Israel y Sur¨¢frica: invade, que algo queda
Israel y ?frica del Sur han disfrutado de una larga relaci¨®n, en la que s¨®lo la evidencia de una fangosa comuni¨®n de intereses desmiente la teor¨ªa del amor a primera vista. Desde que los ej¨¦rcitos israel¨ªes invadieron L¨ªbano y se hizo vitalicia la presencia de tropas surafricanas en Angola, la pol¨ªtica exterior de los dos pa¨ªses ha adquirido una perfecta simetr¨ªa.Despu¨¦s de haberse instalado en L¨ªbano y haber vendido a la opini¨®n p¨²blica la creencia interesada de que el pr¨®ximo repliegue hasta la l¨ªnea del r¨ªo Awali era una paga y se?al para la completa retirada, Israel quiere canjear esa supuesta prenda por la desaparici¨®n de las fuerzas sirias de territorio liban¨¦s.
De la misma forma, ?frica del Sur ocupa una extensa franja de terreno del sur angole?o con la esperanza de trocar una retirada, para la que no tiene ninguna prisa, por el reembarque de las fuerzas cubanas que apoyan al r¨¦gimen de Luanda. Pretoria se guarda un as suplementario en el reconocimiento de la independencia de Namibia, que dificilmente se producir¨¢ mientras La Habana no repatr¨ªe a sus tropas.
Cuando Siria tom¨® posiciones en L¨ªbano, lo hizo como parte integrante de una fuerza pacificadora ¨¢rabe que se interpon¨ªa para evitar la continuaci¨®n de la matanza entre falangistas y palestinos. Que los prop¨®sitos de Damasco fueran mucho menos que santos no resta legitimidad a sus movimientos. Cuando Cuba, por su parte, envi¨® una fuerza expedicionaria a Angola, lo hizo con el apoyo del Gobierno de Luanda.
Los sirios, comprensiblemente, argumentan que Israel no se retirar¨¢ de L¨ªbano dejando las cosas como estaban, sino que lo har¨¢ s¨®lo despu¨¦s de cobrarse un precio pol¨ªtico. No ya la destrucci¨®n de la resistencia palestina, ni siquiera su humillaci¨®n al ser expulsada de Beirut, sino un acuerdo de paz con L¨ªbano similar al ya firmado con Egipto. Esa concesi¨®n de un pa¨ªs ¨¢rabe al enemigo israel¨ª exigir¨ªa, entienden en Damasco, un toma y daca correspondiente hacia la parte siria, ll¨¢mese negociaci¨®n en el Gol¨¢n o garant¨ªas pol¨ªticas de Beirut para la retirada.
Similar¨ªnente, la repatriaci¨®n de los cubanos como precio del repliegue surafricano, aun incluyendo en el lote alg¨²n arreglo sobre Namibia, ser¨ªa para Angola como prescindir de lo que ya se tiene para obtener algo que se leha quitado. Otra cosa ser¨ªa que Sur¨¢frica estuviese dispuesta a negociar el fin del apoyo a la guerrilla de la UNITA, sin el cual los cubanos no har¨ªan falta alguna en los alrededores de Luanda.
No es cuesti¨®n de discutir los m¨¦ritos respectivos de cualquier realpolitik, sea israel¨ª, surafricana, siria o angole?a. La ascensi¨®n a los altares no es la meta de la pol¨ªtica exterior de ningun pa¨ªs. Pero hacer la ecuaci¨®n de que unos invasores de hoga?o quieran cobrarse un precio por cesar en su agresi¨®n, sin dar nada nuevo a cambio, es enga?ar a la opini¨®n p¨²blica. En esa contumaz pr¨¢ctica s¨ª que di nuevo se repite aquella avara simetr¨ªa de la pol¨ªtica israel¨ª y surafricana: invade, que algo queda.
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