue relativamente sencillo, y algunas de las especies que adornan hoy nuestros acuarios proceden de las experiencias que los chinos realizaron en el siglo V.
Pero, a pesar de que antes citamos Grecia e Italia al nombrar los comienzos de esta afici¨®n, la verdad es que su desarrollo con relativa importancia no tuvo lugar hasta el siglo XVI en Europa, y ello merced a los desvelos de un m¨¦dico alem¨¢n llamado Leonhard.
Dos siglos despu¨¦s, en el siglo XVIII, volvi¨® a tener la acuariofilia un empuje serio, y se debi¨® a que, como en tantas otras cosas, los marinos encontraron una fuente de ingresos en la captura y posterior venta de algunas especies casi desconocidas y que, por ello, ten¨ªan una extraordinaria acogida, alcanzando precios muy interesantes. As¨ª, nos llegaron peces de Am¨¦rica, ?frica y Ocean¨ªa.
La realidad es que no todo fue sencillo y que pronto se hizo patente la necesidad de contar con habit¨¢culos que reuniesen cuanto los peces precisaban para gozar de una vida tan larga como se pudiera conseguir.
Todav¨ªa estaban muy lejos los modernos sistemas de aireaci¨®n y filtrado, naturalmente; pero Johnson, bas¨¢ndose en la ley de compensaci¨®n existente entre los mundos animal y vegetal, resolvi¨® parcialmente el problema. Hoy, todo aquello queda, muy lejano y la expansi¨®n de esta afici¨®n se produce en progresi¨®n geom¨¦trica, sobre todo en los pa¨ªses con mayor grado de desarrollo, tales como Jap¨®n, Esta dos Unidos, Alemania, Reino Unido, etc¨¦tera.
Tambi¨¦n Espa?a se incorpora poco a poco, y ya contamos con aficionados muy entendidos y establecimientos a los que acudir en la seguridad de no ser enga?ados
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