'La noche que me escuches'
Yo debo de pertenecer a esos sectores marginales y minor¨ªas cualificadas que disfrutaban con el modelo de radio que el programa La noche que me escuches nos propon¨ªa.Este espacio era un esperpento continuo, una barah¨²nda sincera y una trapis¨®nda disparatada y amigable. Un programa que por lo que se ve s¨®lo era apto para vampiros descarriados que conven¨ªa conducir a una cripta sellada y exorcizar por medio de una estaca arbitraria.
Manolo Ferreras y su equipo montaban cada noche una verbena jaranera, donde antes hubo un predicador jesu¨ªtico ellos hicieron estallar petardos cargados con desparpajo y desfachatez, se alumbraron con bengalas de imaginaci¨®n en lugar de cirios mortecinos. No les fue suficiente con arrebatamos la l¨ªnea caliente, ahora han tomado medidas para que M. Ferreras prolongue indefinidamente sus vacaciones.
La ilusi¨®n nos ha durado poco, tres meses tan s¨®lo en los que hemos podido escuchar una radio abierta, total, comunicativa y rompiente, una ilusi¨®n que ahora nos cierran aqu¨¦llos que todav¨ªa no han aprendido a re¨ªrse de la realidad y de ellos mismos. /
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