Diva y tierna
Sara Montiel y la estabilidad de los 55 a?os
Sara Montiel y Pepe Tous son como una sucursal de las minas del rey Salom¨®n. Por los oros. Tous martiriza su cerviz con el peso de un colgante ostentoso, una moneda de perfil alfonsino que va montada en piedras blancas , piedras azules y piedras rojas, que digo yo que ser¨¢n diamantes, rub¨ªes y zafiros, aunque en la cosa de la joya fina no estoy ducha. Y Sara, ay, Sara es un deslumbre semoviente, toda ajorcas de oro pendientes dorados, anillos ¨¢ureos y diademas resplandecientes. Admira el comprobar c¨®mo un cuerpo humano puede acoger tal cantidad de adornos, del mismo modo que admira el despendole de muebles, cuadros, plantas, cacharros, esculturas y chucher¨ªas que se acumulan dentro de su casa, un bell¨ªsimo chal¨¦ que, pese a su amplitud (tres niveles que se asoman sobre la bah¨ªa de Mallorca), se empeque?ece ante tal avalancha de objetos. Parecer¨ªa que Pepe y Sara padecen un perti?az ataque de horror vacui.
-?Fotos? No, hoy no puede ser. Fijaros c¨®mo estoy. Con el pelo de la piscina, como estopa. Y la cara sudada, que no puedo maquillarme.
Sara ha entrado toda espumas, un manojo de encajes blanc oy rosa, un resplandor de oros. Que no, que no quiere fotos. Pero al fin, tras la negociaci¨®n habitual, Sara queda con el fot¨®grafo para la se mana siguiente: "No, no hace falta que me telefonees para record¨¢rmelo, no se me olvidar¨¢, yo soy una profesional". Y s¨ª, lo es. Sabe cu¨¢l es la luz que le conviene, sabe c¨®mo colocar los focos, sabe cu¨¢les son las fotos que desea: "Con flash, siempre con flash, aunque sea de d¨ªa". Es diamantina nuestra Sara, f¨¦rrea en lo suyo, reina del imperio de su imagen. Es una diva cl¨¢sica, y no podr¨ªa comportarse de otro modo.
Por eso siempre hace estas entradas lentas, un poco l¨¢nguidas, como si le costara acarrear tanta belleza. Desde luego est¨¢ guapa m¨¢s delgada, morena y opulenta, con ese rostro incre¨ªble para sus 55 a?os. Se deja caer en la silla con un frus-frus de encaje, dign¨ªsima, y me ofrece un perfil cual t¨¦mpano polar. Pero en seguida, a las primeras preguntas y respuestas, su fr¨ªa condescendencia se hace trizas, su actitud de estrella desde?osa se evapora, y le sale de dentro a manchega, la sorna, la turbulencia, lo caliente. Le sale toda esa desmesura interior que es lo mejor de Sara Montiel, que es su distintivo y su riqueza.
-?Las memorias? S¨ª, yo he tomado notas de todo desde muy peque?a. De ni?a llevaba diario, pero no pensaba que esas notas pudieran tener importancia alg¨²n d¨ªa. Empec¨¦ a pensar eso en M¨¦xico, con la amistad de Le¨®n Felipe. Entonces fue cuando yo me di cuenta de que yo ya apuntaba a no ser normal; vamos, a no ser una persona que pasara desapercibida. Yo en Espa?a me hab¨ªa parado y por eso me fui para M¨¦xico, y ah¨ª fue cuando tuve la sensaci¨®n de que yo iba a ser una persona importante. Yo ten¨ªa entonces 22 a?os; s¨ª, era muy joven. Pero es que yo llegu¨¦ muy joven, fui famosa en el mundo entero a los 27 a?os, con El ¨²ltimo cupl¨¦, y semifamosa a los 24, con Veracruz.
Est¨¢ sentada en el filo de la silla, alerta, atenta. De cuando en cuando pone una boquita imperial, un moh¨ªn de violetera, una ceja cupletista. Y luego prosigue, tan s¨®lida e imparable como la lengua de un glaciar.
"Mi ilusi¨®n desde siempre fue la de llegar a ser una gran artista. Lo tuve claro desde que tuve la difteria, a los cuatro a?os. ?Que por qu¨¦? Mujer, pues porque la difteria era ahogarse, era perder la voz, y yo cantaba muy bien desde muy chica. Y entonces, cuando me repuse de la difteria, es cuando yo ya supe que quer¨ªa ser una gran artista. Para m¨ª eso significaba estremecer a la gente, que la masa se conmoviera al verme. Y lo he conseguido. Yo iba al cine a ver a Ingrid Bergman, que para m¨ª es la n¨²mero uno en estrella y actriz, y sal¨ªa desmoralizada, porque la ve¨ªa tan buena, tan maravillosa, que me parec¨ªa muy dif¨ªcil. Y yo me dec¨ªa: 'Tengo que ser como ella, tengo que conmover a la gente como ella me conmueve a m¨ª'. Y lo he conseguido. No es nada f¨¢cil. Hay gente que vale lo mismo que yo, o m¨¢s que yo, que no han podido llegar".
Me ver¨¢s envejecer con dignidad
?Que por qu¨¦ no han podido llegar esos otros y yo s¨ª? Bueno, pues es que te pueden poner la zancadilla. Y t¨², pues... No es que tengas que ser mala, porque yo creo que soy buena persona, pero s¨ª tienes que saber defenderte. Yo soy muy intuitiva, tengo una intuici¨®n bestial para la gente, y he sabido cu¨¢ndo alguien ten¨ªa una influencia negativa. He tenido esa suerte, la de la intuici¨®n. No es inteligencia. S¨ª, claro, hay casos tremendos. Como el de Ver¨®nica Lake (lo digo en mis memorias), que termin¨® de dependienta en un comercio y luego muri¨® en un manicomio. Ese riesgo existe siempre, pero en personas mas d¨¦biles y sobre todo en Hollywood. Mira, a m¨ª no me avasall¨® Hollywood. Me gust¨®, pero yo estuve por encima de Hollywood, en mi modesta persona. Yo no ser¨¦ nunca ese tipo de artista, como una Gene Tierney que termin¨® tambi¨¦n vendiendo en unos almacenes, o como Ava Gardner, que se pasea por Londres en calcetines. Ll¨¢malo orgullo, dignidad o lo que quieras, pero a m¨ª me ver¨¢s envejecer con dignidad, con estilo, con est¨¦tica. Eso en cuanto a lo f¨ªsico. Porque interiormente estoy riqu¨ªsima, estoy llena, con mis hijos, mi marido, mis amigos. No tengo ning¨²n trauma. No me digo: '?Ay, Dios m¨ªo, que si el cine, que s¨ª ... !'. Pues no. El cine se acab¨®. Todo se termina. Terminar¨¦ tambi¨¦n alg¨²n d¨ªa de cantar, y terminar¨¦ de estar f¨ªsicamente como estoy. Porque todo se termina. Hay distintos modos de morir, f¨ªsica e intelectualmente, y a m¨ª no me ver¨¢s lela. Y mira, si he cogido los 50 bien, ?por qu¨¦ no los 60? Y si los 60 los cojo bien, ?por qu¨¦ no los 70? Hay que pensar as¨ª, hay que pensar as¨ª o pegarse un tiro. No puedes pensar que se te va a caer el mundo, es una tonter¨ªa".
Le digo que me admira que lleve la edad y el envejecimiento con tanto garbo, cosa siempre dif¨ªcil, y m¨¢s siendo una mujer como ella, una estrella que se hizo en la belleza: "S¨ª, el ¨¦xito m¨ªo ha sido m¨¢s por lo f¨ªsico. Pero el ser bella me ha perjudicado. Yo he sido una actriz correcta, y ah¨ª est¨¢n las pel¨ªculas, pero eso quedaba oculto por el f¨ªsico. En cantar, no; en cantar no me ha perjudicado, porque cantando marqu¨¦ una ¨¦poca, un estilo. Pero como actriz, s¨ª. Mira, en Variet¨¦s, de Bardem, yo ten¨ªa 45 a?os y aparentaba 28, estaba bell¨ªsima. Pero yo no tengo la culpa de eso. Tengo esa suerte y sigo teni¨¦ndola, porque esto m¨ªo no es normal; yo conozco a chicas de 35 a?os que tienen peor piel que yo. Y los dientes todos son m¨ªos: no he ido al dentista en mi vida, eso tampoco es normal. No me importa envejecer, porque adem¨¢s tengo la suerte de que voy envejeciendo bien. Y adem¨¢s nunca le he dado importancia a mi belleza, de ver dad, nunca. Era una cosa que llevaba encima de por s¨ª. Nunca le he dado importancia". Sin embargo, le digo, ahora mismo no ha querido hacerse usted fotos porque no estaba arreglada. "Pero es que yo tengo que vivir de la imagen y soy una profesional".
"Yo he empezado mi estabilidad a partir de los 40, cuando conoc¨ª a Pepe. Mi vida, en conjunto, ha sido m¨¢s positiva que negativa, pero para llegar a lo positivo he tenido que pasar lo m¨ªo. S¨ª, a m¨ª se me ha cerrado el mundo muchas veces. Much¨ªsimas. Pero yo tengo una fuerza interior muy grande. Yo he sido muy desgraciada muchas veces. Y he estado muy sola. Muy sola, muy sola. No he tenido gente que me ayudara, que luchara por m¨ª. Porque la gente que me ofrec¨ªa ayuda lo que quer¨ªa era... llevarme al letto, como yo digo muy finamente. Me los quitaba de encima a patadas, pero era una lucha continua. He estado muy sola, s¨ª. Es que siempre he sido muy libre, muy independiente, que era una cosa rar¨ªsima en mi ¨¦poca; yo era una t¨ªa rara. Ten¨ªa muy pocas amigas. A lo mejor hablaba con chicas hijas de abogados, de m¨¦dicos, chicas m¨¢s cultas que yo, mucho m¨¢s cultas, porque yo no tengo estudios. Pero me aburr¨ªan, no s¨¦. Yo era muy rara".
Soy todo lo feliz que se puede ser
Y esa ni?a que ve¨ªa a Ingrid Bergman y que quer¨ªa ser como ella, ?no guarda hoy cierta frustraci¨®n por no haber llegado a ocupar un puesto de mayor importancia en el cine? "Mira, a m¨ª la Columbia me ofreci¨® un contrato en 1953,y lo rechac¨¦ porque era un contrato que duraba siete a?os, en los que no pod¨ªas casarte, ni viajar, ni nada; pertenec¨ªas totalmente al estudio, en cuerpo y alma. Yo ten¨ªa 23 a?os y no lo acept¨¦. Ese es el momento estelar m¨ªo perdido por mi independencia. Adem¨¢s, en aquella ¨¦poca el ser negro, o mexicano, o espa?ol, ya se sab¨ªa, la navaja en la liga y a repetir siempre el mismo papel. A m¨ª me pusieron Sarita en Estados Unidos, que es un nombre que no me gusta nada, y me lo pusieron porque Sara era nombre de negra, y no quer¨ªan que se confundiese, cosa que a m¨ª me hubiera importado tres bledos. Pero si ten¨ªan escondida a la familia de Mar¨ªa Montez porque era de color... De todas maneras, no lo lamento, no lo lamento en absoluto". ?Y por qu¨¦ se ha negado a seguir haciendo cine aqu¨ª, en Espa?a? "Pues porque lleg¨® un momento en que el cine espa?ol dio un viraje... Me di cuenta de que no pod¨ªa seguir haciendo el cine este m¨ªo, que lo han dicho los franceses mejor que yo (se refiere al homenaje que le hicieron en el Festival de Par¨ªs en diciembre pasado), este cine personal, claro, sin una cosa de mensaje, pero con un mensaje de belleza, de relax, agradable a la vista. Yo soy muy realista, piso bastante en la tierra, y me dije, bueno, Antonia, aqu¨ª has terminado, el cine bonito, so?ado, se ha acabado. Y no, no pienso volver a hacer m¨¢s pel¨ªculas, aunque me han ofrecido varias cosas".
Sonr¨ªe con esos dientes perfectos todos suyos, destellea de abalorios, se recoloca los bordados, la pasamaner¨ªa, los encajes. Sara diva, Sara tierna: "S¨ª, ahora soy todo lo feliz que se puede ser. Las ¨²nicas horas bajas son por mis hijos. A veces siento una melancol¨ªa por mis hijos, que creo que es normal, que la tienen todos los padres que son padres, sobre todo cuando son mayores, como nosotros. Si tienes 30 a?os por delante, o 20 a?os, pues... Pero nosotros vamos a ver si los tenemos. Y entonces a veces te entra una angustia interior que mentir¨ªa si te dijera que no la siento, a veces veo al nene, que tiene ahora dos meses y... El ni?o mide ahora 60 cent¨ªmetros y pesa siete kilos, y el m¨¦dico me dijo el otro d¨ªa que cuando tenga 18 a?os medir¨¢ 1,90. Y entonces yo empec¨¦ a echar cuentas: a ver, yo tengo ahora 55, y 18 m¨¢s, son... Si yo lo pudiera ver con 1,90, si yo lo pudiera ver... Y entonces me puse a llorar, porque era eso de decir: co?o, a ver si llego...".
Babelia
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