Max Gallo y el silencio intelectual
El portavoz del Gobierno de la cultura de Mitterrand analiza la pol¨¦mica entre los hombres y la pol¨ªtica en Francia, iniciada por ¨¦l
Hijo de un empleado de banca, Gallo naci¨® hace 51 a?os en Niza, es doctor en Historia Contempor¨¢nea y ha escrito un libro sobre la Espa?a de Franco. Periodista en el semanario L' Express antes de la victoria socialista, en que fue elegido diputado, era miembro de la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional hasta que, el pasado mes de abril, Pierre Mauroy le nombr¨® portavoz gubernamental.Pregunta. Las reacciones que ha tenido su art¨ªculo han sido, en muchos casos, de una especial virulencia. ?Qu¨¦ opina de la pol¨¦mica?
Respuesta. Personalmente, he de reconocer que el debate no me ha aportado nada, aunque haya tenido en s¨ª mismo una gran importancia desde el punto de vista social, pol¨ªtico y del movimiento de las ideas.
J
M. SILES,
P. Lo que parece evidente es que no existe ese pretendido silencio de los intelectuales, sean de izquierdas o de derechas.
R. Lo que escrib¨ª no corresponde a lo que ha sido tomado como fondo de un debate que, solamente por haberse producido, me parece de una gran utilidad y ampliamente positivo. El t¨ªtulo de mi art¨ªculo era Los intelectuales, la pol¨ªtica y la modernidad. Como comprender¨¢, no puedo responsabilizarme de que en Le Monde titularan la encuesta de uno de sus periodistas, y las r¨¦plicas posteriores, con aquel t¨ªtulo. Creo que ha habido contaminaci¨®n entre lo que yo dije y el titular del peri¨®dico.
Izquierda e izquierdas
P. ?Podr¨ªa recordar la tesis que defend¨ªa en ese art¨ªculo suyo?
R. Comenzaba pregunt¨¢ndome si la izquierda no estaba abandonando el terreno de la batalla de las ideas. Luego recordaba lo que algunos se preguntan a su vez en Francia: d¨®nde est¨¢n los Langevin, los Malraux y los Gide de 1936. Por mi parte, yo a?ad¨ªa que quienes se hacen esa pregunta olvidan que la mayor¨ªa de los intelectuales eran, en 1936, hostiles a la izquierda. Despu¨¦s de haber escrito varios libros sobre los a?os treinta conozco bien el caso de los que firmaban manifiestos en favor de la Italia fascista o de la Espa?a de Franco... La tercera parte de mi art¨ªculo incid¨ªa en la evidencia de que, a partir de los a?os setenta, el auge de las ideas que no son de izquierdas es manifiesto. Y no solamente en Francia. ?Por qu¨¦? Primero, a causa de la experiencia de toda una generaci¨®n que, en contacto con el partido comunista, sufri¨® la decepci¨®n de los a?os cincuenta/sesenta. La siguiente generaci¨®n, la de Mayo de 1968, centra su actividad en la cr¨ªtica de las instituciones tradicionales ("Elections, trahison!"). Pero todav¨ªa quedan los que tienen hoy una treintena de a?os, llegados a la vida pol¨ªtica con experiencias nuevas.
P. Izquierda, pues, hay m¨¢s de una. ?Era su intenci¨®n se?alar que la izquierda est¨¢ en crisis?
R. Repito que he sido mal le¨ªdo y peor interpretado. Saber cu¨¢l es la relaci¨®n entre los intelectuales y la pol¨ªtica, entre los pensadores y el poder, es el principal problema para quienes nos sentimos cercanos al partido gubernamental. A mi entender, es el momento de plantearse esa cuesti¨®n, porque la situaci¨®n es decisiva para Francia y para Europa. Los intelectuales deber¨ªan ocupar su puesto en el movimiento de las ideas desde el punto de vista de la modernidad.
Es preciso inventar, y eso no quiere decir que los intelectuales tengan que subirse al tablado.
P. ?C¨®mo resumir¨ªa esa participaci¨®n de los intelectuales?
R. Me parece que aquellos que no se reconozcan en el pensamiento conservador tienen un deber de expresi¨®n sobre temas pol¨ªticos.
P. Si, como usted asegura, sus palabras han sido malinterpretadas, ?por qu¨¦ no haberlas aclarado?
R. No tengo ning¨²n inter¨¦s en alargar la pol¨¦mica.
P. Algunos han pedido un verdadero debate, con interlocutores que contestasen en p¨²blico a las cr¨ªticas que los intelectuales tienen que hacer a los socialistas.
R. Eso no es asunto m¨ªo. De momento, nadie ha contestado a los interrogantes que yo planteaba. Como escrib¨ªa Cort¨¢zar, quienes han respondido se limitaron a hablar de ellos mismos. Lo cual tambi¨¦n es interesante.
La fatiga del 'guru'
P. Digamos que bastantes se han sentido molestos por lo que F¨¦lix Guattari defin¨ªa como "la homil¨ªa" del ministro Gallo.
R. Ese tipo de reticencias son comprensibles. Entiendo que los intelectuales no quieran ponerse en fila, pero no era eso lo que yo propon¨ªa.
P. ?Ser¨ªan, entonces, peores ahora las relaciones entre socialistas e intelectuales que antes de que ustedes ganaran las elecciones?
R. No, al contrario; creo que son mejores, a pesar de que su diario hable de que los intelectuales franceses acent¨²an sus distancias con el Gobierno de Fran?ois Mitterrand. Me parece que los intelectuales han descubierto que la pol¨ªtica gubernamental actual es mejor que la que otros podr¨ªan practicar. Eso no quiere decir que sea satisfactoria. Pero no es cierto que haya divorcio entre el Gobierno y los intelectuales de izquierdas.
P. ?No piensa, entonces, que los gurus, fatigados, han vuelto la espalda al poder socialista?
R. No. Cada uno puede sacar su conclusi¨®n, pero no se pueden asimilar las corrientes de pensamiento a una suma de individualidades. La historia de las ideas no puede reducirse al cat¨¢logo de quienes est¨¢n a favor o en contra en un momento determinado. Es necesario tomar un poco de distancia.
P. Expuesto por usted o no, el debate ha tenido un denominador com¨²n: el compromiso pol¨ªtico activo de los intelectuales, el peligro de convertirse en intelectual org¨¢nico de Estado, como dec¨ªa Gramsci.
R. Lo que ha ocurrido en muchos casos, al menos en Francia, es que una gran cantidad de quienes tuvieron un fuerte compromiso con el comunismo, el trotskismo o el mao¨ªsmo han pasado a convertirse, con el mismo fanatismo, en pensadores de derechas. Peducir de ah¨ª que todo compromiso con la pol¨ªtica es diab¨®lico resulta falso. Lo que me parece diab¨®lico es el sectarismo de un compromiso no l¨²cido,
La distancia critica
P. ?Puede ser compatible la colaboraci¨®n directa con el poder y una independencia cr¨ªtica personal?
R. Para m¨ª no hay contradicci¨®n. Como ha dicho Cath¨¦rine Cl¨¦ment, cada uno ha de saber elegir su propia distancia.
P. La pol¨¦mica no habr¨ªa sido, para la mayor¨ªa de los que han expresado su opini¨®n en Le Monde, nada m¨¢s que una novela por entregas algo aburrida, una serpiente de verano, un "v¨¦rtigo de poder sufrido por Max Gallo", en expresi¨®n de Yves Navarre...
R. Es curioso; la respuesta m¨¢s violenta ha venido precisamente de un escritor amigo. Aunque a m¨ª no me parece tan extra?o que eso suceda as¨ª. En el fondo, las reacciones habidas pueden ser consideradas como cl¨¢sicas. Es normal que se me haya manipulado, pero me gustar¨ªa que los espa?oles sepan ahora, gracias a su peri¨®dico, qu¨¦ es lo que realmente pienso.
P. ?Se ha sentido respaldado por sus colegas en esta pol¨¦mica de la que, personalmente, no sale muy bien parado?
R. Soy miembro del Gobierno, pero sigo siendo un intelectual. En lo que respecta al movimiento de las ideas, me expreso de manera individual y responsable. Sin necesidad de encontrar un consenso con todo el mundo.
P. Se dice que en el El¨ªseo no ha sido muy apreciado su art¨ªculo...
R. Tambi¨¦n se ha dicho todo lo contrario. A eso no tengo comentarios que hacer.
Babelia
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