El desaf¨ªo del teatro musical
Una cierta abundancia de teatro musical parece que caracteriza la temporada de teatro en Madrid. En realidad, no es algo muy distinto de lo que ocurr¨ªa antes. En una cartelera madrile?a se encontraban, en un d¨ªa cualquiera, zarzuelas, revistas, variedades -las perdidas variedades- y lo que se llamo folklore -las tonad¨ªlleras, los flamencos-. Como en el teatro que se Hamaba de verso, y que estaba escrito naturalmente en prosa -lo de verso era un arrastre idiom¨¢tico que se aplicaba al teatro hablado y no cantado, escrito en verso en la ¨¦poca anterior, hasta el mismo Echegaray-, hab¨ªa otra variedad de oferta, entre lo c¨®mico y lo tr¨¢gico, entre lo popular y lo intelectual, la tradici¨®n y la vanguardia. Hab¨ªa otra riqueza: dicho con m¨¢s justicia, otra abundancia. Y es que el teatro lo era todo, y ten¨ªa que llegar a todo. El cine no estaba bien visto, la televisi¨®n no exist¨ªa.El teatro musical empez¨® a morir, sobre todo, por la econom¨ªa. Hay un proceso continuo de encarecimiento del teatro producido por su concurrencia directa, la del cine, que es un fen¨®meno paralelo, o incluido, en la relaci¨®n entre artesan¨ªa e industrializaci¨®n. La forma de producci¨®n artesana tiene costos muy elevados, pre
EDUARDO HARO TECGLEN
M.,
cios muy elevados. El teatro l¨ªrico fue el primer alcanzado. No se conceb¨ªa sin un' reparto amplio, un coro y una orquesta. Y un repertorio que multiplicaba los decorados, los trajes; por tanto, la primera inversi¨®n, las n¨®minas, los imposibles traslados. En el teatro de verso, comenz¨® una comprensi¨®n: decorado ¨²nico -ya es una ley-, repartos escasos.
Regreso a la pureza
Todo lo cual tuvo una repercusi¨®n en la forma de escribir la literatura dram¨¢tica. Al mismo tiempo, y por razones sociales profundas, y acumulaciones hist¨®ricas que ser¨ªa larg¨® -y desplazado- comentar aqu¨ª, se comenz¨® a expulsar a la burgues¨ªa del teatro, a llevarlo m¨¢s all¨¢ de la cr¨ªtica que pod¨ªa soportar. Se plante¨® una contradicci¨®n grave entre una econom¨ªa que obligaba a aumentar continuamente los precios y la huida de una burgues¨ªa que era la ¨²nica que los pod¨ªa soportar. De ah¨ª el recurso a las subvenciones, que est¨¢n tambi¨¦n haciendo una determinada presi¨®n
sobre la literatura dram¨¢tica, sobre la programaci¨®n.
El musical reaparece ahora t¨ªmidamente. En algunos casos acude a lo que podr¨ªamos llamar un compromiso con la t¨¦cnica: las bandas sonoras pregrabadas, el previo, puede ahorrar orquestas, los decorados pueden ser m¨¢s sucintos, los cantantes cantar poco. Aun as¨ª, la inversi¨®n de dinero sigue siendo grande. En otros casos se trata de regresar a una pureza mayor, o m¨¢s antigua, regateando menos: m¨²sicos, voces directas, trajes y decorados, coros. El supuesto ahorro que ofrece la electr¨®nica, con los nuevos instrumentos y los amplificadores, probablemente se pierde en el gasto misma de esos aparatos y de los t¨¦cnicos especializados.
Pero parece que el resorte econ¨®mico que se busca es otro: precios altos en teatro de aforo grande. Significar¨ªa un rescate para el teatro de la burgues¨ªa desalentada. Parecer¨ªa tambi¨¦n desplazado aqu¨ª analizar por qu¨¦ se reconstruye la burgues¨ªa espa?ola en un tiempo de escasez y de crisis, pero algunos s¨ªntomas lo est¨¢n demos
trando: la abundancia de los restaurantes de lujo, de los hoteles de lujo, de las discotecas de lujo. Puede que el teatro muestre aqu¨ª un cierto desaliento por la conquista de un p¨²blico nuevo -el pueblo, la juventud- que se ha ido por otros caminos, y que, desdichadamente, no se ha beneficiado de la subvenci¨®n ni de esfuerzos heroicos y aislados. No es su culpa. El teatro resulta m¨¢s una consecuencia de las construcciones sociales que un autor de ellas. Tampoco, en este caso, renuncia a la aventura. El musical, ahora, es un experimento.
Los directores, los productores, se est¨¢n encontrando con las dificultades de una tradici¨®n rota. Hay una rotura en las costumbres del p¨²blico, pero tambi¨¦n la hay en quienes han de crearlo y en sus medios. En la estructura misma de los locales, que no est¨¢n creados para la carga t¨¦cnica que se les viene encima; en el hallazgo de bailarines, de cantantes, de compositores, de libretistas, de escen¨®grafos. Puede que en otros tiempos las calidades no fueran mucho mayores que ahora (aunque la costumbre o la experiencia son un grado), pero tampoco hab¨ªa t¨¦rminos de comparaci¨®n, como los que ahora ofrecen otros medios. El desaf¨ªo es importante, el riesgo es grave. Pero merece toda la atenci¨®n y todo el respeto.
Babelia
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