Licio Gelli, el gran titiritero de los 'poderes ocultos' italianos
En el primer caso, para muchos ser¨ªa un descanso porque, por fin, se habr¨ªan acabado las pesadillas de sus chantajes al haberle cerrado definitivamente la boca quienes estaban interesados en que no hablara. En el segundo, habr¨ªa qpienes volver¨ªan a temblar porque la espada de Damocles de la hipot¨¦tica segunda lista maldita, con nuevos nombres de miembros de la P-2 a¨²n m¨¢s famosos que los 953 ya publicados, sigue amenazando a los c¨ªrculos pol¨ªticos y financieros del pa¨ªs.La historia de la P-2 quedar¨¢ como una de las p¨¢ginas de la Italia contempor¨¢nea m¨¢s curiosas, contradictorias, sorprendentes, sintom¨¢ticas y grotescas.
Para muchos se ha tratado s¨®lo de un incre¨ªble montaje de un personaje como Licio Gelli, capaz de embaucar a toda una serie de personajes, prometi¨¦ndoles el oro y el moro, sin nunca concretar nada y aprovech¨¢ndose de esa enfermedad end¨¦mica italiana que se llama esp¨ªritu mafioso. Este mal consiste en la seguridad buscada y afianzada a trav¨¦s de apoyos y connivencias ocultas y misteriosas y en la necesidad,urgente y perentoria, casi biol¨®gica, de poder contar en cada momento, por lo que pueda pasar, con un buen padpino.
Su mayor virtud
No por casualidad se dice que la virtud m¨¢s destacada en la personalidad del fundador de la P-2 fue siempre la de una especie de intuici¨®n casi milagrosa de las debilidades de los dem¨¢s.
Uno de los mejores bi¨®grafos de Licio Gelli, el periodista Gianfranco Piazzesi, cuenta que el venerable maestro, tras haber hecho pasar a ministros, generales y grandes magistrados por las horcas caudinas del rito mas¨®nico, en el hotel Excelsior de V¨ªa Veneto, se iba despu¨¦s, en gran secreto, a comer con sus amigos al restaurante El Elefante Blanco, donde se re¨ªa a carcajadas de aquellos personajes calific¨¢ndolos de est¨²pidos.
Por eso hay quien piensa que ahora aq¨¢ellos mismos personajes que habr¨ªan ca¨ªdo en la trampade las ambiciones megal¨®manas de Gelli, un personaje ¨¢vido s¨®lo de figurar, vanidoso e intrigante hasta el paroxismo, no tienen m¨¢s remedio que defenderse para no quedar realmente como est¨²pidos, presentando a Gelli m¨¢s que como un pobre diablo y h¨¢bil titiritero, como a un gigante monstruoso capaz de mil atrocidades.
Por esta raz¨®n se intentar¨ªa ahora cargar sobre las espaldas de Gelli todo lo negativo del pa¨ªs, todos los asesinatos, atentados golpistas y desastres econ¨®micos, incluso el atentado al papa Juan Pablo II.
Otros, por el contrairio, ven en Gelli y sus asociados uno de los intentos de golpe blanco y desestabilizaci¨®n democ¨¢tica m¨¢s serios por los que ha pasado este pa¨ªs. Lo deducen del hecho de que en la famosa lista de miembros secretos de la logia mas¨®nica P-2 estaban representadas todas las instituciones del pa¨ªs capaces de llevar a cabo un golpe: servicios secretos, altos mandos militares, -magistrados, periodistas de radio y televisi¨®n y los propietarios de Rizzoli, el mayor holding -editorial del pa¨ªs incluidos los directores de sus principales publicaciones, como el director del Corriere della Sera, que se vi¨® obligado a dimitir.
Junto a ellos, tambi¨¦n figuraban grandes banqueros, minis.tros, diputados y senadores, tanto democristianos como socialistas y republicanos. Incluso,el secretario general del, Partido Socialdem¨®crata, Pietro Longo, hoy ministro del Presupuesto, formaba parte de la logia.
Lo que todav¨ªa no se explica nadie es c¨®mo un personaje como Licio Gelli, que era un desconocido, un hombte siempre en la sombra, un simple accionista de la f¨¢brica de vestidos Lebole, pudo fascinar a tanta gente importante. Sobre todo al saber que Gelli hab¨ªa sido toda la vida el prototipo del hombre. ambiguo, el cl¨¢sico agente doble que trabaj¨® a la vez para Franco, los comunistas, los fascistas, los partisanos de la resistencia y los nazis.
Un hombre que acab¨® reuniendo junto a ¨¦l a un cerebro de la finanza internacional como Michele Sindona, el gran taumaturgo de la banca privada; a personajes como Roberto Calvi, el hombre de los ojos de acero, que lleg¨® a la presidencia del Banco Ambrosiano, el mayor imperio bancario privado de Italia, o al fino diplom¨¢tico Umberto Ortolani, gran amigo de Per¨®n, hombre del Vaticano, confidente y protector del difunto cardenal Giacomo Lercaro, arzobispo de Bolonia, hombre clave del Concilio Vaticano II y del di¨¢logo con los comunistas.
Cuando empez¨® a crear su logia privada, Gelli no representaba nada dentro de la masoner¨ªa. Pero cuando intentaron echarlo y cerrar su logia, fue ¨¦l, sin embargo,quien puso en crisis al grjan maestro del Oriente. ?Por qu¨¦ un personaje como este goz¨® de tanta confianza en los ambientes m¨¢s diversos?
Dicen que empez¨® haci¨¦ndose muy rico con mil subterfugios, incluso comerciando con los pa¨ªses socialistas del Este. Su riqueza le abri¨® las puertas de ciertos salones, que anteriormente nunca hab¨ªa podido frecuentar. Esto, junto a un cierto carisma, le hizo encontrar colaboradores importantes. Uno de ellos, el. famoso Ortolani, lo introdujo en los c¨ªrculos allegados a Per¨®n, en Argentina, y le consigui¨® un pasaporte diplom¨¢tico.
El propio Giulio Andreotti, hoy ministro de Asuntos Exteriores y sospechoso de haber sido uno de los grandes amigos ocultos de Gelli, confes¨® hace poco que nada ten¨ªa de extra?o que mucha gente se acercase a Gelli cuando ¨¦l mismo vio a Per¨®n "casi arrodillarse a sus pies".
Sin embargo, hay quien jura que el gran poder de Gelli no era el dinero. Un d¨ªa, no se sabe muy bien como, se encontr¨® entre las manos, como gran regalo de los servicios secretos -cuyos tres altos mandos resultaron despu¨¦s estar dentro de la P-2-, nada menos que las fotocopias de 20.000 informes secretos de los mayores personajes de la vida p¨²blica italiana. El gran titiritero, experto en espionaje, y chantajes, empez¨® a utilizar los informes secretos como su mejor arma contra todos.
?Hasta qu¨¦ punto es verdad todo esto? ?En qu¨¦ medida sigue a¨²n en pie aquel castillo construido por Gelli, que hoy es su refugio? ?Cu¨¢nto durar¨¢ a¨²n su castillo de naipes o de dinamita?
Se le acusa de haber manejado e instrumentalizado los hilos del terrorismo de extrema derecha para frenar la subida de los socialistas, que, con Bettino Craxi, hace dos a?os aparec¨ªan como los favoritos de la opini¨®n p¨²bli-ca del pa¨ªs. De forma p¨¢recida a como se utiliz¨® en tiempos de Aldo Moro el terrorisino de extrema izquierda, asesin¨¢ndolo para frenar la subida de los comun¨ªstas al Gobierno.
De hecho, el vicesecretario del partido, Claudio Martelli, ha liablado de una estratagema de Gelli contra los socialistas, tras haber conseguido afiliar a su logia a algunos de los personajes de primera plana de su partido, aigunos de los cuales acabaron despu¨¦s por ser absueltos al haberse podido demostrar que, en realidad, nada ten¨ªan que ver con el maestro venerable, que les, hab¨ªa incluido en la lista sin su consentimiento.
Acusaciones concretas
Los jueces de Roma acusan a Gelli de conspiraci¨®n pol¨ªtica, de espionaje pol¨ªtico y militar, de haber subvencionado abusivamento, a los partidos pol¨ªticos, de haberse apropiado de noticias y documentos sujetos a secreto de Estado. Los jueces de Mil¨¢n se han centrado en sus delitos financieros relacionados con la quiebra del Banco Ambrosiano. Hoy mismo existen todav¨ªa m¨¢s de 100 millones de d¨®lares en los bancos suizos a nombre de Licio Gelli ingresados all¨ª por su ex amigo Roberto. Calvi.
Estas son las acusaciones formales pero, en realidad, a Gelli se le reprocha hoy directa e indirectamente muchas cosas m¨¢s, entre las que destaca la manipulaci¨®n de las Brigadas Rojas durante el secuestro de Aldo Moro para acabar con el proyecto pol¨ªtico del estadista democristiano, de desarrollar una colaboraci¨®n de Gobierno con el partido comunista.
Se le ha acusado de haber preparado, a trav¨¦s de una especie de superlogia creada en Montecarlo, el atentado fascista contra la estaci¨®n de Bolonia, y de haber manejado pr¨¢cticamente todo el terrorismo de extrema derecha de los ¨²ltimos a?os; de haber preparado varios golpes de derechas, que despu¨¦s fallaron; de haber proyectado, de acuerdo con el ex presidente. de la Rep¨²blica, Giovanni Leone, que al parecer era un gran amigo de Gelli y que al final tuvo que dimitir, un golpe presidencialista con un cambio radical de la Constituci¨®n.
No se sabe si por convicci¨®n o por agraciarse con los jueces norteamericanos que lo tienen en la c¨¢rcel, lo cierto es que Michele Sindona, el gran amigo de Gelli, ha declarado en varias entrevistas que su designio y el de Gelli era s¨®lo pol¨ªtico y no financiero; que deseaban oponerse, de acuerdo con el Vaticano, con todos los medios a la expansi¨®n comunista en Italia y en Am¨¦rica Latina. Ni m¨¢s ni menos.
Hay quien piensa, sin embargo, que acusarlo de todo es el mejor modo de acabar absolvi¨¦ndolo y dejar en la sombra a otros importantes responsables, que siguen libres, vivos y coleando.
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