El jefe de la Guardia Nacional paname?a cierra el camino de la presidencia al general Paredes
La renuncia del general Rub¨¦n Dar¨ªo Paredes a la carrera presidencial paname?a ha puesto en evidencia que el poder real de este pa¨ªs contin¨²a donde estaba en la jefatura de la Guardia Nacional. Mientras ocup¨® ese cargo, el general pudo alimentar su ambici¨®n. Un mes vestido de civil le ha convertido en un cad¨¢ver pol¨ªtico. Los paname?os se convencieron de que Paredes hab¨ªa perdido el paso hacia la presidencia no al escuchar la pasada semana por televisi¨®n su mensaje, sino cuando leyeron en los, peri¨®dicos, un d¨ªa despu¨¦s, el telegrama de felicitaci¨®n que le hab¨ªa enviado el general Manuel Antonio Noriega, su sucesor al frente de la instituci¨®n armada. Este ha dicho siempre que los militares deben replegarse y dejar la pol¨ªtica en manos de los civiles.
Hasta ese momento, no faltaron quienes creyeran que todo formaban parte de una arriesgada escaramuza, emprendida por Paredes con la esperanza de ser llamado unos d¨ªas despu¨¦s para encabezar una candidatura, de unidad nacional. Si pens¨® eso alguna vez, Noriega le puso los pies en el suelo. En su telegrama. calificaba la renuncia como una "decisi¨®n patri¨®tica, que prestaba un alto servicio a la democracia". Le recordaba, de paso, que cumpl¨ªa as¨ª el plan original.La desgracia de Paredes fue echada probablemente el mismo d¨ªa en que con aire prepotente declar¨® que ¨¦l iba a terminar con la bicefalia del Estado paname?o, donde el presidente ostenta un poder de car¨¢cter administrativo, frente, a un jefe de la Guardia que manda sobre el pa¨ªs. Con su rango de general y los votos del pueblo en las elecciones de mayo del 84, crey¨® que ¨¦l podr¨ªa concentrar todo el poder.
No cont¨® con que el general Noriega, un militar que por m¨¢s de 10 a?os ha dirigido los servicios de inteligencia paname?os, estaba dispuesto a mantener todas las facultades heredadas con el cargo de comandante en jefe. Nunca m¨¢s ser¨ªa lugarteniente de `Paredes.
La reacci¨®n del general Paredes contra Noriega no se ha hecho esperar. En un telegrama dirigido a ¨¦ste ¨²ltimo, Paredes utiliza t¨¦rminos como "traci¨®n" y "pecado de lesa patria" al referirse a la actuaci¨®n del jefe de la Guardia Nacional.
Entran con mal pie
?ste entr¨® con mal pie en septiembre. Para acompa?arle en su carrera presidencial necesitaba algunos hombres del Gobierno. Trat¨® de imponer al presidente, Ricardo de la Espriella, la fecha' de la crisis ministerial (segunda quincena del mes) y los nombres de los sustitutos. Debi¨® sospechar que el plan no funcionaba cuando el presidente adelant¨® los, cambios e introdujo en el Gabinete a varios enemigos declarados de Paredes. Algunos ministros se enteraron de su cese por televisi¨®n' Paredes recibi¨® poco antes una fr¨ªa nota del presidente en la que le notificaba la resoluci¨®n de la crisis.Se consumaba as¨ª una peque?a venganza personal de Ricardo de la Espriella, a quien Paredes elev¨® a la presidencia tras la defenestraci¨®n de Ar¨ªstides Royo, para someterlo luego a un a?o de humillaciones durante el cual fue siempre el comandante de la Guardia el que defini¨® la reforma constitucional, traz¨® las l¨ªneas maestras de la pol¨ªtica exterior y a¨²n protest¨® por las injerencias del embajador norteamericano, Everett Briggs.
Conocedor del funcionamiento del poder en su pa¨ªs, Paredes trat¨® de averiguar en la Guardia las causas de su traspi¨¦ pol¨ªtico. Pero los tel¨¦fonos del mando central parec¨ªan hab¨¦rsele cerrado de pronto. Por fin el pasado lunes, seg¨²n la versi¨®n publicada por el diario opositor La Prensa, el propio Noriega le llam¨® personalmente para exigirle la renuncia, a su candidatura en un plazo de 24 horas. Se dice que todav¨ªa intent¨® maniobrar en la Guardia por abajo, pero las puertas de los cuarteles estaban clausuradas para ¨¦l.
Al d¨ªa siguiente present¨® al pa¨ªs su decisi¨®n de abandonar la carrera presidencial como consecuencia de una profunda reflexi¨®n personal que obedec¨ªa a los m¨¢s altos intereses de la patria.
La oposici¨®n m¨¢s recalcitrante al sistema torrijista interpret¨®. este episodio como un avance en la democratizaci¨®n del pa¨ªs y una oportunidad para que la contienda electoral del pr¨®ximo a?o discurra sin una injerencia abierta de la Guardia. La mayor¨ªa ve en todo ello la simple confirmaci¨®n de que el poder pasa por los cuarteles, a pesar de la neutralidad pol¨ªtica del Ej¨¦rcito consagrada en una reforma constitucional que, parad¨®jicamente, patrocin¨® Paredes.
Exigencias desmedidas
Sin la complicidad de Noriega nadie cree que De la Espriella hubiera podido hacer otra cosa que acomodarse a las desmedidas exigencias del general-candidato. Algunos pol¨ªticos esperan simplemente que el actual comandante, a quien restan cuatro a?os de vida militar activa, haga un uso menos burdo del poder que su antecesor.El poder del comandante en jefe se apoya en 12.000 hombres uniformados que realizan tareas de polic¨ªa y ej¨¦rcito. Como medio de presi¨®n sobre la opini¨®n p¨²blica, la Guardia posee tres de los seis peri¨®dicos de la capital, sin duda los peores, y recientemente adquiri¨® el control de uno de los canales de televisi¨®n. Un paso bastante ins¨®lito en un pa¨ªs cuya Constituci¨®n se acoge a f¨®rmulas democr¨¢ticas.
Bajo este omnipotente paraguas militar, la lucha de los pol¨ªticos civiles aparece como una pelea entre gerentes. El retiro de Paredes ha pillado a casi todos a contrapi¨¦. Incluso al oficialista Partido Revolucionario Democr¨¢tico (PRD), un conglomerado ideol¨®gico con el que Torrijos so?¨® reeditar en Panam¨¢, el PRI mexicano y que ahora es tina simple suma de camarillas en pie de guerra.
La defenestraci¨®n de todos los hombres del general.Paredes hizo que el PRD anunciara la dimisi¨®n de su t¨ªo, Rigoberto Paredes, secretario general del partido. Los, peri¨®dicos de la Guardia llegaron a nombrar para el cargo a la ministra de Educaci¨®n, Susana Richa de Torrijos, que se encontraba de viaje en Per¨², sin darse cuenta de que los estatutos del partido lo imped¨ªan. Un (l¨ªa m¨¢s tarde llegaba la rectificaci¨®n con el nombramiento interino de Alfredo Oranges.
El sainete sigui¨® con unas declaraciones de Ricardo de la Espriella en las que aseguraba que el ex presidente Arnulfo Arias hab¨ªa decidido tambi¨¦n renunciar a sus aspiraciones presidenciales. El Partido Paname?ista Aut¨¦ntico le replic¨® apuntando que su decisi¨®n de superar toda actitud ego¨ªsta no significaba necesariamente el retiro pol¨ªtico.
A lo mejor el octogenario Arias, gran maestre de los Rosa cruces, que se siente guiado por fuerzas esot¨¦ricas, considera precisamente que por servicio al pa¨ªs debe descender una vez m¨¢s a la arena electoral. Sobre todo, ahora que el PRD anda perdido en busca de un candidato y el resto de los partidos, hasta una doce na, se han enfrascado en todo tipo de peleas, desde la corifiguraci¨®n de un frente nacional a la convocatoria de una asamblea constituyente.
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