La lluvia hizo olvidar la guerra en Yamena
ENVIADO ESPECIALLos cat¨®licos de Yamena llenaron el domingo, como de costumbre, la iglesia de la capital chadiana. Hay m¨¢s de 250.000 bautizados en Chad que cumplen reglamentariamente los preceptos religiosos. La misa africana es una sucesi¨®n del folklore m¨¢s tradicional y cantos religiosos en los que se piden las cosas m¨¢s elementales. Hay menos rigor ortodoxo que en Europa, pero tambi¨¦n m¨¢s sencillez y espontaneidad. Poco despu¨¦s lleg¨® la lluvia que hizo olvidar la guerra.
Los religiosos nativos ofician la ceremonia y dirigen los cantos. El sacerdote europeo s¨®lo es protagonista de los momentos culminantes del rito. En la iglesia el ¨²nico s¨ªmbolo destacado es una cruz hecha a mano con dos troncos retorcidos. Un peque?o altar cubierto por un mantel blanco es todo lo dem¨¢s. Este local hace ahora en Yamena las veces de la antigua catedral, una preciosa muestra de arquitectura africana con el interior a base de arcos de madera, que fue destruida en la guerra de 1980.
Las plegarias del domingo pasado fueron esta vez atendidas. Poco despu¨¦s de las tres de la tarde, un viento que por minutos amenaz¨® la indefensa infraestuctura de esta ciudad anunciaba la ca¨ªda de un diluvio sobre Yamena. El agua, ¨²nico aliado contra el hambre, lleg¨® a la capital de Chad, al final del mes de las lluvias, a la manera africana: por sorpresa.
Los comerciantes corrieron a poner bajo techo sus bell¨ªsimas telas de algod¨®n, las naranjas verdes, los cacahuetes y las bananas; los ciclistas apretaron el paso para encontrar un refugio, y todos miraron complacidos la ca¨ªda del m¨¢s precioso l¨ªquido de este pa¨ªs.
En Yamena, una ciudad inimaginablemente llana, la lluvia tiene tambi¨¦n su lado negativo. Los barrios pobres quedan convertidos en pantanos intransitables, para¨ªsos de mosquitos y sapos y focos de enfermedades. Varios pueblos quedan incomunicados durante meses porque la lluvia destruye cada a?o las carreteras de tierra que los unen con la capital.
Paracaidistas en la discoteca
Pero, por ahora, la lluvia ha devuelto la esperanza a los chadianos y ha hecho olvidar los combates. Despu¨¦s de tres semanas de tregua, la poblaci¨®n de Yamena s¨®lo se acuerda de la guerra porque camiones cargados de militares zaire?os cruzan veloces las calles y porque la discoteca de moda, el Pach¨¢ Club, est¨¢ repleta de paracaidistas franceses, con la cabeza rasurada y vestidos de paisano.Ministros, funcionarios, diplom¨¢ticos, polic¨ªas y todos los que pueden pagar las 500 pesetas que cuesta la entrada se reparten la pista de baile al ritmo del disco m¨¢s vendido en Gab¨®n, m¨²sica caribe?a con letras revolucionarias, y Police. De cuando en cuando, la due?a francesa apaga, algunas luces y pone m¨²sica de Simon y Garfunkel y Julio Iglesias, que aprovechan los europeos para entablar relaci¨®n con las bellas nativas.
El whisky y el co?¨¢ importado de Camer¨²n circulan generosamente, junto a la deliciosa cerveza local Gala, casi imposible de diferenciar de una cerveza alemana.
A la salida, un mont¨®n de manos hambrientas golpea la ventanilla del coche, suplicando, con mirada estremecedora, unas monedas.
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