Chile: el pa¨ªs real y el pa¨ªs de laboratorio
Desde 1964, Chile ha llevado a cabo tres experimentos pol¨ªticos. Eso ha coincidido con su entrada en gran escala en el mundo de la Prensa internacional. Nunca se hab¨ªa escrito tanto sobre Chile en la Prensa europea, por ejemplo, como cuando subi¨® al poder Eduardo Frei y la Democracia Cristiana. Da la impresi¨®n, ahora, desde aqu¨ª, con casi 20 a?os de perspectiva, que las dificultades serias de los pa¨ªses comienzan con la notoriedad mundial de sus Gobiernos.La Democracia Cristiana de Frei y la Uni¨®n Popular de Salvador Allende tuvieron una caracter¨ªstica com¨²n. Quisieron imponer soluciones pol¨ªticas globales, que si bien no constitu¨ªan revoluciones en el sentido m¨¢s amplio del t¨¦rmino, conten¨ªan aspectos revolucionarios, y quisieron imponerlas desde posiciones pol¨ªticas minoritarias.
Eduardo Frei lleg¨® al poder en una combinaci¨®n de centro-derecha, apoyado por los antiguos liberales y conservadores. A pesar de eso, intent¨® gobernar con el solo partido democristiano. Al hacerlo, desconoci¨® un rasgo esencial de la tradici¨®n chilena.
En Chile, en toda la ¨¦poca moderna, se hab¨ªa gobernado siempre por medio de alianzas pol¨ªticas: alianzas de centro-izquierda o de centro-derecha. A partir del Frente Popular de 1938, el eje del centrismo hab¨ªa sido el Partido Radical, partido de la clase media, de predominio laico y mas¨®n. La erosi¨®n del Partido Radical desde mediados de la d¨¦cada del sesenta fue uno de los or¨ªgenes de la crisis del pa¨ªs.
Frei trat¨® de hacer un Gobierno de partido ¨²nico, alej¨¢ndose de la alianza con la derecha que le hab¨ªa llevado al poder y que pronto pas¨® a constituir, para el fre¨ªsmo, una especie de alianza vergonzante. Para desmarcarse de sus ex aliados, practic¨® un seudoizquierdismo, un izquierdismo sin la izquierda, que en definitiva lo aisl¨® y determin¨® el fracaso electoral de la Democracia Cristiana en las elecciones presidenciales de 1970.
Salvador Allende gan¨® esas mismas elecciones gracias a una mayor¨ªa relativa de alrededor de un tercio del electorado. Las gan¨® con un programa pol¨ªtico relativamente moderado, que propon¨ªa una econom¨ªa mixta, de corte social-dem¨®crata. En la pr¨¢ctica, sin embargo, trat¨® de realizar un Gobierno revolucionario. Aparte de eso, fue desbordado desde su izquierda y no pudo ni supo controlar esa situaci¨®n.
El resultado fue un per¨ªodo de gobierno m¨¢s bien an¨¢rquico que socialista, con tomas ilegales de tierras y de f¨¢bricas por la extrema izquierda, mercado negro y una inflaci¨®n que lleg¨® pronto al 300% anual. No cabe ninguna duda de que la derecha criolla y la CIA conspiraron en contra del r¨¦gimen allendista, pero habr¨ªa sido ingenuo pretender que las fuerzas reaccionarias internas y norteamericanas, que hab¨ªan sufrido una derrota electoral pero que se manten¨ªan en pie, observaran a la Unidad Popular de brazos cruzados.
'Revoluci¨®n en libertad'
Frei hab¨ªa querido hacer un experimento de revoluci¨®n en libertad basado en el solo partido democristiano. Allende intent¨® preparar la transici¨®n al socialismo con m¨¦todos electorales y parlamentarios, sin pasar por la guerra revolucionaria. No tuvo nunca el apoyo de una clara mayor¨ªa nacional ni pudo atraer al Ej¨¦rcito. Tampoco negoci¨® adecuadamente con Estados Unidos, cuyas compa?¨ªas del cobre fueron nacionalizadas sin pago efectivo de compensaciones.
Despu¨¦s de la revoluci¨®n en libertad, la Unidad Popular fue otro experimento pol¨ªtico, otro ensayo de laboratorio, y en ese ensayo intervinieron elementos que no fueron controlados por nadie, que nadie pod¨ªa controlar, y que desembocaron en la destrucci¨®n del sistema democr¨¢tico. Lo parad¨®jico de toda esta historia es que la Junta Militar, que destruy¨® a la izquierda con una brutalidad que sorprendi¨® y escandaliz¨® al mundo entero, tuvo en sus inicios un apoyo, por lo menos en el sentido num¨¦rico, probablemente superior al 50% del pa¨ªs.
La experiencia de Allende hab¨ªa convertido a la clase media, esa media que formaba la clientela de los partidos de centro, ejes de la democracia chilena en ¨¦pocas anteriores, en una base ideal para un r¨¦gimen autoritario y fascista.. Experimento h¨ªbrido
Aplicado al pa¨ªs-laboratorio, el experimento pinochetista fue un h¨ªbrido extraordinario: una combinaci¨®n de liberalismo econ¨®mico extremo -el monetarismo de la Escuela de Chicago en estado puro- y de dictadura militar. La dictadura controlaba la presi¨®n social y amordazaba las cr¨ªticas al: sistema.
Si hubiera existido un Parlamento, el ensayo monetarista habr¨ªa sido imposible de llevar a cabo en la forma extrema, enteramente doctrinaria, con que se aplic¨®. Habr¨ªa existido un poco m¨¢s de inflaci¨®n, menos desempleo y un nivel razonable de protecci¨®n de las industrias nacionales. El monetarismo en versi¨®n chilena, en cambio, rebaj¨® los aranceles aduaneros a niveles suicidas y mantuvo un sistema de libertad cambiaria con la tasa de cambio del d¨®lar fija.
Al comentar el fracaso de sus teor¨ªas en Chile, Milton Friedman, que visit¨® el pa¨ªs en diversas oportunidades en los momentos de auge, atribuy¨® el problema a que una de las mercader¨ªas esenciales -el d¨®lar- hab¨ªa quedado arbitrariamente excluida del r¨¦gimen de libertad de precios. La tasa de cambio fija de la divisa norteamericana hab¨ªa facilitado tina verdadera org¨ªa de importaciones suntuarias, especulaciones financieras vertiginosas, y el desequilibrio agudo de la balanza de pagos, provocando la ruina de la producci¨®n industrial y agr¨ªcola.
Cuando se devalu¨® el d¨®lar, en contra de todos los anuncios oficiales, incluidas las declaraciones del propio general Pinochet a fines del a?o pasado, y cuando el Banco de Chile, la instituci¨®n bancaria privada m¨¢s s¨®lida y arraigada del pa¨ªs tuvo que ser intervenido, en enero de 1983, el pa¨ªs real comenz¨® a despertar. Hab¨ªan sido demasiados a?os de experimentaci¨®n, de utopismo, de sectarismo de diferentes colores, de intolerancia, en circunstancias de que Chile, en el pasado, a pesar de las feroces limitaciones impuestas por el subdesarrollo, hab¨ªa sido el pa¨ªs de la tolerancia y del compromiso pol¨ªtico.
A lo largo de este a?o ha empezado a despertar el pa¨ªs real, despu¨¦s de un largo per¨ªodo de experimentaci¨®n doctrinaria y de ceguera. Las poblaciones protestan con furia, porque el resultado del ¨²ltimo experimento ha sido el hambre y la desocupaci¨®n. Alguien me pregunta si esta protesta est¨¢ organizada por el partido comunista, por la Iglesia, por Fidel Castro, por la Democracia Cristiana. Yo pienso que los pobladores de la periferia de Santiago y del resto del pa¨ªs marchar¨¢n con la Iglesia y con el PC, con Dios y con el diablo, con quien sea que les d¨¦ un poco de ayuda y de organizaci¨®n. Su despertar actual es la reacci¨®n sana, normal de un pueblo que sufre hambre y que antes estaba deprimido, aplastado, incapaz de sacar la voz. El pa¨ªs real se manifiesta en todas partes. Los pol¨ªticos de todas las tendencias, incluyendo los comunistas, recuperan el antiguo lenguaje del debate nacional abierto. Los profesores de algunas facultades de la universidad de Chile organizan ellos mismos una encuesta sobre la universidad intervenida. Resultados: hay 13 votos en favor de mantener la situaci¨®n actual y 193 votos en favor de suprimir la intervenci¨®n y restablecer las libertades acad¨¦micas.
El Gobierno tuvo que suprimir la censura de los libros, que produc¨ªa un efecto comprobadamente irritante en la opini¨®n p¨²blica, pero ¨¦sta pide ahora la ampliaci¨®n de los espacios de libertad en la televisi¨®n y en la Prensa radial y escrita.
El 'pinochetismo' pervive
?Podr¨¢ resistir el r¨¦gimen frente a este despertar general de la conciencia del pa¨ªs, y cu¨¢nto tiempo podr¨¢ resistir? Las respuestas no son en absoluto claras. El pinochetismo todav¨ªa existe en las capas medias e incluso a niveles populares.
Hay, sin embargo, un hecho evidente: el pa¨ªs real, amante de la libertad, de tradici¨®n democr¨¢tica, empez¨® a manifestarse en todos los terrenos, y ese proceso no es reversible. Se recupera la conciencia de los derechos individuales y se pierde el miedo. La tentaci¨®n del pinochetismo de volver a la situaci¨®n de hace 10 a?os me parece enteramente irreal, imposible.
Otros me preguntan si podr¨ªa producirse lo que aqu¨ª llamamos una "vuelta de tortilla": un paso directo del pinochetismo al comunismo. En mi opini¨®n, por lo menos, no existe la menor posibilidad de que esto ocurra.
El despertar del pa¨ªs real es un despertar, precisamente, del pa¨ªs pol¨ªtico, el pa¨ªs que sab¨ªa, en ¨¦pocas anteriores, encontrar soluciones sensatas, equilibradas, capaces de mantener una convivencia pac¨ªfica dentro de la sociedad chilena, a pesar de las graves tensiones internas, que siempre existieron, y de la pesad¨ªsima hipoteca del subdesarrollo.
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